![Año de nieves, año de medusas en Málaga](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202006/04/media/cortadas/medusa-RYAQOMQBBRZQ5uDKleKzyiO-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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No es la medusa más grande, ni la que más pica, pero es la que más frecuenta la costa de Málaga en verano. En 2018, mantuvo en alerta a todo el litoral. Aquel año, las concentraciones de la 'Pelagia noctiluca' durante toda la temporada de playas fueron extraordinarias, pero puede volver a repetirse. ¿Ocurrirá este año? ¿De qué depende? ¿Puede conocerse con antelación?
Después de 15 años estudiando la intensidad con la que aparece esa especie en las playas malagueñas, investigadores del departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga (UMA) y de la Cátedra de Ciencias del Litoral de la Costa del Sol han llegado a la conclusión de que la proliferación de este tipo de medusa en el Mar de Alborán está directamente relacionada con las condiciones atmosféricas del invierno anterior y si hubo mayor o menor acumulación de nieve en Sierra Nevada. «Los años que registra grandes concentraciones, luego con el deshielo en primavera y verano llega más agua dulce al Mar de Alborán. Al no pesar, por la ausencia de salinidad, permanece en la superficie e impide que aflore hasta ella el agua fría de la profundidad del mar, que es la que se encarga de enfriarla. Actúa de tapón y como consecuencia de ello aumenta la temperatura superficial del agua. Su efecto sobre la fisionomía de las medusas es directo, ya que a temperaturas más altas sus gónadas maduran más rápidamente y se produce una gran proliferación», explica el catedrático de la UMA Raimundo Real, investigador de la Cátedra de Ciencias del Litoral de la Costa del Sol al igual que la profesora Carmen Salas, con la que ha trabajado codo con codo en todo este proceso.
Para poder predecir si será un año de nieves y, por tanto, de gran proliferación de medusas, el estudio se ha centrado en dos indicadores macroclimáticos: por un lado, la Oscilación del Atlántico Norte (NAO), que marca la diferencia de presión entre las Azores e Islandia y determina la variabilidad del clima invernal en la región del Atlántico Norte. «Cuando tiene valores positivos, se forma un anticiclón en la Azores y cuando son negativos se crea una borrasca», aclara Real.Y, por otro lado, está la Oscilación Ártica, que es circular y mantiene el frío en el Ártico, salvo cuando se descuelga una corriente de aire frío. En ese momento, si este fenómeno coincide con una borrasca en las Azores, dará lugar a abundantes precipitaciones en España en forma de nieve. «Los valores de la NAO y del Ártico son registrados continuamente por la NASA y de las medias mensuales que publica nos permite saber por el mes de marzo y gracias también a una serie de ecuaciones matemáticas y programas de aprendizaje supervisado (mezcla de inteligencia artificial y estadística) en qué grado proliferarán las medusas ese próximo verano. La lógica difusa no nos dice sí va a haber medusas o no; no indica en qué grado las habrá», apostilla Real.
En este trabajo, que ha utilizado los datos aportados por los ciudadanos en la aplicación móvil 'Infomedusas', han trabajado también investigadores del Aula del Mar, del Instituto Español de Oceanografía y del Centro Helmholtz de Investigación Ambiental de Leipzig (Alemania). Las conclusiones del estudio, ya terminado, han sido recientemente publicadas en la revista 'Mediterranean Marine Science'.
La 'Pelagia noctiluca' es una medusa muy abundante en alta mar, propensa a formar grandes enjambres y a buscar zonas alejadas de las corrientes marinas para evitar la dispersión de espermatozoides y óvulos, dado que su reproducción es por fecundación externa.
Pero conocidos los fenómenos climáticos que favorecen su proliferación, ¿por qué unos años llegan más medusas a la costa y otros no? Si es año de nieves va a haber proliferación de medusas, pero su presencia en las playas la determinan los giros anticiclónicos del Mar de Alborán, que se mueven en sentido contrario a las agujas del reloj. «Es una corriente circular muy grande en alta mar, pero en su núcleo apenas se percibe y ahí es donde las medusas encuentran un lugar idóneo para su reproducción. Evitan alejarse de ese centro para mantenerse agrupadas, pero no siempre lo consiguen. Ocurre, por ejemplo, cuando hay una gran proliferación. Hay tantas que no pueden evitar salirse de ese núcleo y es entonces cuando pueden alcanzar la costa», puntualiza Real.
En otras ocasiones, ese giro anticiclónico se debilita e, incluso, se rompe por cambios en el chorro de corriente que entra por el Estrecho de Gibraltar o por el efecto de algunos vientos. En ese momento, aunque no haya una gran proliferación de medusas, las pequeñas corrientes que se forman las impulsan desde ese núcleo (donde permanecían agrupadas y retenidas) hasta la costa. «La mayoría de las veces que hay una invasión de medusas en las playas es por este fenómeno», declara Real. Por tanto, los años en que ni haya proliferaciones ni se rompa el giro anticiclónico, habrá medusas en las playas.
Para esta temporada de playas que acaba de empezar, este catedrático de la UMA augura una proliferación de medusas media-baja, al no haber sido una gran año de nieve.
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