«Estamos ante un nuevo perfil de pobre», afirma Francisco José Sánchez, director de Cáritas Diocesana en Málaga. «Hay pensionistas y trabajadores atrapados en la precariedad. Son personas que tienen prestaciones, pensiones o un trabajo, pero o bien no son suficientes sus pensiones o bien están en la economía sumergida. Se encuentran en una espiral diabólica: tienen ingresos, pero no llegan a final de mes», abunda Sánchez este jueves en el marco de la presentación de la memoria de la organización social vinculada a la Iglesia Católica correspondiente al año 2023 y de la campaña para el Día de la Caridad.
Publicidad
Nada menos que el 48% de las personas que acuden a Cáritas en Málaga en busca de ayuda tienen alguna actividad laboral, pero los ingresos que perciben son tan bajos que no les permiten cubrir sus necesidades básicas. Además, según detecta esta organización en la provincia, sólo el 15,3% de estas personas tiene un contrato de trabajo, por lo que en su mayoría desempeña su labor en la precariedad y el desamparo más absolutos: vive en el alambre.
Trabajos en estas condiciones llevan a una precaria situación en la vejez, cuando llega la edad de la jubilación. Y ya está comenzando a notar este fenómeno, puesto que el 9,8% de los demandantes de la ayuda que reciben en alguno de los alrededor de 150 puntos de atención habitual que tiene Cáritas repartidos por la provincia cobran una pensión, pero ésta es tan baja que no les permite hacer frente a sus gastos cotidianos y vivir dignamente. Además, lo más preocupante es que se trata de casos en los que las posibilidades de mejora son bastante limitadas.
Estos nuevos pobres, que muy bien pueden estar dentro de ese 36% de personas que solicitaron ayuda a Cáritas por primera vez el año pasado, se suman a la precariedad que está cronificada en la provincia, ya que una de cada tres personas que reciben apoyo por parte de esa organización lo lleva haciendo al menos durante los tres últimos años. En este sentido, según revela Francisco José Sánchez, si bien los datos de demandantes de ayuda en la provincia han bajado en el año 2023 a las cifras de 2019 después del fuerte tirón que provocó la pandemia porque hubo personas que por vivir en la economía sumergida no pudieron tener acceso a la cobertura que desplegó el Gobierno en forma de ERTE, por ejemplo, esta vuelta a la «normalidad» pre-Covid implica que al menos para un tercio de los beneficiarios de Cáritas esa «normalidad» significa la lucha constante por la supervivencia.
33,43% pobreza cronificada
Un tercio de las personas que recibió Cáritas el año pasado lleva más de tres años acudiendo a la organización en busac de ayuda.
Si bien, conceden desde la institución eclesiástica, la reducción de las personas necesitadas de ayuda se debe además de a la recuperación económica, también en parte a la puesta en marcha del ingreso mínimo vital que ha sacado a muchos hogares de su situación de extrema necesidad. Pero, en definitiva, el 33,43% de las personas que recibe la organización lleva más de tres años acudiendo a Cáritas, que es una «bolsa de pobreza cronificada en nuestra sociedad», define Sánchez. «Hay que incidir y sacar datos a la luz: no todo el mundo está viviendo en las mismas circunstancias; además, quienes trabajan en Cáritas pueden hablar de la cantidad de personas que intergeneracionalmente vienen acudiendo: los padres, los hijos y los nietos. Esta transmisión de la pobreza hay que romperla y activar el ascensor social», incide el director de Cáritas, que también es trabajador social de formación.
Publicidad
Tanto en la cronificación de la pobreza como en la aparición de los nuevos pobres influyen tanto la subida acumulada de los precios de los bienes más básicos en los últimos años como la situación del mercado inmobiliario. «La situación de la vivienda es caótica, por decirlo suavemente», califica, a su vez, Antonio Collado, delegado episcopal de Cáritas Diocesana en Málaga. Es algo que sucede en toda España, añade, pero más en las zonas costeras: «Hay personas que tienen que compartir viviendas e incluso habitaciones a precios desorbitados», ilustra, y añade: «El turismo es fuente de riqueza, pero también actúa en detrimento de los más pobres y desfavorecidos». En concreto, las dificultades para hacer frente al pago de la vivienda alcanzan a casi la mitad de las personas atendidas por Cáritas el año pasado: nada menos que un 47,3% han manifestado tener ese problema. Además, quienes viven en habitaciones realquiladas, en buena medida compartidas o 'camas calientes', suponen ya casi un 20% del total. «El aumento del coste de la vivienda está forzando a muchas familias a situaciones de hacinamiento y a habitar en viviendas o espacios inadecuados, degradados o insalubres», incide Sánchez.
