![«Pedí a Errejón que retirara la candidatura por Málaga. No fue muy acertada su elección»](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/201912/09/media/cortadas/montero-kf3E-U90909040550MQH-624x385@Diario%20Sur.jpg)
![«Pedí a Errejón que retirara la candidatura por Málaga. No fue muy acertada su elección»](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/201912/09/media/cortadas/montero-kf3E-U90909040550MQH-624x385@Diario%20Sur.jpg)
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El despacho de Alberto Montero es extraño. Se encuentra en la mitad de un larguísimo pasillo de la Facultad de Ciencias del Trabajo. A un lado, una terraza inútil, y al otro, el citado pasillo con vistas a la ampliación de Teatinos. A pesar de ... esta estructura imposible, al economista y profesor se le ve más cómodo ahora que cuando trabaja en el despacho de la Carrera de San Jerónimo, al que descarta volver. El exdiputado no rehuye ninguna pregunta, aunque se le ve especialmente prudente cuando se le cuestiona por la famosa polémica de la beca a Errejón y la actitud que tuvo con ella la Universidad de Málaga, lugar en el que trabaja. Está claro que no le veremos en una lista electoral, pero no sabe qué le diría a Pablo Iglesias si éste le llamara para un cargo de gestión en el Gobierno.
–A más de uno le sorprendió verle en un acto de Unidas Podemos durante la última campaña. Podría considerarse como un acto de traición a Íñigo Errejón...
–No lo fue en absoluto. Fue un acto de coherencia con el programa económico que habíamos desarrollado durante toda la vida de Podemos. Me parece que España sigue necesitando ese programa y que UP es el espacio en el que defenderlo.
–¿Por qué no lo era Más País?
–Porque no había un programa económico que respaldara la necesidad política de Más País en este momento.
–Vayamos un poco hacia atrás. No sé si se puede decir que ha descartado estar en política...
–Sí. Volver a ser cargo representativo no es algo que me resulte atractivo.
–¿Por qué renunció a volver a ser cabeza de lista de Podemos por Málaga? Su candidatura había sido muy aplaudida, incluso en foros en los que no comparten ideología.
–Rechazo presentarme porque hay unas primarias a las que no me presento.
–Me refiero a esa decisión...
–Es que no tenía ningún sentido político ni práctico presentarme fuera de lista de Pablo Iglesias. Esto no lo he contado nunca, pero creo que fue por mal entendimiento entre Pablo y yo. Él andaba muy desbordado y pensaba que yo me iba a dedicar a pelear la Alcaldía de Málaga, y que por lo tanto me reservaba ese espacio. No me incluyó en las primarias, después hubo oportunidades pero ya no lo veía. Y luego están los motivos personales: un hijo con cuatro años cuyos tres primeros los he pasado en un tren. Y, además, comprobar que el trabajo de diputado es muy ingrato.
–Al margen de todo esto: ¿tuvo alguna ruptura personal o ideológica con Podemos?
–La ruptura siempre había estado ahí. Yo pertenecía a un sector que no compartía ni comparte determinadas líneas.
–¿Pero qué líneas son esas? Siempre se habla de ellas, pero nunca se explican cuáles son.
–Es una mayor identificación de clase del discurso, haciéndolo menos transversal. Una focalización en determinados colectivos; un anclamiento en determinadas propuestas frente a una sociedad que va corriendo muy hacia delante...
–¿Cree que hablar de lucha de clases es un tema que la izquierda debería evitar? ¿Se ha quedado antiguo?
–Es un discurso que intelectualmente permite entender muchas cosas, pero que políticamente es poco productivo. Cuando tienes a trabajadores que votan a partidos de derecha o extrema derecha es que no tienen conciencia de clase. Por tanto, no te puedes dirigir en esos términos. No tiene sentido. Es mejor apelar a sus aspiraciones que a su identidad.
–Ha dicho antes que hubo un «malentendido» entre usted e Iglesias por el tema de la Alcaldía. ¿Realmente era su intención presentarse?
–Lo estuve valorando durante un tiempo, pero había condiciones que eran previas y que eran necesarias. Una de ellas –la más complicada– era pelear contra Paco de la Torre. Si el candidato hubiera sido otro, las posibilidades de que me hubiera presentado habrían sido distintas. Creo que Paco de la Torre le aporta un plus al PP, que era lo que a mí intuitivamente me hacía entrever la dificultad de alcanzar un gobierno de izquierdas. Eso demuestra mi respeto hacía él. Me parece un magnífico alcalde, lo he dicho siempre a pesar de que me han regañado por decirlo.
–En todo este proceso que ha relatado, ¿cuál era su relación con Errejón? Usted no es que fuera de su corriente, sino que era cercano a su persona.
–¿Somos amigos? Sí, en un sentido laxo. Hemos sido compañeros de proyectos en América Latina y en España. Ha comido y dormido en casa. Pero esos tres años de convivencia en el Congreso no tienes tiempo de nada. Las cañas que nos hemos podido tomar han sido contaditas.
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–¿Y desde que usted abandonó la política?
–Apenas hemos tenido contacto. Él estaba en su dinámica de la campaña para las autonómicas y luego llegó el verano.
–Sé que ha pasado ya tiempo, pero no me resisto a preguntarle: ¿Piensa que lo de la beca famosa a Errejón se sobredimensionó?
