
Cuando el malagueño Vicente Jiménez Ifergan empezó a ver las imágenes que llegaban de la invasión rusa a Ucrania supo que se no podía quedar sin hacer nada. Este coleccionista, que está al frente de la Ifergan Gallery, que expone piezas de arte fenicio, tiene un vínculo muy estrecho con el país: su hijo nació en Ucrania. De ahí también la amistad que mantiene con una familia que estaba sufriendo el asedio de las tropas rusas, a las que este empresario se dispuso a sacar del país y traerla a Málaga. Lo que iba a ser una familia, al final, se ha convertido en un acto de humanidad que se extiende a 47 personas. La capacidad que tiene el autobús que logró alquilar una vez, desplazado a Polonia, vio con sus propios ojos el sufrimiento que padecen los refugiados ucranianos que llegan a la frontera que mantiene Ucrania con el país polaco.
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La guerra contra Ucrania ya se ha convertido en una guerra contra la población civil. Las estimaciones de Naciones Unidas ya hablan de más de un millón de personas desplazadas, que han dejado sus casas para huir del conflicto. Los ataques por aire, la llegada de tanques y el asedio por parte de los soldados rusos ha hecho que muchos salgan corriendo. Sobre todo, mujeres y niños, aunque en la mayoría de casos sin un destino concreto.
«La logística para conseguir el autobús ha sido muy complicada», explica Jiménez Ifergan, que, en estos momentos, se encuentra en Polonia, a la espera de que el autobús fletado pueda poner rumbo dirección a Málaga. «La idea inicial fue la de fletar un autobús de 86 plazas, pero tenía que venir de Rumanía y salir enseguida», señala este empresario malagueño que él necesitaba un vehículo con capacidad para recorrer distintos campos de refugiados, «en busca de personas que quisieran venir a Málaga».
En estos momentos asegura sentirse «agostado física y mentalmente», pero feliz porque 47 personas van a poder llegar a la capital de la Costa del Sol. Jiménez Ifergan tuvo claro desde el minuto uno que él quería ayudar. Por ahora, está corriendo con todos los gastos.
De hecho, relata como ha tenido que «negociar» los precios para que sea viable. A partir de aquí, este empresario malagueño se ha propuesto traer a más familias ucranianas hasta Málaga, aunque apela a la ayuda de cualquier institución privada o pública para no tener que correr con todos los gastos de fletar un segundo autobús.
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Una vez que estos refugiados lleguen a Málaga, Jiménez Ifergan espera contar con «el apoyo y la concienciación de la ciudadanía para acoger a las familias que lleguen a Málaga y poder dotarlas de un sitio donde dormir». Por ahora, asegura, está en colaboración con entidades públicas para gestionar la acogida de los refugiados.
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