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Habla Paloma Fuentes y transmite una paz extraordinaria. Esto último, también, en el sentido literal de la expresión. Porque en medio de una sociedad que parece condenada -o adicta- a la prisa, esta especialista en Neurociencia gasta una serenidad contagiosa. Fuentes mira a los ojos ... cuando habla, se toma su tiempo para cada respuesta y desgrana alguna de las claves de su participación en la jornada del Foro de Dirección de Recursos Humanos (Forhum) celebrado este jueves en Málaga con la colaboración de SUR.
-Su conferencia habla de «la revolución» de la felicidad. ¿Con qué armas podemos librar esa revuelta?
-La más importante de todas es ser conscientes de que contamos con la herramienta más increíble del universo para poder hacer esos cambios que es nuestra mente. Tomar conciencia de que nuestro cerebro nos va a acompañar en cualquier cambio positivo que queramos hacer en nuestra vida es lo más importante; es decir, somos los responsables de nuestra vida. No somos víctimas. No somos personas que tengan que soportar lo que nos llega. Tenemos capacidad para responder mejor de lo que muchas veces respondemos.
- ¿Y por dónde empezamos?
-Lo primero es ser conscientes de que nuestra mente nos va a acompañar. Segundo, tenemos que ser conscientes de que podemos hacer cambios pequeños todos los días para alimentar esas capacidades.
-¿Puede poner un ejemplo?
-Todos los días deberíamos parar durante un minuto. Incluso hacer pequeñas paradas a lo largo del día, seis veces, de sólo 10 segundos. Cuando estás trabajando, viendo la tele, lo que sea… Parar. Eso ya supone un cambio.
-Apuntado. ¿Otra recomendación?
-Respirar por la nariz. Desde la nariz al cerebro hay una vía neural especial que alimenta al cerebro y que nutre la corteza prefrontal, que es la protagonista de nuestras reacciones positivas, de nuestra felicidad. Ahí se metabolizan las emociones positivas.
- Y como dicen que no hay dos sin tres, ¿puede compartir otra pauta?
- Otra cosa que tenemos que hacer todos los días es resignificar las cosas. ¿Y eso cómo es? Pues entendiendo que nuestro cerebro funciona de una determinada manera: todo lo que llega malo, se lo queda y todo lo que llega bueno, lo convierte en un pico de alegría y a continuación lo pasa a un cajón enorme que es 'el cajón de lo normal'. Tenemos millones de cosas maravillosas en todo el día que nuestro cerebro no vive como buenas, porque no está preparado para ello. Tenemos que detenernos en los buenos momentos, diciendo '¡Esto es fantástico!' porque si no el cerebro lo va a olvidar
-¿Y cómo manejamos todo esto en medio del estrés diario?
-Vamos a ello. Cuando algo nos preocupa, es muy importante escribirlo. «Me está inquietando esto», «Me está preocupando aquello…» Lo que sea, se escribe, y a continuación, rompemos ese papel y lo tiramos. Puede parecer una tontería, pero cuando escribimos algo, lo sacamos de nuestra cabeza. Se va a quedar ahí, claro, porque tenemos memoria, pero no pesa tanto. Tenemos la capacidad de verlo por escrito y saber que podemos eliminarlo y, a partir de ahí, ganamos energía.
-Esa energía que tanto nos falta muy a menudo
-¡Claro! Porque la clave de todo esto es nuestra energía mental diaria. Eso es lo que dirige nuestra vida. Debemos preguntarnos, ¿de dónde saco mi energía?, ¿cuánta energía tengo? y, sobre todo, ¿en qué la utilizo? Porque la mayoría de nosotros la utilizamos para hacer, hacer, hacer, hacer… Y nunca nos detenemos a pensar, 'Esto que estoy haciendo, ¿cómo lo puedo mejorar?'. De alguna manera, hacer una auditoría de nuestra energía mental para saber si la estoy utilizando bien y si la puedo utilizar mejor.
-¿Y dónde metemos la prisa, el agobio, el teléfono?
- No podemos dejar de vivir en la sociedad donde vivimos. Tampoco nos vamos a ir como los ermitaños. Se trata de conocer que hay herramientas que mejoran nuestra disposición y que poquito a poco, insisto, poquito a poco, podemos introducir pequeñas herramientas que nos van a llevar a lo largo del día 15 minutos o menos y que van a redundar en nuestro bienestar.
-Dígame alguna.
-Hay una estrategia que se llama 'Práctica de adhesión de momentos extraordinarios' y que consiste en, cuando nos pasa algo bueno, me quedo con ello cinco segundos. Si algo bueno que me ha pasado lo tengo dentro de mí durante cinco segundos, lo saboreo… Esos cinco segundos hacen algo maravilloso: nuestra mente, en vez de dejarlo en la memoria a largo plazo, lo pone en la memoria a corto, que es la que sacamos rápidamente cuando necesitamos algo con urgencia. Si mañana tengo un problema y tengo algo maravilloso en ese depósito de memoria a corto, lo voy a traer. Y eso me va a cambiar la energía. Se trata de hacer un cambio de energía.
-¿Y puede ese cambio de energía hacer que relativicemos los problemas?
-Claro, todo esto no significa que desaparezcan los problemas y la mayoría de ellos no dependen de nosotros, pero sí depende de nosotros la respuesta que damos a esos problemas. Entre que tengo un pensamiento y por tanto una emoción y reacciono en esas dos fases, hay medio segundo de diferencia y esa es mi capacidad de libertad para decir cómo afronto la cosas. Es muy poco, lo sé, pero se entrena.
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