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Encontrar piso de alquiler cada vez es más complicado. Por un lado, lo dificulta el precio. Por otro -además es una de las causas de ... la subida de las rentas- está la menguante oferta. Un informe de Idealista -este portal inmobiliario es muy prolífico y publica estudios casi todos los días- pone cifras a la reducción de los anuncios de pisos en alquiler. En Málaga la oferta de vivienda en renta ha bajado un 33% en los últimos cinco años. En el conjunto de España la caída ha sido de esa misma dimensión, se ha visto reducida en alrededor de un tercio en el último lustro. Aunque ha habido capitales en las que la caída ha sido muy superior. Por ejemplo, en Barcelona la oferta disponible se ha visto mermada en un 75%. Y en Oviedo, San Sebastián, Las Palmas de Gran Canaria, Madrid o Palma, se ha visto reducida a alrededor de la mitad.
A cambio, la que se ha observado incrementada ha sido la oferta del alquiler por temporadas. En Málaga ha aumentado un 466%, es decir, se ha multiplicado por más de cinco desde el tercer trimestre de 2019, frente al ascenso del 232% que ha registrado este segmento del mercado en el conjunto de España. Con ello, la oferta del arrendamiento de viviendas para estancias cortas representa un 11% del total del mercado del alquiler en Málaga, por debajo, sin embargo, del que supone en el conjunto de España (14%).
La media española la sube, por ejemplo, Barcelona, donde la oferta de arrendamiento de corta estancia equivale a prácticamente la mitad (46%) de las viviendas que hay en alquiler, siempre según datos proporcionados por el portal inmobiliario Idealista. O también San Sebastián, donde el arrendamiento por temporadas supone el 38% del total del mercado. O Badajoz, con el 30%. En Andalucía, a Málaga la supera Cádiz: en la capital gaditana uno de cada cinco inmuebles residenciales en alquiler están dirigidos a estancias cortas.
Además, ha sido en otra capital andaluza, Jaén, donde más ha crecido la oferta de alquiler por temporadas: se ha disparado un 2.500% en los últimos cinco años, mientras que en Granada y en Córdoba el incremento ha sido de alrededor de un 1.000% (se ha multiplicado por diez). Con todo, en estas capitales el peso del arrendamiento de corta estancia no llega a alcanzar ni el 10%, así que la importancia del alquiler de corta estancia es menor que la que tiene en la capital costasoleña.
En el último año, sin embargo, la dinámica ha sido un poco diferente. Porque en Málaga la oferta de alquiler permanente ha crecido un 23% (mientras que en el conjunto de España ha bajado un 5%), frente al descenso del 7% registrado por el número de inmuebles disponibles para el arrendamiento por temporadas (cuando en el país la subida ha sido de un 39%).
Pese a todo, de acuerdo con Francisco Iñareta, portavoz de Idealista, «a pesar del espejismo que puede haber supuesto en ciertos lugares la vuelta al mercado de algunas viviendas tras el cambio de la duración de los contratos aprobado en marzo de 2019, la oferta disponible sigue cayendo». Y añade: «Esto ha ejercido una enorme presión sobre los precios, ha ampliado la competencia entre familias por hacerse con una vivienda y, en consecuencias, prácticamente ha expulsado del mercado a los más jóvenes y vulnerables».
Por otro lado, desde Guest Ready, una compañía de gestión de alquileres a corto y medio plazo, señalan en un informe las ventajas y los inconvenientes de los alquileres por temporadas. Entre las primeras, «la flexibilidad para inquilinos y propietarios», porque permite a los primeros instalarse rápidamente y a los segundos, obtener ingresos más elevados que por los alquileres tradicionales. Ello implica una «rentabilidad equilibrada» a los caseros: «El alquiler a medio plazo se sitúa entre el alquiler vacacional -que implica mayores ingresos diarios pero también mayor rotación- y el de larga duración en términos de rentabilidad». Y también apuntan que se trata de una «solución ideal para nómadas digitales y trabajadores temporales». En lo que se refiere a las desventajas, enumeran: el riesgo de vacíos de ocupación, que afecta a la rentabilidad final que obtendrá el propietario; los costes operativos y de mantenimiento, mayores que los del alquiler de larga duración; y un coste también más elevado para los inquilinos en comparación con el alquiler de larga estancia.
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