Málaga pierde en una década la mitad de sus oficinas bancarias

Porque Algatocín es uno de los 48 municipios de la provincia que carece de sucursal bancaria y la cifra representa casi la mitad de las 103 localidades repartidas por el mapa malagueño. «Llevamos sin oficina más o menos un año y ha sido un 'palo' muy grande, sobre todo para las personas de más edad, que tienen una relación más física con el dinero. Es cierto que no suelen hacer muchos movimientos, pero tienen la necesidad de consultar el saldo de sus cuentas, en especial quienes cobran la pensión mínima, para llevar el control de gastos e ingresos. Lo que antes era consultar la cartilla, ahora lo tienen que hacer desde sus teléfonos o desde el ordenador y aquí intentamos ayudarles en ese proceso», brinda Jiménez.

Tampoco las comunicaciones ayudan mucho a paliar ese aislamiento. «El autobús que lleva a Ronda cambió el horario y ahora sale por la mañana temprano y vuelve a las seis de la tarde. Eso es todo el día y representa un trastorno terrible para una persona mayor», lamenta Jiménez. Hace unos meses, el ayuntamiento de la localidad malagueña instaló un cajero automático a costa del presupuesto local. «El alquiler cuesta 900 euros al mes, pero cuanto más se use, más barato sale el arrendamiento. Ahora estamos pagando menos de la mitad de la cantidad inicial», detalla José Manuel López, alcalde de esta localidad malagueña donde viven unos 900 vecinos.

A la realidad cotidiana que viven los vecinos de Algatocín le pone números el Banco de España en unas estadísticas que ilustran el cuarto menguante en el que entró el mapa de sucursales hace ya unos años, motivado por el constante proceso de concentración en el sector y por la creciente digitalización de los servicios financieros. Así, la provincia de Málaga ha perdido la mitad de sus sucursales durante la última década y el fenómeno afecta a los pequeños municipios del interior, pero también a los situados cerca de la franja costera.

Ahí está, por ejemplo, Algarrobo, que se ha quedado con la mitad de su número de sucursales desde 2015, primer año en el que ofrece datos por municipios el Banco de España. «Nosotros podemos llorar con un ojo -ofrece Alberto Pérez, alcalde del municipio axárquico-, porque se quedaron tanto en el pueblo como en Algarrobo Costa dos oficinas bancarias. Algunos clientes afectados por los cierres decidieron cambiarse de entidad y, además, estamos bien comunicados con municipios más grandes como Vélez-Málaga, donde la oferta de oficinas físicas sigue siendo importante».

En el caso de la cabecera de la comarca (Vélez-Málaga), aún quedan 29 sucursales, si bien la retirada de las oficinas también se deja notar en los grandes municipios. Sin ir más lejos, en Vélez-Málaga el número de sucursales se ha reducido un 33% en los últimos siete años. Más acusada todavía es la pérdida en municipios como Marbella (-42%), Antequera (-41%), Fuengirola y Estepona (-40%), Torremolinos (-39%) y Rincón de la Victoria (-38%) hasta desembocar en la capital malagueña y su mengua del 36% en el parque de oficinas bancarias. Del otro lado, a la vista del informe elaborado por el Banco de España, una quincena de municipios de la provincia ha mantenido en este tiempo su red de sucursales.

Al levantar la vista desde el mapa provincial hasta el nacional, las cuentas del Banco de España determinan que la red de oficinas bancarias en la provincia de Málaga se ha reducido un 51,8% en la última década, pasando de las 1.167 sucursales censadas en 2012 a las 563 dependencias contabilizadas este verano. El porcentaje deja a la provincia justo en el fiel de la balanza nacional. Del lado más mermado, Tarragona (-67,9%), Barcelona (-66,8%) y Castellón (-62%); en el extremo opuesto, Cuenca (-25,7%), Teruel (-31%) y Albacete (-32,2%) son las ciudades donde menos se ha reducido la oferta de oficinas bancarias.

También se puede levantar la mirada, en este caso, para echar la vista atrás en las estadísticas del Banco de España. El organismo analiza el mapa territorial de oficinas bancarias con datos desde finales de 1974 y con esa perspectiva puede apreciarse cómo la provincia de Málaga tocó techo con 1.407 sucursales abiertas en el verano de 2008. Justo aquel año estallaría la crisis financiera procedente de Estados Unidos y, desde entonces, el volumen de sucursales ha ido cayendo hasta quedar cerca del censo inicial del Banco de España inaugurado hace ahora 48 años.

«Entendemos que las entidades financieras son empresas privadas y que al final es una cuestión de números, pero para los pueblos pequeños, quedarse sin oficina bancaria es un trastorno muy grande, sobre todo para las personas de más edad», cierra Curro Jiménez desde Algatocín. Eso sí, al menos, dentro de poco este pueblo serrano tendrá un segundo cajero automático que no sólo permitirá sacar dinero, sino también realizar operaciones como el pago de recibos. «Será a través de códigos de barras, así que habrá que ponerse de nuevo con los vecinos para que todos puedan aprender», saluda Jiménez con buen ánimo tecnológico, que para eso es agente de innovación local.