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Movido. Así ha empezado este año político de 2020 en Málaga al rebufo de los movimientos políticos derivados de la elección este pasado martes de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y el consiguiente goteo informativo en el que se han ido conociendo ... los nombres de los ministros de su gabinete de coalición. Entre ellos el de Alberto Garzón al frente de Consumo, lo que supone la vuelta de un malagueño al Consejo de Ministros más de una década después –la última fue Magdalena Álvarez porque aunque Trinidad Jiménez nació en la provincia su actividad política siempre estuvo alejada de esta tierra– y, paradojas de la vida el líder nacional de IU asume una cartera que en su momento ostentó otra malagueña, Celia Villalobos, al tener las competencias de Consumo cuando fue ministra de Sanidad
Sin embargo, la noticia política de la semana ha sido el afloramiento de la división interna del PSOE tras las declaraciones a este periódico del alcalde de Torremolinos, José Ortiz, un sanchista sobrevenido –primero apoyó a Susana Díaz y luego cambió de bando– afirmando que «la gestión de la dirección provincial es mejorable». Un ataque en toda regla al equipo encabezado por José Luis Ruiz Espejo. Más allá de que tanto en la cúpula del partido en Málaga como en el sanchismo más moderado de la provincia, encabezado por el diputado y valor en alza Ignacio López, coinciden en que sus declaraciones pudieron ser extemporáneas al hacerlas sólo un día después de la elección de Sánchez, cuando aún no se conocía la composición del Gobierno y en el momento en que echa a andar una legislatura donde el PSOE nacional va a necesitar mucha unidad interna para afrontar las dificultades derivadas de la gestión y la necesidad de acuerdos parlamentarios para sacar adelante sus iniciativas, lo cierto es que las afirmaciones del regidor torremolinense pusieron negro sobre blanco que las aguas bajan revueltas en el seno del socialismo malagueño.
Si todo sigue su curso natural, el congreso provincial para elegir a la nueva dirección no se celebrará hasta 2021, pero lo ocurrido esta semana es una prueba palpable de que la semilla de la división interna empieza a germinar en el seno del PSOE de Málaga. El resultado es impredecible, máxime en estos tiempos de volatilidad política y continuos vaivenes. Pero sí hay un elemento clave a tener en cuenta, la fortaleza del movimiento crítico va a ir creciendo o menguando de manera paralela a cómo se desarrolle la labor de Gobierno, a la posición que en los próximos meses tenga Sánchez y, sobre todo, vinculado al papel que pueda jugar Susana Díaz a la hora de contener los 'ataques' y preservar el poder en su baronía en Andalucía. Con las lógicas diferencias, esta situación trae al recuerdo la melodía de enfrentamientos pretéritos con aroma a guerristas y renovadores.
Por otro lado, en esta semana que comienza Alberto Garzón culminará su fulgurante carrera política iniciada al calor del movimiento 15-M en 2011 sentándose en la silla del Consejo de Ministros. Un cargo al frente de la cartera de Consumo que le obligará a conformar sus equipos. En este sentido, fuentes consultadas auguran que el malagueño recuperará a Eva García Sempere, quien perdió su escaño por la provincia en las elecciones del pasado 10 de noviembre. En este sentido, se apunta a que o bien podría ocupar algún cargo en las estructuras intermedias del nuevo Gobierno en los ministerios de Unidas Podemos o entrar como cargo de confianza en el grupo parlamentario de esta coalición para desde ahí trabajar y suplir, como una diputada en la sombra, el trabajo como diputado por Málaga que Garzón no podrá realizar con la misma dedicación al asumir otras responsabilidades.
La veda de las mociones de censura en los ayuntamientos malagueños se ha levantado en una pequeña localidad: Alcaucín. Allí, la alianza de PSOE y Ciudadanos que situó en la Alcaldía a la socialista Ágata González, apenas ha durado siete meses. La formación liberal ha decidido cambiar de pareja y aliarse con el PP para que el número dos de la lista del partido naranja, Fernando Córdoba Córdoba, sea el nuevo regidor. Para ello, el cabeza de lista de Ciudadanos y exalcalde de la localidad axárquica, Mario Blancke, renuncia a volver a coger la vara de mando que tuvo durante los últimos cuatro años gracias al PSOE.
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