Las mujeres se cogen más del 80% de las excedencias para cuidar a hijos y otros familiares

Pero de los 757 permisos registrados en Málaga en lo que llevamos de año para atender a menores o a familiares dependientes, la inmensa mayoría, más de un 80%, en concreto un 83%, los ejercen las mujeres: de los 757 permisos en total, 629 se los tomaron ellas y apenas 128 correspondieron a hombres. Esto es algo semejante a lo que sucede en Andalucía, donde de las 2.668 excedencias por cuidado de hijos, menores acogidos u otros familiares, 2.258 -cerca de un 85%- correspondieron a mujeres. En el conjunto de España, mientras tanto, el número de permisos de estas características rozó los 24.000, de los que más de 22.200, es decir, también ese mismo 85%, se las cogieron ellas.

Se puede lanzar alguna hipótesis sobre por qué Málaga es una de las provincias de España con mayor número de excedencias y la que más de Andalucía -pese a que Sevilla la supera en población y en número de personas trabajadoras-. Por ejemplo, puede influir un tipo de empleo que sobresale en la provincia: el tecnológico. Ello, porque se asume que es un tipo de actividad que contribuye a cambiar la cultura laboral y empresarial. La excedencia no está al alcance de todo el mundo y la nueva economía puede ser más tendente a aceptar estas opciones. Y estos permisos también suelen correlacionar bien con el trabajo estable, con la contratación indefinida.

Pero lo cierto es que Málaga, aun siendo una de las provincias con mayor número de excedencias, también ha registrado una caída superior a la media. En el primer semestre del año el número de permisos para cuidar a familiares ha retrocedido cerca de un 10% en la provincia, frente a la caída del 6,10% registrada en Andalucía y al descenso del 4% contabilizado en el conjunto del país.

En todo caso, el grueso de estos permisos, independientemente de cuál haya sido su evolución, se los siguen cogiendo las mujeres, lo que es reflejo de la feminización de los cuidados que sigue imperando. Y las expertas señalan factores que subyacen y las consecuencias de que esto sea así. Por un lado, el hecho de que alguien se tenga que coger una excedencia para cuidar implica que las políticas de conciliación no terminan de ser eficaces del todo y que los servicios públicos no cubren las necesidades de las familias. Que quienes dejen de trabajar temporalmente para atender a un hijo o a un familiar enfermo o dependiente sean mayoritariamente las mujeres obedece, no sólo a que aún se atribuye a ellas la tarea de cuidar, sino también a la brecha salarial: como ellas suelen estar ocupadas en sectores o en puestos peor remunerados, ante una necesidad sobrevenida de cuidar, son ellas quienes se plantean con mayor frecuencia o la reducción de jornada o la excedencia.

Pero, a su vez, estas decisiones de dejar de trabajar temporalmente o de recortar la jornada perjudican las carreras laborales de las mujeres: su cotización a la Seguridad Social se puede resentir si es que el plazo del permiso va más allá del periodo en que la normativa no contempla penalización y también pueden ver perjudicadas sus aspiraciones de promocionar en la empresa.

Todos los trabajadores por cuenta ajena tienen derecho a solicitar una excedencia por cuidado de hijos, tanto naturales como adoptados, así como de menores acogidos. También, para atender a otros familiares que no puedan valerse por sí mismos. La ley establece que los tres primeros años de la excedencia para cuidado de hijos o menores acogidos se contemplan como periodos efectivamente cotizados, al igual que el primer año de excedencia que los trabajadores disfruten para el cuidado de otros familiares. Los trabajadores conservan el derecho a reincorporarse a la empresa.