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Anabel Ocaña, Paula Gil-Cepeda, Adrián Ruiz y Juan Robles, las cuatro mejores notas de los premios extraordinarios de Bachillerato, fotografiados en el Parque de Málaga. SALVADOR SALAS
Premios extraordinarios de Bachillerato: Jóvenes que no se ponen límites

Premios extraordinarios de Bachillerato: Jóvenes que no se ponen límites

Dobles grados de Matemáticas con Física o Informática y estudios de danza son las preferencias de los estudiantes que han conseguido las cuatro mejores notas

Lunes, 12 de julio 2021, 00:28

Terminaron la selectividad, con notas muy destacadas, pero aún así no se conformaron. 272 alumnos se presentaron a los exámenes para premios extraordinarios de Bachillerato. Las primeras 12 mejores notas tendrán esta mención en su expediente, además de un premio en metálico de 500 euros. SUR ha reunido a los cuatro estudiantes con mejor nota en Málaga: Juan Robles Angulo (38,8 sobre 40), estudiante del San Estanislao de Kostka; Anabel Ocaña Balbuena (37,7), del colegio San Francisco de Asís de Mijas; Adrián Ruiz Doblas (37,25), del IES n.º 1 Universidad Laboral y Paula Gil-Cepeda Gómez (36.5), que ha sido alumna en el Sagrado Corazón (Esclavas). El pasado lunes 28 de junio se realizó la prueba, que consta de cuatro exámenes (comentario de texto filosófico, primera lengua extranjera, comentario de texto histórico y la materia de modalidad), cada uno puntuado hasta un 10, por lo que la nota máxima es 40.

Rozando la puntuación máxima ha quedado Juan Robles Angulo, con su 38,8. Acostumbrado a las buenas notas, casi no da importancia a ser el mejor de toda la provincia en este examen. «Los contenidos son muy similares a selectividad, así que repasé un poco, no es que le dedicara demasiado tiempo, pues prácticamente es lo mismo que estudiamos para selectividad», dice el joven. Con su 13,95 en la PEvAU no ha tenido problema para lograr plaza en la carrera que desea, el doble grado de Informática y Matemáticas, el que más nota de corte ha tenido en esta primera adjudicación. Como Juan, se inclinan por carreras de ciencias Adrián y Paula, que quiere estudiar un doble grado de Física y Matemáticas. Anabel es la excepción: se irá a Madrid a hacer realidad su pasión desde niña, la danza. Aunque en su currículum consta ya como ganadora de la fase provincial de las Olimpiadas de Economía, entre otros méritos.

Tras estos magníficos expedientes se encuentran jóvenes trabajadores y responsables, pero al mismo tiempo alegres, con ganas de divertirse, de salir con sus amigos, de hacer deporte y de pasarlo bien. Afrontan esta nueva etapa de su vida con ilusión y también con algo de temor: saben que han escogido carreras muy exigentes, que les obligarán a muchas horas de estudio, aunque también quieren disfrutar de la vida de estudiante, ya sea en Málaga o en otras ciudades.

El doble grado de Física y Matemáticas ha sido el elegido por Adrián Ruiz y Paula Gil-Cepeda. Tendrán que irse fuera de Málaga, lo más cerca a Granada o Sevilla. Aunque no les importa irse más lejos con tal de poder estudiar lo que más les gusta. La excepción a esta tendencia de carreras científicas entre los alumnos con mejor expediente la rompe Anabel Ocaña, que ha podido alcanzar un sueño largamente acariciado: estudiará danza en Madrid. Y también una carrera universitaria, Lenguas Modernas en la Complutense.

A Juan el interés por las matemáticas le viene de familia: su madre es matemática. «Desde pequeño me han interesado, y además se me han dado bien», explica. Poder combinarla con la informática es una gran oportunidad, pues es una materia que está en alza, hay una auténtica explosión y las grandes compañías son empresas tecnológicas. «Creo que se va a desarrollar mucho en el futuro, hay mucho por innovar y descubrir, y tengo mucha curiosidad por estar en todo este proceso que ahora no sabemos hasta dónde nos va a llevar», afirma Juan.

También a las matemáticas, pero combinadas con la física, quiere orientar su futuro Adrián Ruiz. Las matemáticas le gustan «desde siempre», y en Secundaria descubrió la física, que también le ha entusiasmado. En sus padres y profesores de la Laboral (Antonio Romero y el propio director, Juan Jesús Larrubia, también matemático) ha encontrado el apoyo necesario para desarrollar su amor y dotes para esta disciplina: le han animado y estimulado, le han acompañado en las Olimpiadas de Matemáticas y ha participado en el proyecto Estalmat, para la detección y el estímulo del talento precoz en matemáticas, con viajes semanales a Granada, donde se desarrolla este programa.

