Obras pendientes: curso bajo del Guadalhorce y Campanillas

Hay dos zonas especialmente en las que las administraciones mantienen su deuda histórica con importantes inversiones pendientes: el río Campanillas y el curso bajo del Guadalhorce. En el primer caso, todos los avances que hay son gracias a promotores privados y a obras urbanas del Ayuntamiento de Málaga. Y Campanillas ha vuelto a sufrir, cinco años después, con la última DANA. En el segundo caso, es una actuación del Gobierno central y está en fase ambiental, mientras que también hay algunos avances municipales.

La Junta de Andalucía y un grupo de promotores han reactivado el proyecto para encauzar el río Campanillas, una obra compleja que es necesaria para proteger al distrito.

Además, sin la garantía de la huella de inundabilidad resuelta no se puede construir en esta vega y hay importantes proyectos encima de la mesa. Este es el resorte a través del que se ha empezado a avanzar en el proyecto. Estos suelos se plantean como un importante balón de oxígeno para dotar a Málaga de vivienda protegida, pues se contemplan más de 4.000 (el 56% de las 7.000 viviendas proyectadas en esta zona, un nivel muy superior al 30% habitual).

Hace casi cinco años de aquella riada, pero los avances son escasos. En muy poco tiempo descargó sobre el barrio la borrasca Gloria, que dejó unos 400 litros por metro cuadrado. Era enero de 2020, justo antes de la pandemia.

El caso de Campanillas implica inversiones cuantiosas. La fundamental es el encauzamiento del río homónimo, una macrointervención valorada en más de 65 millones de euros (11 millones en expropiaciones), aunque recientemente hay voces técnicas que se decantan por una solución más blanda.

Un grupo de promotores, encabezados por la familia Vega, ha contratado a través del arquitecto Ángel Asenjo, dos estudios técnicos, uno de encauzamiento y otro hidrológico, para ir avanzando. Estos documentos corren a cargo de Estudio 7. Con esta decisión, se gana tiempo y se puede empezar a trabajar en el planeamiento de la zona y recortar plazos en los larguísimos trámites de puesta en carga de los suelos. Por eso se ha desarrollado este acuerdo con la Junta, que sólo afecta a los proyectos. Los promotores, en este sentido, asumirán las cargas externas que les correspondan, pero no éstas, inasumibles.

El Ayuntamiento, por su parte, trabaja en Adonis y Cristobalina Fernández para reforzar la seguridad de la barriada. De hecho, hace unos meses contrató a Rialsa por 1,2 millones de euros la obra de red de recogida de aguas en calle Adonis y Cristobalina Fernández. Se trata de acometer las correcciones necesarias para el encauzamiento del agua procedente del arroyo Pilones. Además de las calles reseñadas, se evitarán problemas en la barriada El Brillante.

En el curso bajo del Guadalhorce, por su parte, el Consistorio acaba de contratar la obra para reparar el puente de la Azucarera, paso clave para que el Ministerio de Transición Ecológica pueda intervenir en la actuación para dar seguridad a los vecinos, polígonos y empresarios de la zona.

El proyecto gubernativo está valorado en 36 millones y estará enfocado a aumentar la capacidad de desagüe de los puentes para lo que se ampliarán los vanos. La idea es también eliminar la rotonda de la margen izquierda y de la edificación en la bifurcación del encauzamiento; prolongar los muros existentes del encauzamiento tanto hacia aguas arriba como hacia abajo, o eliminar la plataforma de la antigua vía del ferrocarril.

Los efectos devastadores de las crecidas del Guadalhorce se constatan desde bien antiguo. Desde paleoinundaciones a episodios recientes bien recordados por todos. Como las trombas de noviembre de 1989 por poner sólo un ejemplo.

Las mayores garantías del curso bajo del río ante posibles crecidas las brindan la presa de Casasola, inaugurada en 2000 y destinada a laminar las avenidas del río Campanillas, afluente por la margen izquierda y el encauzamiento de los últimos 7 kilómetros del curso, también ejecutado por la entonces Confederación Hidrográfica del Sur.

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