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CRISTINA PINTO
Jueves, 24 de febrero 2022, 18:25
Aparentemente todo estaba como cualquier jueves al pasear por La Malagueta: camiones en carga y descarga, señoras charlando en una esquina mientras sujetan las bolsas de la compra, otras que van rápido de un sitio a otro o simplemente coches intentando encontrar su aparcamiento por la zona. Pero al llegar a la calle Maestranza todo iba a cambiar un poco. Portal número 23, primera planta y puerta derecha. Ahí está el Consulado de Ucrania en Málaga, que en principio también parecía aparentar normalidad. Pero justo al entrar a la sala de espera la cara de ella reflejaba el dolor que se siente desde la madrugada del miércoles: «No he podido dormir en toda la noche. Tengo a mi hermana allí... Quiero sacarla de allí...», comentaba la voz temblorosa de Tetyana Leonovets, que en 1999 decidió salir de Kirovogrado (Ucrania) para aterrizar en España con sus hijos.
Algunos se enteraron en la madrugada y otros al despertarse, pero la noticia resonó con fuerza en todo el mundo: Vladímir Putin anunciaba «una operación militar especial». Desde ahí, grandes explosiones y ataques de los rusos se pudieron notar en distintos puntos de Ucrania. Una noticia que tiene en vilo a todo el mundo y que cada vez más duele ver con las imágenes que acompañan los hechos. Esas imágenes que no paraban de llegarle a Tetyana Leonovets que, desde el Consulado de Ucrania en Málaga, seguía sin creérselo. La mano le temblaba cada vez que tomaba el móvil y abría el WhatsApp: sus amigos y familiares le mandaban audios y vídeos en los que se podía ver lo que estaban viviendo desde allí. «No me lo puedo creer... Es que lo veo y no lo creo», decía Tetyana sin dejar de mirar la pantalla del móvil.
Seis sillas en la sala de espera, pero pocas llenas. Tetyana, sentada en una de ellas y apoyada en la mesa, mientras que otros dos ucranianos esperan su turno también. Había que tener cita para hablar con la cónsul, pero si no tenía cita se podría esperar a ver si tenían hueco para atender. Desde el consulado confirmaron que había que esperar en la sala de espera. Las horas pasaban en esa sala y las citas unas cuatro citas más iban entrando y saliendo, aunque gran parte de ellas era para temas de pasaportes y otros documentos oficiales. Se escuchaban muchos teléfonos desde las oficinas, pero fuera todo parecía transcurrir como cualquier otra jornada de trabajo en la mañana del Consulado de Ucrania en Málaga.
El teléfono también seguía avisando a Tetyana aunque esta vez iba a ser un mensaje que le emocionaría. Sus hijos le daban las gracias por haber sido tan valiente en aquel 1999 y por haberles sacado de allí cuando apenas tenían 7 años. Uno de ellos, Dimas Prychyslyy, escritor de novela y poesía, que estudió en Filología Hispánica en Salamanca y tiene obras como 'Molly House' o 'No hay gacelas en Finlandia (Premio 25 primaveras). Cuando Tetyana Leonovets leía los mensajes de sus hijos, no podía evitar emocionarse. «No pueden estar haciendo eso, es que es increíble. Están enfermos...», seguía sin terminar de creer toda la situación que se vive en su país natal.
Mientras tanto, sus amigas también les avisaban de posibles soluciones para que su hermana estuviese a salvo. Ella llevaba ya un tiempo con los permisos para que ella pudiese venir a España, concretamente a Canarias, que es donde vive Tetyana. El reloj marcaba más de las dos del mediodía, ya solo quedaba ella en la sala pero tenía paciencia para que la atendiesen. Los trabajadores del consulado seguían trabajando «con normalidad», pero ya no atendían a medios.
Al bajar las escaleras y llegar a esa entrada del portal número 23 de calle Maestranza, un grupo de ucranianos esperaban a las puertas. Eran parte de los que habían ido a rezar por sus familiares y amigos en la iglesia del Convento de las Madres Mercedarias, en el barrio El Molinillo de la ciudad. Allí estaba María, que cubría todo su cuerpo con la bandera ucraniana: «No sabemos si van a atendernos, han bajado y han dicho que ellos tienen que hacer su trabajo con normalidad. Pero nosotras lo que queremos es intentar ayudar», confesaba la ciudadana ucraniana, que lleva más de 11 años viviendo en Málaga. «Mi madre está allí, también hermanos, sobrinos, cuñados... No puedo estar esperando con los brazos cruzados, hay que frenar esto», explicaba a las puertas del Consulado de Ucrania.
Decía que querían hacer más, que querían reunirse con el consulado... Mientras tanto, Tetyana, cuando eran casi las cuatro de la tarde, consiguió reunirse con ellos. Llegaba la hora de comer y, poco después, se sumaron más ucranianos en la Plaza de la Marina para luchar contra «la catástrofe que no es solo de Ucrania, que es mundial», decían en su discurso. Son alrededor de 11.000 ucranianos los que habitan en Málaga, es mucho dolor de corazón por familiares y amigos en el que les acompañan los malagueños, como se pudo notar en las oraciones, reuniones y manifestaciones que se han vivido en la capital de la Costa del Sol. Como decía María: «Vamos a luchar, pero primero hay que conseguir la paz».
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