Va de una promesa simple, que en un principio puede parecer pretenciosa, acaso irreal. Pero que, al final, parece se puede cumplir. A las personas que padecen obesidad se le abre una oportunidad de reducir varios problemas de salud de un solo golpe y, en ... el mejor de los casos, prolongar la esperanza de vida y disfrutar de la rutina con una calidad que hasta ahora les era desconocida.
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La promesa dice lo siguiente: tienes obesidad, pero no puedes o no consigues cambiar a un estilo de vida que te permita reducir peso. Por factores diversos, el deporte tampoco es lo tuyo y no te ves capaz de una gran revolución en los alimentos que tomas. Entonces utiliza la siguiente inyección, una vez por semana, y en algunos meses habrás perdido numerosos kilos. Numerosos, sí. Entre 20 y 30 kilos. La palabra mágica, más bien el principio activo que lo cambia todo, es la semaglutida. Un principio activo que ha dado lugar a una serie de fármacos que están llamados a revolucionar la manera de combatir la obesidad.
En este nuevo contexto, surge una pregunta pertinente: ¿los nuevos fármacos para la obesidad realmente funcionan? La respuesta la ofreció este viernes el endocrino y catedrático de la Facultad de Medicina y director científico del IBIMA, Francisco Tinahones, en un nuevo encuentro de 'Salud es más', celebrado en el Salón de Actos de Unicaja Banco, con el patrocinio de la Fundación Unicaja. «Funciona porque cambia la diana de como se ataca la obesidad», aseguró.
A lo largo de décadas, a través de su experiencia clínica, Tinahones ha visto como las tasas de éxito en la pérdida de peso en personas con obesidad son muy bajas. «Cuesta muchísimo trabajo cambiar de estilo de vida y reducir el apetito. Las personas con obesidad tienen mucho apetito», explicó.
Desde hace mucho tiempo se sabe que el sobrepeso es uno de los principales factores de riesgo que conduce a nuevas enfermedades. Va del dolor de espalda hasta la hipertensión arterial y pasando por la diabetes. Hasta ahora no había ningún fármaco efectivo para aminorar estos factores de riesgo.
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Ahora, sí. Por ese cambio de diana referido anteriormente. Probablemente, el Ozempic sea el fármaco más conocido y solicitado en estos momentos. No solo una lluvia de beneficios para la empresa que está detrás, Novo Nordisk, sino también una aproximación a la obesidad que supone un cambio de paradigma. Lo avisó Tinahones en el inicio de su intervención, ante un nutrido auditorio en el salón de actos de Unicaja Banco. «El objetivo de mi charla es que hoy de aquí se salgan de una visión diferente de la obesidad. Es la gran pandemia del siglo XXI», dijo.
Y ese funcionamiento de los fármacos tiene su explicación en que ya no buscan atacar al cerebro, como se hacía hasta ahora. El son de guerra a la obesidad se declara ahora a través del intestino. «Hablamos de moléculas que tenemos en nuestro intestino y que, cuando llega el alimento al mismo, se encargan de decirle al cerebro que ya, que ya tengo alimento y no necesito comer más. Y son moléculas que tenemos endógenamente», detalló.
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Los resultados clínicos serían excelentes. Tinahones habló de pérdidas de peso de entre 20 y 30 kilos. No hace falta mucha imaginación para intuir que la calidad de vida de eleva en pacientes que encontraban dificultades en los gestos más simples del día a día. Fármacos como Ozempic requieren de prescripción y no están sufragados por la Seguridad Social.
Algo que podría cambiar en un futuro a medio y largo plazo. «Vemos que en Inglaterra ya se está subvencionando. Entiendo que aquí en España también debería pasar», detalló Tinahones. El coste sería mucho menor si se pone en una balanza los gastos que generan los tratamientos de enfermedades que tienen en la obesidad su origen.
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Como en cualquier fármaco que sale nuevo al mercado, la pregunta de los efectos secundarios sobrevuela. Para Tinahones, los estudios a seis años vista de los que ya se dispone dejan claro que no existen riesgos considerables: «Hablamos de náuseas y diarreas, principalmente».
La gran desventaja, eso sí, es que todo indica a que para evitar un efecto rebote, estos tratamientos se convertirían en crónicos. «Está comprobado que si se dejan, aumenta el apetito y aumenta también el peso», dejó claro el experto. Una menor dosis podría ser el mejor compromiso.
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Este encuentro fue moderado por el periodista Pedro Luis Gómez y contó también con la presencia de la responsable de Solidaridad Social y Educación de la Fundación Unicaja, Ana Cabrera, y del oncólogo y director del CIMES, Emilio Alba.
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