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Las manifestaciones son una poderosa herramienta para lograr cambios sociales y movilizaciones políticas. La historia está llena de ejemplos en los que han contribuido a poner en marcha procesos o transformaciones. Un elemento central de estas protestas son las pancartas y los carteles. Estos elementos visuales y verbales tienen una gran importancia simbólica y contribuyen de manera notable al éxito de una manifestación. Si la de este 29J, convocada bajo el lema de 'Málaga para vivir, no para sobrevivir', se mide en función de las pancartas, se puede concluir que ha sido un triunfo.
El recorrido ha estado jalonado de ejemplos de creatividad y artesanía, que han permitido palpar el sentir de la manifestación. Muchas pancartas hacían alusión a la dificultad para acceder a la vivienda, otras mostraban el malestar con el actual modelo de gestión turístico de la ciudad, algunas combinaban ambos conceptos.
«Fuera candados de nuestros barrios», «Se alquila: malagueños absteneros», «Prohibición vivienda turística», «Más pitufos y menos sushi» o «Queremos vivir y no sobrevivir», eran algunas consignas que se podían leer en algunas de las pancartas.
Las pancartas también reflejan un sentir de colectividad. La palabra «malagueños» figuraba en muchas. En este caso, para hacer alusión a un sentimiento de exclusión de la propia ciudad. Símbolos como el cenachero, en el que los pescados que portaba esta tradicional figura se veían sustituidos por dos maletas, apuntaba a la pérdida de autenticidad de la ciudad.
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