La cita se desarrolla en el porche de Villa Letiti, una casamata con jardín situada muy cerca de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en la Cala del Moral, ya que la temperatura veraniega en pleno otoño invita a charlar al aire libre. Sentado ... en una de las butacas está Antonio Cordero, un histórico de la política malagueña, al que la enfermedad apartó de la primera línea hace unos años. Concretamente, el 8 de junio de 2011 asistió a su último pleno en el Ayuntamiento de Málaga poniendo el punto y final a casi dos décadas y media en la vida municipal como concejal en la capital, donde llegó a ser candidato a la Alcaldía. Durante hora y media, este enfermero, especialista en análisis clínico, nacido el día de Nochebuena de 1946 dialoga con SUR sobre su profesión, su trayectoria en la Casona del Parque, la política y la enfermedad.
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«No estoy como estaba hace año y medio; estoy algo peor y no camino de la misma manera». Así responde cuando se le pregunta por su estado de salud. Cordero explica que a la EPOC que padece desde hace años y que le obliga a un tratamiento de oxigenoterapia se unió hace poco tiempo que sufrió un embolismo pulmonar y una trombosis en cada pierna. «Un caso grave», apostilla, al tiempo que añade que aún se encuentra en tratamiento con anticoagulantes. Ambas patologías le han limitado la autonomía de movimientos por lo que son pocas sus salidas (sobre todo a citas médicas) y su refugio es la lectura.
De tener una agenda repleta cuando estaba en política, la rutina diaria de Antonio Cordero es ahora «muy sencilla y apacible». «Siempre he dormido poco y ahora tampoco duermo mucho. Me levanto temprano y lo primero que hago es tomar los aerosoles, los medicamentos y dos horas de oxígeno. Cuando termino y desayuno, leo la prensa local y algo de nacional antes de ponerme a caminar despacio por la casa durante un par de horas. Después me enfrasco en la lectura; me gusta mucho la novela negra e histórica. Al mediodía, tras comer, vuelvo a tomar los aerosoles y a leer. Lo mismo hago por la tarde-noche, tras mi sesión de aerosoles me pongo a ver alguna película», relata.
Asesor de dos ministros
'Morir en África', 'Cuenta a las abejas que me fui', 'Siete agujas de coser', 'La muerte contada por un sapiens' y 'La mano del arquero' son los títulos de los últimos libros que ha leído mientras que sobre la mesa espera 'Revolución' de Arturo Pérez Reverte. «Tengo una buena biblioteca», subraya quien fue presidente del Colegio de Enfermería de Málaga, cofundador de la Confederación de Colegios Andaluces de Enfermería (hoy Consejo General Andaluz), exvicepresidente del Consejo General de Enfermería de España y antiguo profesor de la Escuela Universitaria de Enfermería de Málaga. Unos compromisos profesionales que fueron su puerta de entrada en la política. Su primer contacto con este mundo llegó en la Transición cuando fue asesor de los ministros de Sanidad por la UCD Juan Rovira Tarazona y Enrique Sánchez de León y del que fuera consejero de Salud en la Junta preautonómica, Fernando Arenas del Buey. Aunque no fue hasta 1985 cuando se afilió a Alianza Popular (AP), en las primeras elecciones municipales fue de número nueve en la lista de la Candidatura Independiente que encabezó el doctor José Atencia.
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Sobre su candidatura a la Alcaldía en 1987: «Nunca pensé que iba a ser el cabeza de cartel y rechacé la propuesta, pero al final me convencieron»
En 1987, bajo las siglas de AP fue el candidato a la Alcaldía de Málaga. «Yo nunca pensé que iba a ser el cabeza de cartel. Los entonces dirigentes del partido me propusieron ser presidente de AP en Málaga y candidato a la Alcaldía. Yo les dije que lo de dirigir el partido me lo podía pensar pero de lo otro les dije que ni hablar. Así se lo transmití al partido cuando concluyó el plazo para comunicarlo. Con esa decisión me fui a casa. Al día siguiente, que estaba con fiebre, un amigo me llamó para decirme que en la prensa aparecía que yo iba a ser el candidato a la Alcaldía. Me cabreé y fui al partido diciendo que iba a dar una rueda de prensa desmintiendo que fuera el candidato, sin embargo, allí me convencieron», rememora. En aquellos comicios AP logró siete concejales y se quedó a pocos votos del octavo ya que les penalizó la división existente entonces en el centro-derecha.
