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Medicamentos con o sin receta: ¿de qué depende?

Medicamentos con o sin receta: ¿de qué depende?

El ibuprofeno de 600mg o el paracetamol de 1 gramo son las últimas incorporaciones a la lista de medicamentos con prescripción, aunque en muchos casos no tiene tanto que ver con la salud sino con la propia organización de la industria

Miércoles, 3 de abril 2024, 00:25

Comprar ibuprofreno de 600 miligramos en una farmacia sin receta médica ya no es posible. Cualquiera que lo haya intentado en los últimos tiempos sabe ya es necesaria la prescripción, y si bien al principio había farmacias que las pedían y otras que no, hoy por hoy resulta prácticamente imposible que la expendan sin autorización. ¿Qué ha cambiado? ¿De qué depende que haya medicamentos con receta o sin ella?

Lo primero que hay que decir es que aunque parezca que cada vez hay más medicina que necesitan prescripción, eso no es exactamente así. Eso es lo que afirma Antonio García, profesor titular del departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga. «Lo que ha mejorado es la trazabilidad, y ahora es más sencillo seguir el rastro a los medicamentos y las farmacias ya no se la juegan», matiza.

En realidad, la decisión de que los medicamentos se vendan con receta o sin ella viene tras la solicitud del laboratorio en concreto, y luego es el Ministerio de Sanidad el que decide. «Normalmente no requieren receta los medicamentos que implican dosis inferiores», explica el profesor.

En el caso del ibuprofeno, esto ha cambiado precisamente porque el laboratorio lo ha solicitado. Sin embargo, el comentario más repetido es que parece algo ridículo que la caja de 400mg se pueda adquirir sin receta y la de 600 con ella: tomando pastilla y media el efecto es el mismo. «Sí que es paradójico lo del ibuprofeno», reconoce Antonio García. «Pero es que la caja de 400 a veces es más cara. La de 600 es la que prescribe la Seguridad Social y no se paga. La de 400, sí. Esa indicación de 600 es la terapeútica para una patología diagnosticada y tiene que ser tratada», describe el experto, que admite por tanto que en este tipo de decisiones pesa más la propia estructura de la industria que la seguridad sobre su consumo.

Receta privadas

A pesar de ello, el caso del ibuprofeno o del paracetamol han sido objetos de modificación relativamente reciente. Hay otros, como por ejemplo el grupo de medicamentos para el colesterol, que antes se adquirían sin receta y ahora con ella. «En este caso no ha cambiado, lo que cambia -reitera- es la trazabilidad». Esto quiere decir que ahora se sigue un control más exhaustivo y ha desaparecido la laxitud. «Que las farmacias den medicamentos sin receta es algo muy minoritario. No pongo la mano en el fuego, pero con este sistema de control se evita que esta práctica pueda ocurrir», añade.

Otra de las 'consecuencias' de este mayor control es la que afecta las prescripciones de la medicina privada. Las farmacias exigen quedarse con las recetas, pero cuando se trata de un consumo continuado por, por ejemplo, una enfermedad crónica, la situación se complica, ya que habría que estar pidiendo recetas cada mes o cada dos semanas al médico, con todo lo que ello implica. «Se está intentando hacer la prescripción electrónica privada, aunque todavía está en un proceso muy embrionario. Hasta que eso ocurra, la oficina de farmacia tiene forma de recibir la receta en PDF u otro sistema. Se podría hacer sin necesidad de imprimir doce recetas distintas», sostiene el profesor de Medicina.

Mientras esto ocurre, Antonio García avanza que hay una serie de medicamentos que se encuentran en estudio para que pasen de sin prescripción a la necesidad de tenerla, aunque en este caso sí por motivos que tienen más que ver con la seguridad que con la organización de la industria. «Son todos aquellos que sirven para la diarrea o el estreñimiento, así como las plantas que mucha gente se toma para la depresión o para el sueño que se han puesto de moda. Sé que se está estudiando someterlas a un poco más de control», señala.

Aun así, García recalca que la afirmación de que en España se consumen muchos medicamentos es un mito. «Se consume igual que cualquier otro país de nuestro entorno. Hay un cierto exceso en algunos antibióticos y en ibuprofeno y paracetamol, aunque nada que ver con lo que ocurre en Estados Unidos con los opiáceos», sentencia.

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