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Han vuelto, y con más fuerza. El buen tiempo de los últimos días en Málaga ha propiciado un repunte de las mariquitas, especialmente en el litoral, aunque también es muy fácil verlas en terrazas, balcones o patios interiores.
Suelen aparecer especialmente a principio de primavera, pero este año su salida se ha retrasado debido a las bajas temperaturas poco usuales con las que empezó esta estación. Y como ha regresado el buen tiempo es ahora cuando más se les puede ver, como ya ocurrió el pasado fin de semana. El viento que sopla las arrastra hasta depositarse en las ventanas y sobre el alféizar de estas, aunque también es frecuente que se peguen a la ropa tendida.
Las mariquitas, de la familia de los coccinélidos, no son peligrosas, a lo sumo molestas, y su eclosión se extiende durante un par de semanas. Fuentes municipales explican que no se consideran plaga porque son inofensivos para el ser humano y para el medio ambiente; antes bien al contrario, son beneficiosas porque se alimentan de pulgones, que sí causan daños a la vegetación. De hecho, las mayores concentraciones se producen estos días cerca de donde hay árboles plagados de estos, porque son su territorio de caza. Actualmente, se crían en cautividad y se usan para el control ecológico de plagas tanto en agricultura como en jardinería. Además, son útiles para la reproducción de las plantas y la alimentación de las aves y reptiles. En la provincia hay unas 50 variedades distintas y la tradición popular considera que son animales beneficiosos, que atacan a las plagas, por lo que siempre han sido muy respetadas por las gentes del campo, que han transmitido este cariño a los niños a través de juegos.
En todo caso, aunque el confinamiento ha reducido mucho el tráfico, conviene advertir a los ciclistas, motoristas y patinadores para que estos días tengan precaución al paso por zonas costeras y en lo posible usen las viseras de los cascos, por el riesgo de que los insectos puedan golpear en los ojos. También se amontonan en los cristales de las ventanas y barandillas y en paseos marítimos y playas, de ahí que para muchos menores que ahora pueden volver a salir jugar con ellas se ha convertido en un aliciente más para pisar la calle.
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