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Por primera vez, un estudio de ciudades a escala europea pone en relación la falta de zonas verdes y la contaminación atmosférica con el número de muertes evitables. Y Málaga no sale precisamente bien parada. La capital de la Costa del Sol aparece entre las ... urbes en las que se podría prevenir un mayor número de muertes, si hubiera más masa verde y menos humos.
En el caso concreto de la ciudad de Málaga, el informe calcula unas 600 defunciones vinculadas a la calidad del aire, cada año, teniendo en cuenta el índice de vegetación y la contaminación por partículas (PM 2.5) y por dióxido de nitrógeno (NO2), según el extenso estudio liderado por investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), sobre el que la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga (UMA) está trabajando para extraer conclusiones locales. Entre ellas, destaca el hecho de que dos de cada tres vecinos viven en barrios con menos vegetación de la que está recomendada para que estos sean saludables, y con grandes diferencias entre la zona este y oeste.
Tras agrupar las urbes que forman parte de un mismo área metropolitana, el ránking final incluye 858 aglomeraciones europeas. La lectura de los datos es inversa, esto es, la primera posición es para la ciudad con los peores datos de mortalidad, mientras que la posición 858 tiene los mejores registros. Si se analiza por la capa de contaminación, dos ciudades italianas (Brescia y Bérgamo) ocupan las primeras posiciones; mientras que Umea, en Suecia, y Oulu, en Finlandia, son las más saludables. Por la pestaña de espacios verdes, de nuevo dos urbes italianas tienen el triste honor de la peor posición –Trieste y Turín– mientras que Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria) y Paredes, en Portugal, son las mejor valoradas.
En el caso de Málaga, en lo que se refiere al índice de vegetación la capital está en la mitad inferior de la tabla, en concreto en la posición 506, lo que es positivo. En cambio, está en la parte superior del ránking en España (con el puesto 35, negativo) y el número 10 de 22 urbes andaluzas. En este caso, lo peor es la diferencia que hay entre barrios: el 62% de los malagueños, esto es, dos de cada tres, viven en calles con un Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) por debajo del recomendado, básicamente en los distritos más densamente poblados del oeste. Sólo el 38% tiene suficiente vegetación cerca de su residencia, sobre todo en los barrios del este.
Ello da lugar a 75 muertes que serían evitables cada año por esta causa. Otros 204 fallecimientos son achacables a la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2); y 304 más por las altas concentraciones de partículas en suspensión (PM 2.5), siempre según el citado informe. De hecho, la ciudad sale especialmente mal parada cuando se mide el NO2, donde ocupa el puesto 196, en la parte superior de la tabla, por encima de la media de la UE; y lo mismo ocurre con la concentración de partículas (puesto 328).
El documento tiene en cuenta cinco municipios en la Costa del Sol, al considerarlos parte del área metropolitana malagueña. Fuengirola es el peor situado, en el puesto 304, seguido de la capital. Marbella está en una posición mejor (620) y destaca por el hecho de que la mitad de su población tiene suficiente vegetación. Le sigue Benalmádena (678), y un municipio malagueño que está entre los mejor situados de toda la UE en el índice de vegetación: Torremolinos, en el puesto 757. Con todo, persisten fuertes diferencias según los barrios, donde siete de cada diez vecinos viven por debajo del nivel óptimo en cuanto a zonas verdes.
En Andalucía, la ciudad de Cádiz es considerada la peor de toda Europa cuando se mide únicamente la variable de áreas verdes; y varios municipios de la misma provincia están en el grupo de cabeza. Sevilla también aparece mal posicionada: es la 92 de la UE, con 87 muertes evitables al año por esta causa. En el extremo de las mejores ciudades europeas para vivir –según esta variable– aparece Marbella.
La clasificación de la contaminación del aire se basa en una puntuación de carga de mortalidad asignada a cada ciudad. Las puntuaciones se han calculado con un algoritmo que tiene en cuenta las tasas de defunción, el porcentaje de mortalidad que sería evitable y los años de vida perdidos por cada contaminante del aire y la carencia de vegetación. El ránking está disponible para todos los interesados en la web: isglobalranking.org/es/inicio.
El equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha estimado por primera vez los impactos de la falta de exposición a espacios verdes sobre la salud en Europa a nivel urbano y sus consecuencias sobre la salud de los ciudadanos. Los investigadores han estimado la mortalidad anual por falta de espacios verdes, tomando como referencia la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 10 metros cuadrados por habitante. A partir de los resultados hay dos listas: una para el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) y otra para el porcentaje de área verde (% GA).
«En cuanto a la vegetación no estamos para tirar cohetes en Málaga». Es la primera conclusión de Enrique Salvo Tierra, botánico, profesor de Ciencias Ambientales de la UMA y director de las cátedras para la Conservación de la Naturaleza de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), y FyM de Cambio Climático. «La capital está dividida en dos desde el punto de vista de la vegetación», explica. De una parte, el área oriental, del río hacia el este, tiene una alta densidad de zonas verdes, pero ocurre justo lo contrario en la zona occidental, con un déficit importante y, por tanto, «baja capacidad para filtrar los contaminantes por la escasez de vegetación, y todo ello relacionado con el flujo de circulación de automóviles». De ahí que, para el investigador, sea imperativo favorecer la llamada «ciudad de 15 minutos», en referencia al tiempo necesario para hacer una vida cotidiana en desplazamientos a pie o por medios no contaminantes; así como invertir más en transportes sostenibles «y, por supuesto, replantar las calles con arbolado».
El informe del Instituto de Salud Global de Barcelona, sobre el que Salvo está trabajando para extraer conclusiones a nivel local, tiene especialmente en cuenta el impacto de la falta de exposición a los espacios verdes sobre la salud de los ciudadanos, con dos variables: la vegetación existente (no necesariamente áreas verdes) en riberas de ríos, bosques urbanos y alineaciones arbóreas de calles; y el porcentaje de áreas verdes por habitante. De esta forma, se ha hecho un ránking que estima el impacto de la contaminación atmosférica en la salud de los europeos.
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