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Al filo de la siete de la tarde del pasado viernes once mujeres enmascaradas y vestidas de blanco salían con total solemnidad del Cine Albéniz. Iban en completo silencio. Se unían desde ahí a la algarabía y al violeta dominante propios de la manifestación del 8 de marzo por el Día Internacional de las Mujeres, que, inconscientemente, también bajaba el volumen al paso de esa misteriosa procesión. Hasta las personas que guardaban ruidosa cola para tratar de hacerse con una de las 200 pelucas moradas que regalaba una peluquería que celebraba su sesenta aniversario enmudecía unos segundos, con una mezcla de curiosidad y respeto, a su paso. ¿Sería una compañía teatral?, ¿una performance?, ¿tendrían sus componentes algo que ver con el Festival de Cine?, ¿protagonizarían alguna sorpresa en el transcurso de la manifestación?
Esas once mujeres se acababan prácticamente de conocer en persona ahí mismo en el cine que habían escogido como punto de encuentro dentro de una Alcazabilla que terminaría llenándose de manifestantes por la igualdad.
Se hacen llamar 'Compaña feminista' como un guiño a la 'Santa Compaña' gallega, esa procesión de almas que recorre los pueblos del norte de España para informar de qué vecinos están a punto de perder la vida. Pero, en este caso, en lugar de avisar de la muerte, devuelven al mundo de los vivos a quienes no deberían haberlo abandonado de la temprana y violenta manera en que lo han hecho. De blanco, enmascaradas y en silencio, representan a las asesinadas por el machismo.
«¡No estamos todas, faltan las asesinadas!», es una de las consignas que se gritan en las manifestaciones feministas. La 'Compaña feminista', que tiene como mandato el de mantener su anonimato, tapa su rostro y su cuerpo, y se lo cede a las once mujeres a las que en Málaga ha matado el machismo entre 2023 y lo que llevamos de 2024. De esta manera las asesinadas pueden volver a pasearse, a representarse a sí mismas, como la expresión más extrema de aquello a lo que puede llegar la violencia patriarcal. También se les hace algo de justicia: la portavoz de la 'Compaña feminista' con la que habla SUR lamenta que una vez dada la noticia del asesinato, se olvida a la víctima, su nombre y sus circunstancias. Con la acción de la 'Compaña' no sólo se recuerda a las víctimas, sino que toman cuerpo, como si protestaran por su injusta muerte, como si pidieran cuentas a la sociedad por su asesinato.
La iniciativa no es exclusiva de Málaga. Nació en Madrid, para el pasado 25 de noviembre, día de lucha internacional contra la violencia de género, donde se movilizaron 95 mujeres en una acción visualmente también muy impactante. Y se ha extendido vía redes sociales por todo el país: estas misteriosas mujeres se han manifestado el pasado 8 de marzo en más de una veintena de ciudades españolas, entre las que se encuentran las principales de Andalucía.
Las mujeres que se manifestaron en Málaga se adhirieron a la iniciativa vía Instagram y se organizaron por WhatsApp a lo largo del pasado mes de febrero, por lo que no se han conocido en persona hasta este pasado viernes. Y lo suyo no es únicamente para recordar a las asesinadas. Tienen más reivindicaciones. La primera es que la lucha contra la violencia machista se coloque en lugar preeminente de la agenda feminista -algo que no ven que ahora mismo ocurra- y se incrementen los recursos para erradicarla. También, que se cuenten todos los feminicidios: las estadísticas oficiales sólo recogen los asesinatos realizados por las parejas o exparejas de las víctimas, pero no se contabilizan, por ejemplo, si una mujer prostituida muere a manos de un cliente, o si el asesino es un desconocido o si es otro familiar. «No se refleja la verdadera magnitud del problema», denuncia a SUR la portavoz de la 'Compaña feminista' de Málaga.
Estas por ahora once mujeres en Málaga son totalmente independientes, no están vinculadas a ninguna organización feminista, y ahora hablan entre ellas todos los días. Su próxima cita oficial es el próximo 25 de noviembre, pero antes de esa fecha quieren organizar algún otro evento reivindicativo. Como ese tan emocionante que protagonizaron el 8 de marzo, porque, además de marchar como una procesión de las almas de las asesinadas, tras la lectura del manifiesto a cargo de Carmen Martín, presidenta de la Plataforma contra las Violencias Machistas - Violencia Cero de Málaga, y Ana Ferrer, portavoz de las mujeres con endometriosis, ellas pronunciaron los nombres de las víctimas y leyeron un poema cuya síntesis, cuyo resumen, es que el asesinato es la punta del iceberg, la expresión más extrema de las violencias, pero que hay otras maneras también en que el patriarcado mata: «Si me gritas me matas», «si me controlas me matas», «cuando me cosificas me matas», «si no me visibilizas, no me nombras o no me reconoces me matas», «si no me crees me matas».
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