José Manuel (a la izquierda), junto a dos compañeras de la Escuela de Segunda Oportunidad. Sur

De «ni-ni» a «sí-sí»: así rescatan las Escuelas de Segunda Oportunidad a jóvenes de la cuneta educativa y laboral

El acompañamiento invidualizado es la clave del alto porcentaje de éxito de este modelo pedagógico que interviene a la vez en tres ámbitos: educativo, laboral y personal

Nuria Triguero

Málaga

Sábado, 25 de mayo 2024, 00:31

José Manuel tiene 20 años y la timidez inicial de muchos jóvenes de su edad. «He conseguido sacarme el título de la ESO y me ... han ayudado a madurar», es el balance que hace de su paso por la Escuela de Segunda Oportunidad que la ONG Arrabal gestiona en Málaga. Es su madre, Victoria, la que, colándose en la conversación telefónica, se lanza a enfatizar lo que ha supuesto para este joven ser rescatado de la cuneta educativa: «Él estaba anulado como persona y ahora empieza a vivir». José Manuel está a la espera de recibir su título -aún no se cree del todo haberlo conseguido- y baraja opciones para seguir estudiando el curso que viene: le atrae estudiar algún grado medio de FP «relacionado con el deporte».

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El estereotipo de 'nini' se alimenta de jóvenes como José Manuel, que embarrancan en la etapa de educación secundaria y entran en tierra de nadie: no encuentran empleo porque el título de la ESO es el requisito mínimo indispensable de casi todos los trabajos. Pero la realidad es mucho más compleja que el cliché de jóvenes vagos y faltos de disciplina. «En la Escuela de Segunda Oportunidad hay víctimas de violencia de género, madres muy jóvenes, inmigrantes, chavales que han sufrido 'bullying', personas con discapacidad, chavales que viven en la pobreza o que vienen de situaciones familiares muy complicadas», explica María José Álvarez, responsable de esta Escuela de Segunda Oportunidad. También hay chicos 'normales' que simplemente no encajaron en el sistema educativo reglado.

«Lo que nosotros hacemos en un instituto normal no pueden hacerlo, sencillamente porque no tienen los recursos: con 30 alumnos por aula no se pueden atender casos individuales», explica Álvarez. ¿Y qué es lo que hacen exactamente en la Escuela de Segunda Oportunidad? Se trata de un modelo pedagógico enfocado a facilitar a jóvenes de 16 a 29 años sin empleo ni titulación la consecución de un doble objetivo: la obtención del título de la ESO y la inserción laboral. Los alumnos permanecen dos años en estos centros, donde siguen un itinerario flexible y personalizado de la mano de un educador que está disponible no sólo para acompañarles en el camino académico, sino para ayudarles a encontrar su camino en la vida y a mejorar sus competencias básicas y laborales, así como para abordar la problemática personal, familiar o social de cada alumno. «Intentamos que salgan con el 'pack completo: con la ESO y con un trabajo, o con las competencias necesarias para conseguirlo», apunta su portavoz. De 'ni-ni', a 'sí-sí'.

60 alumnos y lista de espera

La Escuela de Segunda Oportunidad de Málaga atiende a 60 jóvenes y arrastra una larga lista de espera, alimentada por el boca a boca. Este modelo pedagógico, impulsado por la Unión Europea, tiene una tasa de éxito superior al 60%. Las claves de este éxito son, en opinión de Álvarez, «el itinerario personalizado y la atención individual que reciben del educador de la escuela, que hace que la persona se sienta escuchada, comprendida, apoyada», explica. En el caso concreto de este centro, Álvarez destaca la labor de la persona que desempeña ese papel, Juan Francisco Ruiz. «Aquí decimos que es como el flautista de Hamelín. Consigue que los chavales confíen en él y se sientan comprendidos».

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José Manuel explica así su experiencia en la Escuela de Segunda Oportunidad: «En el colegio y el instituto lo pasé mal, no encontré mucha comprensión por parte de los alumnos ni por parte de los profesores. Aquí es diferente: tengo un monitor que me ayuda a preparar los exámenes y en las clases somos diez personas o menos. Cuando entré, hicimos un planning, que es diferente para cada uno. En estos dos años me han ayudado a madurar. Se preocupan no sólo como alumno, sino como persona», explica. «Del instituto salió vencido. Ahora él ve que puede. Sólo necesitaba un empujón», añade su madre.

Imagen tomada en el último encuentro nacional de Escuelas de Segunda Oportunidad, que se celebró en Málaga. Sur

Aparte de la 'mochila' de problemas que trae cada alumno a esta escuela, hay un denominador común: el peso del fracaso. Reparar la autoestima y que se sientan capaces es un objetivo fundamental para que el recorrido acabe con éxito. «Aquí dejan de sentirse bichos raros. Y aunque cada uno sigue su propio itinerario, se sienten parte de un grupo», apunta Esther Gaona, técnica referente del área de incorporación laboral de Arrabal. Para ello son importantes las prácticas en empresas, el voluntariado y las actividades extraacadémicas que realizan los alumnos. Como existe toda una red europea de escuelas de segunda oportunidad, hay incluso un programa de movilidad Erasmus+ que les permite conocer otras ciudades y países. Además, hay un encuentro anual de estos centros al que acuden cientos de alumnos; el último de ellos se celebró en Málaga.

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Dentro de la vertiente laboral, se incide en trabajar las competencias técnico-profesionales, básicas y transversales, se ofrecen cursos que puedan mejorar la empleabilidad del alumno y se brindan prácticas no remuneradas para que los alumnos conozcan la realidad del mercado laboral.

La Junta ha anunciado que va a apostar por extender la implantación de este modelo pedagógico en Andalucía, destinando 12,8 millones de euros para la financiación de estas escuelas a partir de 2025. Actualmente en España hay 43 Escuelas de Segunda Oportunidad que atienden a casi 8.000 jóvenes. Ocho de ellas están en Andalucía. «Harían falta muchas más», incide María José Álvarez.

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