–(Risas). Algo que queda en una doble amonestación por simplemente no haber firmado un papel... Por cierto, como decenas de otros investigadores que luego desde el Vicerrectorado se les pidió y se les llamó para que fueran y lo rellenaran. Una actitud sobredimensionada.
–¿Cree que fue perseguido por la Universidad?
–Yo puedo relacionar hechos y que el lector extraiga las conclusiones. A mí me llaman de un medio para decirme que saben que Íñigo estaba contratado por la UMA. Contratado en un proyecto de investigación –no una beca– y que lo iban a sacar. Yo les dije que no veía la relevancia. Al día siguiente se publica eso, me llaman desde el Rectorado y me dicen que hay una avalancha de peticiones de información de los medios. Esa misma mañana, la rectora le dice a Europa Press que cuál es el problema, que en esa situación hay muchos otros investigadores. Entonces la rectora me llama de camino a Sevilla y me dice que tranquilo, que era una cosa normal. Vuelve de Sevilla y se inicia el 'caso Errejón'. Termina la instrucción y se sanciona con un expediente disciplinario a un trabajador que ya no trabaja para la UMA, o sea de imposible cumplimiento. Y a mí se me sanciona con una amonestación por no haber firmado un papel. Por cierto, doble amonestación para que así pudiera constar en el expediente académico. Y a partir de ahí termina todo aquello y a la rectora la nombran consejera de Educación, y al tramitador del expediente director general de no sé qué cosa. Esos son los hechos.
–Desde Podemos siempre han hablado de las 'cloacas del Estado'. ¿Son estas las cloacas de la Universidad?
–No, es simplemente la utilización política de las instituciones públicas.
–Cuando Errejón anuncia que se presenta a las elecciones, ¿cuál fue su primera sensación?
–Pues que podía haber hueco electoral, pero que la ausencia de hueco político podía lastrarlo.
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–¿Eso es lo que ha sucedido?
–Sí.
–¿Esperaba que le llamara para encabezar la lista por Málaga?
–Sí, claro. De hecho estuvimos hablando y le pregunté a quién iba a poner y no me dijo nada. Posteriormente le pedí que me dijera si me quería o no porque tenía que hablarlo en casa. Mientras eso ocurría, hablé con ellos y con mi entorno cercano y consideramos que no debía presentarme. No me apetecía.
–Si usted hubiera sido el candidato de Más País, ¿habría sacado el diputado por Málaga?
–Es demasiado presuntuoso contestar.
–¿Errejón puso en Málaga la peor candidatura posible?
–Digamos que no fue muy acertado eligiendo la candidatura.
–¿Cree que Errejón debía haber retirado la candidatura tal y como estaban las circunstancias?
–Pedí que retirara la candidatura. Luego –y es hacer cuentas tramposas– sus votos sumados a los de UP hubiera dado el segundo diputado.
–¿Dónde hay que buscar los votos que faltan? ¿PP? ¿ERC?
–En los que den estabilidad toda la legislatura.
–¿Y eso por dónde pasa?
–Pasa por Esquerra.
–¿Usted entonces estaría más cerca de un independentista que de alguien de Ciudadanos?
–Con Ciudadanos no dan los votos.
–¿Qué haría si Iglesias le ofrece un puesto en el Ejecutivo?
–La verdad es que no lo sé, pero solo me lo pensaría si fuera un puesto de gestión, nada más.
Justo al lado del despacho de Alberto Montero aparece un cartel que anuncia un debate sobre la extrema derecha, por lo que la pregunta es obligada.
–La extrema derecha ha obtenido buena parte de sus grandes resultados entre la gente más joven,más o menos de la edad de sus alumnos. ¿Qué reflexión hace?
–El otro día preparaba unas prácticas y miré lo que habían hecho otros cursos a estas alturas. Me fijé en 2004, y pensé que si yo quisiera hacer eso con los alumnos de ahora, el nivel de fracaso sería dramático. Trato con alumnos que no saben que hubo una guerra fría.
–Pero esos alumnos se habrán tenido que examinar de esos contenidos para llegar a la universidad.
–Sí, pero hay falta de cultura general, problemas de compresión lectora, problemas de expresión, de relación de conceptos. Es dramático. Tenemos un problema de unas generaciones jóvenes empoderadas porque creen que tienen derecho a todo. Sus padres han nacido después de 1970 y no han sido conscientes de todo lo que hubo que pelear poder tener acceso, por ejemplo, a la educación pública. Viven en una burbuja.
–¿Y por ahí surge el voto a la extrema derecha?
–No exactamente. Más bien viene de la falta de conciencia de lo que están votando. Es que uno tiene que saber lo que está votando, porque puede ir contra sus intereses.
–¿Y reaccionan ante lo que usted le plantea?
–En general sí, participan bastante. Pero se sorprenden cuando les digo que peor que no ir a votar es ir sin saber lo que estamos metiendo en una urna. El problema es la incapacidad para superar lo superficial y lo instantáneo.
–El escenario que dibuja resulta preocupante. No tanto para hoy, sino para dentro de unos años.
–Sí, porque cuando salgan fuera se sentirán engañados y estafados. Ahora aún están protegidos. Yo les recuerdo que cuando salgan de aquí se enfrentarán a la mayor transformación de la economía desde el siglo XIX. Ahí serán conscientes de la estafa.
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