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Daniel Montilla es malagueño pero lleva varios años viviendo en Reino Unido. Primero como estudiante en una universidad de Escocia, y actualmente trabaja como científico ... de datos en una gran empresa de marketing británica. Todo esto le ha permitido seguir de cerca la actualidad política de las islas, ya que su llegada a Edimburgo hace unos años coincidió precisamente con el referéndum sobre la independencia de este territorio. Como cualquier británico, Daniel destaca ante todo la «incertidumbre» en la que está sumido; aunque ello no implica que al menos de momento sabe que seguirá trabajando y disfrutando de todos los derechos.
«El problema es que nadie sabe nada», relata este malagueño. «Tengo incluso algún amigo que trabaja en el Gobierno que reconoce que no están haciendo nada de nada», explica. A su juicio, si ocurriera un 'Brexit' sin acuerdo el próximo 31 de octubre (algo que no cree que vaya a suceder), en su caso nada va a cambiar en exceso. «Tendremos que pedir una especie de visado, pero ya nos han dicho que los que llevamos aquí varios años no tendremos ningún problema».
Pese a la tranquilidad con la que suenan sus palabras, hay momentos en los que no parece tenerlas todas consigo. No en vano, el 1 de noviembre tiene que viajar fuera de Inglaterra y se pregunta si tendrá algún problema.
Javier Serrats, otro ingeniero malagueño que en su caso vive y trabaja en la sede de Siemens en Leeds (al norte de Londres) se muestra aún más confiado en que su situación no se vaya a ver modificada próximamente. Alega –con mucho sentido– que él paga sus impuestos allí y por tanto tiene el mismo derecho que los británicos a acceder a todos los servicios. Aún así, se ha encargado de informarse con detalle de la situación y de los pasos a seguir. Según explica, los que llegaron a hace unos cinco años o más (es decir, antes del referéndum del 'Brexit') deben solicitar una residencia, que en su caso será definitiva. Los que lo hayan hecho tras la votación y estén trabajando tendrán una temporal que se hará definitiva justo cuando se cumplan los cinco años. «Yo no estoy preocupado. No veo peligro ninguno, precisamente porque necesitan gente para trabajar porque no pueden asumir todo el empleo solo los británicos. Tanto en los trabajos de alta como de baja cualificación», matiza.
Sobre esto mismo hace referencia Daniel, que explica que buena parte de la ciudadanía de Reino Unido que estaba (y está) a favor del 'Brexit' no piensa en el trabajador español cuando habla de la situación del país. «Tienen en mente a otro tipo de europeos. Los que dicen que 'roban' a los británicos. Pero la realidad es que hay muchos trabajos que ellos mismos se niegan a hacer. Esa es la razón por la que hay tanta inmigración», argumenta Daniel.
Treinta días. Ese es el tiempo que le resta a Reino Unido y a la Unión Europea para alcanzar un acuerdo que permita que la salida de este país de la Unión se haga con un acuerdo; algo que a día de hoy parece una opción remota. Fuentes consultadas sostienen que el gobierno británico debería tener algo fijado para el día 19, ya que posteriormente habría de votarse en el Parlamento. Sin embargo, los avances en la negociación son nulos. Además, el 'premier' británico, Boris Johnson (en horas bajas tras su intentona fallida de 'cerrar' el Parlamento durante más de un mes) tiene las manos atadas. Una mayoría que concentra a los laboristas, a los liberales y a parte de los 'tories' votó una resolución hace unas semanas que le impide salir de la Unión sin acuerdo. Mientras cada vez está más claro que Reino Unido está abocado a un adelanto electoral de consecuencias imprevisibles, la única solución intermedia parece ser que se les conceda una nueva prórroga para seguir negociando la salida; una opción que Juncker dio por descartada hace seis meses, cuando ya se concedió este tiempo después de dos intentos fallidos. Las alternativas siguen pasando por otro referéndum e incluso la anulación del artículo 50 y que permanezcan en Europa.
Ese asunto enlaza justamente con otra de las cuestiones en la que ambos tienen un criterio muy similar. ¿Qué le dirías a un amigo que plantea irse ahora a vivir a Londres? La respuesta parece estar clara. «Pues es complicado –señala Daniel– aunque hay que decir las cosas como son. Yo le diría que se viniera pero que va a tener problemas. Lo que está ocurriendo es que las empresas se están pensando más si contratar a un europeo o no hacerlo por lo que pueda ocurrir. Ahora mismo es casi más fácil con un americano, porque ya conocen el trámite aunque no sea sencillo», explica.
Más o menos lo mismo opina Javier, que sostiene que ir ahora a Reino Unido es un «riesgo». «Para darte una residencia te van a pedir un empleo. El gran cambio será que no ocurrirá como hasta ahora que la gente de España venía sin trabajo a buscarse la vida. No es el caso de mi esposa y el mío, pero muchos de nuestros amigos vinieron así, y siguen aquí después de muchos años», relata.
Tal como está la situación, ninguno de los dos se cierra la puerta a volver a España en el futuro, aunque de momento no entra en sus planes, pero tampoco de quienes les han contratado. «En mi empresa nos han dado la tranquilidad a los europeos de que el contrato seguirá vigente pase lo que pase. Es imposible decir que esto no cambiará, pero entiendo que no es lógico que suceda», afirma Javier, que sí se muestra más preocupado por otra cuestión. «La posible caída de la economía es otra cosa. Nosotros nos hemos comprado una casa que podría perder valor», cuenta. En cualquier caso, ambos apelan a la necesidad de buscar una solución , pero sobre todo a que haya más certidumbre. «El único escenario bueno es que no hubiera 'Brexit'», se lamentan.
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