Para medir el envejecimiento de una ciudad se usan muchos indicadores. Y muchos son benévolos con Málaga, que parece algo menos envejecida que el conjunto de España. Por ejemplo, la edad mediana de las personas que viven en la capital es de 43,73 años. ... Es decir, si se pusieran en fila todos los habitantes de la ciudad ordenados por su edad, quien quedaría justo en el medio sería alguien de cerca de 44 años. Esto significa que en la capital hay tantas personas mayores de esa edad como más jóvenes. No se trata de una cifra muy provecta. En Sevilla se supera esa edad; en Bilbao está por encima los 48; y en Valladolid alcanza los 50 años.
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Más datos. El grueso de la población de Málaga, el 67,11%, tiene entre 14 y 64 años. Esa información, en realidad, no dice mucho: los vecinos de esta edad llevan una década representando esa proporción de la ciudad. Pero sí es muy de reseñar que si los niños hasta catorce años son el 14,3% de la población malagueña, los vecinos de 65 años o más representan el 18,5%. De los cerca de 580.000 habitantes de la capital, 82.800 son niños, cifra inferior a las 107.000 personas que han cumplido los 65 años. En Málaga hay más jubilados que infantes desde 2014. Entonces, cuando se produjo el 'sorpasso' de los abuelos a los nietos, el 16,22% de la población tenía 65 años o más; frente al 16,14% de niños. Pero, a partir de ahí, los mayores no han dejado de ganar terreno y la infancia, de perderlo.
Con todo, Málaga es sensiblemente más «joven» que España, donde los mayores de 65 son casi el 20% de la población, mientras que los niños no llegan al 14%.
Con mayor o menor intensidad, el envejecimiento es generalizado en toda la geografía española. Juan José Natera, profesor de Geografía en la Universidad de Málaga, expone los factores que explican el fenómeno a nivel local: las personas viven cada vez más años, lo que hace que cada vez haya más gente de más de 65 años; a ello se suma que cada vez nacen menos niños; y, como último ingrediente, Málaga es un municipio dentro de un área metropolitana con una dinámica muy particular: el crecimiento vegetativo (la renovación generacional) acaba yéndose de la capital a la periferia o, como expresa el profesor, «Málaga exporta fuera su natalidad». A barrios del extrarradio y también a los municipios limítrofes.
Pero la demografía de cada barrio tiene singularidades. Así, Teatinos es a primera vista el vecindario más joven; mientras que Mármoles-Carranque es el más envejecido. Más en concreto, Teatinos es el barrio de Málaga en el que más pesa la población infantil: el 20,8%, uno de cada cinco vecinos, tiene menos de catorce años y sólo un 7,6% ha cumplido los 65 años. Eso significa que de sus 42.472 habitantes, más de 8.800 son niños y poco más de 3.200, mayores. Según explica Natera, esta distribución por edades se debe a que es una zona de expansión urbana cuyo tejido poblacional está formado por familias jóvenes con niños, en particular, por los hijos y los nietos de las personas que habitan los barrios «viejos».
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20,81% de los habitantes de Teatinos
tienen 14 años o menos, la proporción más alta de toda la ciudad. Además, sólo el 7,61% de sus 42.472 vecinos tienen 65 o más, la cifra más baja de Málaga. Estos datos convierten a este distrito en el más joven de la capital.
Aunque a veces hasta los abuelos se mudan. Por ejemplo, Trini Merino. Está sentada en una terraza de Teatinos con parte de su familia y cuenta que ahí viven sus tres hijos con sus seis nietos. También su marido y ella se han trasladado al barrio procedentes del área alrededor del Hospital Regional. Y expone por qué Teatinos resulta tan atractivo para la infancia y la gente joven: «Tiene avenidas amplias, parques infantiles, muchos servicios para los niños y colegios. Yo he criado a mis hijos en Carlos Haya, pero allí no había espacios para que tuvieran bicicleta». Dolores Belmonte regenta un quiosco de golosinas y dice que sólo echa en falta fuentes ahora que hace tanto calor. Por lo demás, ve bien adaptada la zona para sus vecinos, «gente de treinta y tantos años, en edad de tener hijos», y además la cree muy atractiva para su negocio, con mucho público objetivo al que venderle dulces. En otro sitio, confiesa, «me moriría del asco».
Palma-Palmilla también está muy nutrido de niños. Si este distrito cuenta con 30.313 vecinos, el 18,4% son menores de catorce años y sólo el 13% son mayores de 65. Aquí la clave está en que, explica Natera, es un barrio asiento de inmigrantes laborales –vienen a España a trabajar– con una natalidad más alta. Es muy interesante interseccionar la edad de la población de los barrios con su origen geográfico, porque ello da muchas más claves. Palma-Palmilla, con algo más de un 15% de su gente nacida en el extranjero, es una de las áreas de la ciudad con más población foránea –la media de la ciudad es del 13%, aunque en el Centro o en la Trinidad se supera el 22%–.