La intervención de Aznar
Cuatro años después, en 1991, cuando tenía asumido de que iría en la lista de Málaga, saltó la sorpresa cuando el partido –ya bajo las siglas PP– planteó que fuera el candidato a la Alcaldía en Rincón de la Victoria, municipio donde había nacido y tenía una vivienda, aunque toda su vida la había desarrollado en Málaga (vivía en El Palo y trabajaba en la Casa de Socorro de este barrio, además de en Carlos Haya y en Citesa). A Antonio Cordero aquella propuesta no le gustó porque no le parecía «ni noble ni normal» ya que consideraba que en Rincón había gente preparada y su sitio estaba en Málaga. «En el partido me dijeron que en Málaga la lista ya estaba hecha y que yo tenía que ir a Rincón. Entonces llamé al jefe de gabinete de Aznar para pedirle una cita y me la concedió en el aeropuerto de Málaga, donde iba a hacer escala en un viaje a Melilla. Federico Beltrán me llevó al aeropuerto y allí le planteé a Aznar lo que había pasado y que no me merecía ese trato. Aznar me dio la razón y le dijo al secretario general, que era Paco Álvarez Cascos, que llamara al partido en Málaga para que fuera en la lista de la capital. Dijo una frase que no se me ha olvidado: 'Así debe ser y así se hará'. Finalmente fui el número seis de la candidatura», explica.
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En total fueron ocho los años que estuvo en la oposición fogueándose en el conocimiento de la estructura municipal y trabando amistad con políticos de otros partidos como el entonces portavoz de IU Inocencio Fernández, a quien considera «un amigo». «Cuando estando en la oposición íbamos a ver los expedientes, nos repartíamos los documentos, uno los pares y otro los impares y luego lo poníamos en común», relata.
Cordero, en un momento de la entrevista.
migue fernández
El resultado de las elecciones de 1995 y la falta de acuerdo de PSOE e IU permitió al PP gobernar por primera vez la ciudad. «Cuando llegamos al poder me sentí eufórico porque vi que era el momento en que teníamos la oportunidad de hacer muchas cosas por Málaga y por los malagueños. Cuando llegamos nos encontramos un Ayuntamiento sin un duro: a los policías los coches se les caían, no nos daban créditos en las gasolineras y no había comida para darle a los caballos», rememora.
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«Celia (Villalobos) me largó un tomate enorme en el Ayuntamiento ya que era el responsable de Vía Pública, Tráfico, Policía Local, Bomberos, SMASSA, Servicios Operativos y presidente de la mesa de contratación de todo el Ayuntamiento. ¡Había noches que me acostaba y daba botes en la cama! Además, llegamos a pocas semanas de la feria y me encontré que Iluminaciones Ximénez me dijo que no ponía ni una bombilla porque le debían aún las dos últimas ferias. Tuve que negociar con él y llegar a un acuerdo», explica, al tiempo que recuerda que gracias al consenso se pudieron sacar adelante proyectos como el aumento de la plantilla de la Policía Local y de los Servicios Operativos, la descentralización de comisarías y parques de bomberos, que era una propuesta que «llevaba en mi programa electoral de 1987», el inicio de la construcción de aparcamientos o la reconversión del antiguo mercado de mayoristas en un centro cultural (el CAC).
A lo largo de los dieciséis años que estuvo en el gobierno municipal, Antonio Cordero asumió diferentes responsabilidades, principalmente vinculadas al área de Seguridad, y fue primer teniente de alcalde, lo que le llevó a sustituir a Francisco de la Torre en algunas ocasiones. «Fueron años de mucho trabajo, donde se hicieron muchas cosas y donde tuvimos muy buenos equipos para transformar la ciudad», subraya.