Junto a la cobertura de las necesidades más básicas, como problemas también se ha detectado la falta de empleo o su precariedad. Y, ante éste y ante el reconocimiento de que el ingreso mínimo vital puede estar detrás de la mejora de las cifras de pobreza en la provincia, Francisco José Sánchez reclama que estas herramientas para la garantía de ingresos tienen que ir acompañadas de medidas laborales para favorecer la reintegración social: «Las rentas de garantía no pueden amputar el derecho al trabajo digno que cada persona tiene».
Publicidad
71,6% mujeres
Siete de cada diez personas que van a Cáritas son mujeres: «La mujer es la que tira del carro y la que se siente responsable de la familia».
En cuanto a las cifras concretas de la actividad de Cáritas en Málaga durante el año pasado, la organización acompañó a 8.722 personas -cifra similar a la de 2019-, con un impacto en un total de más de 20.600 personas. Entre las personas atendidas, el 71,56% son mujeres, porque, explica Sánchez, «la mujer es la que tira del carro y la que se siente responsable de la familia, además los hogares monoparentales también suelen estar encabezados por la madre». Asimismo, el 57,90% de los solicitantes de ayuda son inmigrantes. Respecto a esta última cuestión, la Memoria de Cáritas Málaga muestra que en los últimos cinco años el número de personas migrantes acompañadas ha aumentado un 14%. «En apoyo de estas personas Cáritas Diocesana ha colaborado con la recogida de firmas para conseguir la consideración de la Iniciativa Legislativa Popular en el Parlamento para la regularización extraordinaria de personas migrantes», afirman, porque denuncian que una situación de irregularidad administrativa aboca a las personas a vivir en la mera supervivencia.
Durante el año 2023 los recursos económicos aplicados por Cáritas Málaga ascendieron a los 8,86 millones de euros, de los que un 90,3% se dedicaron a la acogida y a la atención directa y el 6% a la administración y gestión. La principal fuente de financiación de Cáritas son sus socios y donantes (un 70% del total).
Publicidad
A este fin, Cáritas Diocesana de Málaga ha presentado también la campaña «Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza» con motivo de la celebración del Corpus Christi, Día de la Caridad. «En esta ocasión, la campaña pretende animar y promover el compromiso de la comunidad cristiana y de la sociedad en general con la defensa de la dignidad de las personas más vulnerables», reza esa campaña. Y Collado añade: «Málaga es muy generosa y en cualquier campaña la gente se vuelca. Pedimos que nos sigan ayudando. Necesitamos que sigan confiando en nosotros para poder seguir ejerciendo la generosidad». También, como apunta Francisco José Sánchez, para poder seguir siendo esta «lupa que toma el pulso a la sociedad», «este termómetro que nos dice cómo estamos socialmente».
Cáritas Diocesana de Málaga aprovechó la presentación de su campaña para el Corpus Christi de este año y de su Memoria 2023 para denunciar la situación que se vive en el barrio de Los Asperones. «Era una barriada provisional que va camino de tener ya cuarenta años y con una situación inhumana. Aquí ya no hablamos del precio del metro cuadrado, sino de que son viviendas en condiciones infrahumanas», expone Francisco José Sánchez. «Hace falta un desmantelamiento y voluntad política para dar una alternativa. Son casi cuarenta años de promesas de tener una vivienda que no termina de materializarse. No hay bolsas de pobreza, sino que son familias en la extrema pobreza. Hay que poner medios y recursos para desmantelarlo y un plan integral de acompañamiento para las personas que están ahí. Hay que dar una salida digna, integral y social», incide el director de Cáritas Diocesana en Málaga, que conmina a un acuerdo entre las diferentes administraciones.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.