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Teatinos y Palma-Palmilla no son las únicas zonas en los que los niños son más que los mayores. También sucede en Guadalhorce o en Campanillas, ubicadas en áreas de expansión de la ciudad. O, por menos distancia, en Puerta Blanca-Fincal El Pato o en Churriana-Bahía Málaga también la infancia pesa más que la gente en edad de estar jubilada.
La cuestión es si las políticas públicas municipales se adaptan a la composición demográfica de cada barrio. En este sentido, fuentes municipales explican que, para instalar parques infantiles en una calle u otra, además de la demanda vecinal, también se tienen en cuenta los índices de población que elabora el Observatorio del Medio Ambiente Urbano. Señalan por ejemplo que el impacto de uso de estos parques es mayor en Teatinos y que eso lo detectan con el servicio de mantenimiento de parques y jardines del Consistorio.
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En el lado contrario está Mármoles-Carranque, donde más del 25% de la población, cerca de 5.300 del total de 20.000 vecinos, uno de cada cuatro, tiene 65 años o más. Pero sólo un 10,7%, 2.200 personas, es menor de 14 años. Entre los barrios más envejecidos está además La Unión-Cruz del Humilladero, donde casi uno de cada cuatro habitantes ha cumplido los 65, mientras que la infancia representa sólo el 12% de sus 35.341 vecinos.
Juan Trujillo ya no vive en Carranque, pero alguna vez va a la heladería Mira de la plaza de Pío XII, a los pies de la iglesia de San José Obrero, como esta tarde de verano. Lamenta que «ahora lo que queda en barrios como éste son abuelos» y que «los niños han emigrado». Antes, rememora, en la plaza había mucho bullicio, con su cine, su hamburguesería, la papelería… Ahora todo es silencio. «Este barrio está más desnutrido de población», añade Trujillo.
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25,67% de los habitantes de Carranque tienen 65 años o más
Sólo se acerca a esta cifra La Unión-Cruz del Humilladero, con el 24,69%. De los 20.581 habitantes de Carranque, sólo el 10,72% tiene menos de 14 años, el porcentaje más bajo de toda la ciudad.
Sus pobladores llegaron al barrio en los años sesenta o setenta con alquileres con opción a compra. Ana Galacho, que ha recalado en el vecindario esa misma tarde para refrescarse con un helado, y que trabajó en su centro de salud, explica que esos vecinos originarios han ido envejeciendo y que los hijos no se han quedado a vivir en el barrio. Ello ha sucedido, explica, porque la oferta inmobiliaria no es amplia: abundan las casas mata que ocupan mucho espacio y que están habitadas por gente mayor en su mayoría. Por lo demás, los bloques de pisos, que no suelen tener más de tres o cuatro plantas, no son atractivos para las nuevas generaciones: son antiguos, no se han hecho modificaciones ni mejoras, por lo que la gente joven no busca ahí casas. «No es un barrio que haya mejorado, se ha quedado parado en el tiempo», añade. «Aquí no ha venido gente nueva. Nos hemos quedado los que estábamos», ratifica Andrés Fontalba, un vecino cerca de la sesentena que no se ha movido de esas calles desde que nació. Y si bien es un barrio que se ha terminado quedando muy céntrico, «no tiene grandes servicios; y ocio, nada», valora Galacho. Al menos, el centro de salud sí está a mano, lo que tiene su relevancia teniendo en cuenta que sus vecinos son muy demandantes de servicios médicos.
Desde el Ayuntamiento explican a SUR que las actividades para el ocio y el envejecimiento activo de los mayores se programan valorando el movimiento asociativo de cada distrito, que se coordina en el Consejo de las Personas Mayores, y teniendo en cuenta la disponibilidad de equipamiento que existe en cada barriada.
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Según Natera, no hay una mejor composición demográfica que otra. Pero a lo que sí da importancia es a que los barrios estén bien dotados de servicios para cubrir las necesidades de su población y adaptados tanto a su volumen como a sus características.
Teatinos y Carranque son el haz y el envés de la misma realidad: los hijos de los vecinos de Carranque alimentan Teatinos. Y lo más probable, aventuran las personas con quienes hablamos, es que el destino de Teatinos sea el de Carranque en tres o cuatro décadas.
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Aunque barrios con muchos niños como Palma-Palmilla tienen un relativamente alto porcentaje de población nacida en el extranjero, esta circunstancia también se da en barrios envejecidos. Por ejemplo, en La Trinidad, con uno de cada cinco vecinos mayor de 65 años y un 12,4% de niños, tiene más de un 22% de población nacida en el extranjero. En Carranque, el 18% de los vecinos también tiene origen foráneo, igual que Cruz del Humilladero (donde una de cada cuatro personas es mayor de 65 años y sólo un 12% tiene menos de 14).
Según Natera, esta convivencia de población envejecida con una relativa alta proporción de personas nacidas en otros países se debe a que son vecindarios con casas antiguas que no cumplen con los requistos de la población joven y, por ello, tienden a ser barrios en los que la vivienda es más barata y más accesible para quienes vienen de otros países por necesidad económica.
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