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«Mi peor momento en política fue el asesinato de Martín Carpena»
De su paso por el Ayuntamiento de Málaga recuerda como los peores momentos «las inundaciones de 1989 y el asesinato de José María Martín Carpena, que nos obligó a tener que llevar escolta, lo cual tuve que gestionar yo como responsable de la Policía Local». En el lado contrario recalca sin dudar que su momento «más grato» fue cuando fue nombrado para encarnar al rey Baltasar en la Cabalgata de Reyes de 1989. «A mí me encantan los niños y aquel día disfruté como un enano, me lo pasé bomba», añade.
«La política no se olvida»
Sobre si echa de menos la política, afirma con rotundidad: «La política no se olvida». Eso sí, Cordero arremete contra los corruptos que «desprestigian» la política y considera que la aparición de nuevos partidos «no ha sido positiva». En este sentido argumenta que «el error» de Ciudadanos fue dar el salto de la política catalana a la nacional: «Es un partido que ha llegado para desaparecer». Sobre Vox considera que «no es la ultraderecha», mientras que sí cataloga a Podemos como un partido de «extrema izquierda» que, a su juicio, está condicionando la labor del Gobierno central.
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Asimismo, el veterano político popular se muestra muy crítico con las leyes de memoria histórica porque «está rompiendo la historia de verdad». «Hemos tenido una dictadura pero desde 1975 estamos viviendo en una democracia plena; no podemos estar permanentemente hablando de la Guerra Civil», agrega.
«De la política y de mi profesión me siento muy satisfecho de las trabas personales que he hecho»
Ante este panorama de polarización política, Antonio Cordero considera que el ciudadano tiene que pensar «muy bien» a quien vota. «En Europa veo a gente que ha votado a la izquierda y si ve que no cumple lo que ha prometido o no le va bien, vota a la derecha. Eso se produce porque votan con la cabeza. Aquí, en España, votamos todavía con el corazón», razona.
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Cordero elogia a Juanma Moreno. «Juanma estuvo de concejal conmigo, lo conozco, sé como trabaja y sabía que no lo va a hacer mal en la Junta. Es un tío magnífico. Aparte de ser una gran persona es un trabajador nato», destaca.
Valoración de los alcaldes
En el transcurso de la entrevista, Antonio Cordero analiza a los tres alcaldes de la capital que ha conocido como concejal. Del socialista Pedro Aparicio, al que conocía como médico en Carlos Haya, afirma: «Le sobró su última legislatura, cuando Málaga estaba endeudada. Sus mejores legislaturas fueron las de 1979 y 1983 porque cogió una Málaga donde aún había calles terrizas e invirtió en la reurbanización de la ciudad».
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«Celia Villalobos era y es una mujer brava con la que comenzamos a transformar la ciudad. El resultado de 1999 –donde logró mayoría absoluta– fue el premio de los malagueños al trabajo bien hecho. Fue una buena alcaldesa y tenía un equipo magnífico», relata.
Con quien más tiempo trabajó fue con Francisco de la Torre. «Yo sabía que se volverá a presentar en 2023 porque física y mentalmente está muy bien. Ya lo dije en su día y lo recalco: Paco es el mejor alcalde que ha tenido Málaga desde los Reyes Católicos. Es el alcalde por antonomasia de Málaga, el mejor alcalde que ha existido», afirma con convencimiento.
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Ahora, ya alejado de la primera línea política, cuando se le pregunta sobre su balance del paso por ella, sostiene: «Me congratulo enormemente de que cuando me encuentro por la calle a funcionarios o a ciudadanos me saludan y me dicen que me echan de menos. De todos los sitios donde he estado en la política y en mi profesión me siento muy satisfecho no de lo que haya podido hacer, que también, sino de las trabas personales que he hecho».
Los últimos minutos de la entrevista giran en torno a sus dos hijos (su tercera hija falleció con once años en un accidente de tráfico), uno de ellos ingeniero informático y el otro industrial, y de sus cuatro nietos, una de las cuáles estudia primero de Medicina. «Ella me pregunta cosas y uno vuelve a recordar cuando estudiaba Enfermería hace ya unos cuantos años», concluye con cierta nostalgia mientras el reloj del cercano campanario marca las señales horarias.
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