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Más de 130.000 malagueños sufren de apneas del sueño que no han sido diagnosticadas. Además, la mayoría de ellos tienen esta dolencia debido al sobrepeso, y por tanto adelgazar supondría la mejor y más efectiva de las terapias, porque el riesgo de no atacar ... estos problemas de sueño es que el riesgo de sufrir un infarto o un ictus es mucho más elevado.
Los neumólogos Miguel Benítez y Belén Gómez coordinan la Unidad del Sueño del Hospital Clínico de Málaga. Ambos explican que cuando las personas duermen, se relajan todos los músculos del cuerpo. «Si tenemos más peso de la cuenta o si tenemos alguna debilidad, al relajar esos músculos se puede llegar a colapsar la garganta durante un periodo breve de tiempo», describen. El cerebro lo nota, y lo que hace es mandar una señal para decirle a los músculos que despierte, aunque durante unos segundos se ha estado haciendo una pausa en la respiración. «Hay gente que hace más de 30 pausas a la hora. Eso al cuerpo lo vuelve loco. No descansamos bien o no llegamos al sueño profundo, y en el largo plazo, si no se trata, es como tener el colesterol alto, un factor de riesgo cardiovascular», añaden.
En términos estadísticos, y siempre según los doctores, esto es algo que se da más en hombres que en mujeres, que aumenta con la edad y donde influye mucho el peso. Los neumólogos calculan que la prevalencia en Málaga de las apneas es de un 10% de la población, lo que supone en torno a 170.000 personas de la provincia. Sin embargo, resalta que el gran problema es que solo un 20% de estos pacientes saben que sufren de apneas, mientras que la gran mayoría no están siendo tratados.
Pero, ¿cuáles son los principales síntomas de estar sufriendo de apnea del sueño? Benítez y Gómez avanzan que la más llamativa es el ronquido –aunque no todos los ronquidos son por apneas–, pero resulta más fácil de detectar si la persona afectada duerme acompañada. «Es cuando notan que el de al lado deja de respirar durante unos cuantos segundos», matiza. A todo ello hay que añadir que el posible afectado habitualmente por la mañana tenga sensación de dolor de cabeza, de no haber descansado bien durante la noche a pesar de haber estado siete u ocho horas en la cama. «Cansancio, sobre todo, de predominio por la mañana, o tendencia a quedarse dormido con facilidad en situaciones no habituales son los síntomas principales. Para ello tenemos algunas escalas de valoración en las que nosotros hacemos una serie de preguntas justamente para ver qué facilidad tiene para quedarse dormido en determinada situación, como conduciendo, comiendo después de ver la tele, en el cine, en el teatro... todo eso es indicativo de que puede haber un problema de base», señalan.
Una vez que las señales son evidentes, el paciente debe pedir cita con la unidad del sueño. Lo que harán entonces es una primera valoración en la que se observan los síntomas que tiene y los factores de riesgo. Si hay una sospecha, se realiza un estudio del sueño, que supone llevarse un aparato que mide las pausas que se hacen por la noche. «Normalmente hay tratamiento, porque la mayoría de estas apneas están relacionadas con el sobrepeso. Adelgazando suelen desaparecer», insisten los doctores, que también hacen referencia a otras cuestiones como el tabaquismo.
Aun así, hay otros casos que no están relacionados con la obesidad, pero cuyos riesgos son idénticos. «Hay gente que tiene cierta debilidad en esa musculatura y puede tener apneas. En ese caso, sí que hay recomendar el uso de las CPAP, que es una máquina para dormir por la noche», afirman. En estas situaciones, la CPAP será algo que acompañe al paciente de forma indefinida.
En cuanto al tiempo que pasa entre que se detecta el problema y se aplica el tratamiento, depende mucho del hospital y de los factores de riesgo. «Por ejemplo, si alguien tiene arritmias o de hipertensión o es conductor profesional, entran en una lista de espera preferente y normalmente en dos meses tiene el estudio hecho», avanzan los neumólogos, que sí reconocen que si no tienen ningún factor de riesgo o son casos más dudosos, sí puede tardar más.
Con respecto a las consecuencias, ambos aportan cierta tranquilidad sobre los episodios nocturnos, sobre todo cara a quienes duermen con los afectados. «Nadie se queda pillado sin respirar. El cerebro siempre está atento, nos va a sacar de la pausa por muy largas que sea». Ahora bien, si no se trata, a largo plazo es «como tener el colesterol alto», matizan.
Más allá de las apneas, existen otros problemas relacionados con el sueño. Los responsables de la unidad del sueño explican que el ronquido es indicativo de que hay una relajación de la musculatura del paladar, y que en este caso el único problema que genera es «mental» a la persona que está al lado.
Por otro lado, los doctores recuerdan que el problema es que vivimos con un ritmo de vida súper acelerado. «Tenemos que ser productivos todo nuestro tiempo, incluso en nuestro tiempo libre. Y el problema es que hay mucha ansiedad y eso afecta al descanso por la noche. A nosotros nos llegan pacientes con problemas de sueño a los que se le hacen todo tipo de estudios, y al final no vemos nada. No descansan porque no tienen un sueño reparador de tanta ansiedad y ritmo de vida tan acelerado», lamentan.
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