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El interrogante -espontáneo- llega muchas veces a pie de chiringuito -o de tumbona- justo cuando uno se relaja y comienza a cuestionarse asuntos existenciales. ¿Por qué este verano no hay medusas en la playas malagueñas? Y es que la realidad es precisamente esa: no hay. Algunos hasta las echan de menos, extrañados a la par que escamados con su ausencia. La aplicación Infomedusa -creada por la Fundación Aula del Mar y la Diputación- se repite cada día en su parte sobre el estado de las 176 playas del litoral de Málaga: «No hay medusas». Así desde que comenzó la temporada estival. Ni rastro.
¿El motivo? Hay que buscarlo en la meteorología. En concreto, en el viento. Este verano en Málaga -de momento- gana por goleada el poniente, lo que explica que estas criaturas marinas no hayan alcanzado la orilla. Así lo explica el presidente -y director científico- de la Fundación Aula del Mar Mediterráneo, Juan Antonio López. «Entre las tres-cuatro especies que vienen a nuestra costa, la más común es la 'pelagia noctiluca' que se cría en grupo -en enjambre- en el centro del Mediterráneo y llega a nuestro litoral cuando prevalece el viente del Este, el levante. Hasta el día de hoy hemos tenido predominio de viento del oeste, de Cádiz, que hace de barrera frenando el oleaje y las corrientes. Hay más factores, pero este es el principal que motiva que no estemos viendo medusas por la provincia, salvo algunas sueltas que te encuentras buceando porque al fin y al cabo forman parte de nuestro ecosistema», agrega.
Y es que el oleaje, las corrientes o el viento son los principales responsables de los movimientos migratorios de las medusas, que por sí solas tienen «una capacidad de movimiento limitada», apunta López al tiempo que advierte de un fenómeno cíclico. «En los últimos cuatro años curiosamente se ha dado la alternancia de un año de mucha presencia de medusas en nuestras playas con otro en el que bajan muchísimo y llegan muy pocas. El punto de inflexión fue 2020. Hasta esa fecha tuvimos picos fuertes», señala.
Pese a que esta situación puede ser buena para muchos malagueños -que pueden bañarse tranquilos sin sobresaltos- es contraproducente para el ecosistema marino. Y es que como subraya el presidente de la Fundación Aula del Mar Mediterráneo, estas especies cumplen su papel. Así, forman parte del plancton que alimenta a multitud de especies y sus tentáculos sirven de albergue a peces como los jureles.
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