Paula Gil-Cepeda también quiere estudiar el doble grado de Física y Matemáticas. Su nota de selectividad (13,685) está una décima por debajo de la de corte en Granada (13,775) y Sevilla (13,773), las dos únicas universidades andaluzas que ofertan este título. Confía en que en las próximas adjudicaciones baje la nota y pueda conseguir plaza. No obstante, también tiene entre sus preferencias el doble grado de Matemáticas e Ingeniería de Telecomunicación, para la que sí tiene nota suficiente en la UMA. Como en el caso de sus compañeros, las matemáticas «me han gustado desde siempre», y en especial en segundo de Bachillerato, «cuando ya hemos visto cosas más importantes y difíciles». De la física, le atrae todo lo relacionado con el espacio, de manera que también esta carrera es de las que ha señalado en su solicitud para la universidad.

Aunque se le dan bien las matemáticas (ha sido la ganadora de la fase provincial de la Olimpiada de Economía y participó en la competición nacional, en la que quedó en décimo puesto), Anabel ha cogido otro camino bien distinto. «Mi madre es economista, y verla tantas horas delante del ordenador me sirvió para convencerme de que eso no es lo que quiero para mí», afirma la joven. Desde pequeña es una apasionada de la danza, que ha aprendido en la escuela municipal de Fuengirola. Ha hecho la prueba de acceso y ha sido admitida en el conservatorio profesional Carmen Amaya de Madrid. «Ha sido mi sueño desde pequeña; bailar es lo que he querido desde siempre y ahora voy a tener la oportunidad de dedicarme a lo que siempre he querido», dice. Es muy consciente de las dificultades que supone abrirse camino en el mundo del arte, pero ella asegura que se siente «muy motivada; solo el hecho de haber entrado en Madrid ya supone una gran satisfacción, las pruebas del conservatorio no han sido fáciles, y me alegra que se hayan fijado en mí y me hayan admitido. Cuando uno tiene una pasión y ves que te puedes dedicar y formarte en ello es una motivación constante», señala.

El curso recién terminado ha sido un gran reto para todos. En sus colegios y en la Laboral han tenido clases presenciales, lo que ellos agradecen porque ha sido una gran ayuda. «El centro ha hecho un gran trabajo y esto la verdad es que nos ha venido muy bien», señala Adrián, alumno del IES Universidad Laboral. Juan Robles también ha asistido a clase presencial, aunque considera que los profesores han mejorado mucho en sus habilidades digitales y «se puede dar una clase telemática con muy buen nivel. Pero lo mejor, y lo más justo para los que no tienen los mismos recursos, es la presencial», afirma. En el colegio de Paula ha habido algunos contagios, pero fuera de las aulas, de manera que en su caso no ha perdido ninguna clase durante el curso.

La universidad abre para ellos un mundo de posibilidades, estén en Málaga o tengan que salir fuera. Anabel reconoce que a sus padres les gustaría que se quedara en la capital, pero «entienden que me vaya, saben que es lo que me hará feliz», dice. Consciente de que la carrera artística tiene un límite temporal, estudiará por la tarde Lenguas Modernas en la Complutense.

Adrián confía en poder entrar en Granada, ciudad que conoce del proyecto Estalmat. Juan, que sí podrá estudiar en Málaga, reconoce una cierta ansiedad ante la llegada a la universidad: «En el instituto, la familia, te presentan esta etapa como muy idílica, como un mundo nuevo. Pero sé que tendré que ponerme las pilas para estudiar, porque al final sacar el curso será cuestión de ir a clase y estudiar mucho. Voy tranquilo por los mensajes de amigos y familiares, que me dicen que es una experiencia al principio costosa, que me puedo sentir perdido, pero que es cuestión de trabajar y no tirar la toalla».

Paula se siente ilusionada ante esta nueva etapa en su vida, que supondrá también la independencia familiar al salir de su casa y ciudad. También reconoce un cierto temor, pues es un doble grado muy exigente y difícil. Pero también sabe que «es cuestión de organización. Se puede sacar tiempo para estudiar y para salir y hacer otras cosas».

A los cuatro les espera un verano de viajes y de playa. De leer, ver películas o series o de hacer deporte. De pasarlo bien con sus amigos y familia. De recuperar parte del mucho tiempo que han invertido en estos últimos años en una formación que les permitirá seguir cosechando éxitos en esta nueva etapa universitaria que afrontan con total ilusión.

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