Una imagen tomada, este viernes, en una finca de olivos en la provincia de Málaga. SUR

La lluvia en Málaga alivia la situación «dramática» del campo, pero llega tarde para la aceituna

Las asociaciones agrarias celebran las precipitaciones y hablan de un punto de inflexión para «cambiar el ánimo» del sector

Viernes, 9 de diciembre 2022, 14:59

A Antonio Luque se le nota en la voz que está feliz. El presidente de Dcoop, la cooperativa de aceite más grande del mundo, lo confirma al descolgar el teléfono para atender a este periódico. «Acabo de salir de mi despacho para asomarme al campo y ver llover», señala. Acto seguido, precisa una sensación que se hace extensible a todo el agro malagueño: «Ya ni me acordaba de lo que era llover. Esto es una bendición».

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La bendición son las precipitaciones que caen en la provincia de Málaga desde este jueves y que han dejado, por ahora, unos 70 litros de agua por metro cuadrado. Una lluvia anhelada para el campo, tras una sequía que se ha prolongado durante demasiado tiempo. Tanto, que las precipitaciones de estos días llegan tarde para salvar la campaña de la aceituna, que se acaba de iniciar, pero que sirven y mucho para aliviar la situación del campo, calificada de «dramática» por el propio Luque y por el resto de asociaciones agrarias. «Si no llega a llover, hubiera supuesto la ruina de verdad», sentencia el presidente de Dcoop. Lamento y alivio se dan la mano en el balance que hace.

El olivar afronta una de sus peores cosechas de su historia. Para la actual campaña, la de 2022-2023, se espera una caída en la producción de aceite para la provincia de Málaga de 40.000 toneladas. Un 30% menos con respecto a la campaña anterior. Estos aforos, marcados por la propia Junta de Andalucía, no van a mejorar con las precipitaciones de ahora. «Para salvar la actual campaña, este agua ya no sirve. No hay posibilidad de que cambie la cosa, aunque siga lloviendo. Sirve para que haya más cosecha el año que viene. La situación era dramática», abunda Luque.

Una lluvia que sirve para cambiar la perspectiva que había, negra, y que tenía a los agricultores de la provincia sumidos en una depresión. Es la valoración que hace el presidente de Asaja, Baldomero Bellido, a falta de «ver con exactitud cuánta agua va a dejar esta borrasca en Málaga». «Si hablamos del olivar, el agua puede servir para que las aceitunas que estaban en muy mal estado recuperen algo de tamaño. Pero para esta campaña, el agua ya ha llegado muy tarde», explica. Donde sí ve mayor beneficio es para los cultivos herbáceos. En Málaga, estos están representados por el cultivo del cereal. «Con estas lluvias, creemos que ya van a salir adelante», confirma.

El pesimismo predomina si se le pregunta por el sector de los cítricos en la provincia. La producción, que se concentra en la zona del Valle del Guadalhorce, apunta a una caída del 40% con respecto a la campaña anterior por culpa de la sequía. «Tenemos un déficit importante de agua. Eso hace que las previsiones no cambien. A día de hoy, podemos decir que el campo se ha mojado, pero el estado de los embalses no han cambiado mucho», lamenta.

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La lluvia de estos días también da aire al sector de la almendra. La sequía ya había reducido la producción en la provincia en un 30%. Las precipitaciones de ahora «son agua de mayo» para la floración del árbol. Así lo señala Francisco Moscoso, el secretario general de UPA, la asociación que aglutina a pequeños agricultores y ganaderos en la provincia. Al igual que el resto, celebra las precipitaciones y «reza» para que se estiren a lo largo de la próxima semana.

En relación a la campaña de la aceituna, Moscoso lamenta que «este agua no haya caído en octubre o en noviembre». «Nunca llueve tarde, pero sí para salvar esta campaña. Pero, de todas maneras, este agua era necesaria. En el olivar de secano, un 30% del olivo en la provincia estaba en riesgo de secarse», señala.

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Aguacate

Para cerrar el círculo de los cultivos con más peso en el campo malagueño, hay que mirar al aguacate. De entrada, David Sarmiento, uno de los técnicos de Trops, confirma el 'subidón' que suponen las lluvias para el estado de ánimo de los agricultores: «Hoy tenemos todos una sonrisa de oreja a oreja. Hay un montón de fincas sin regar desde septiembre, desde que se cortó el regadío del pantano de La Viñuela».

Sarmiento describe un efecto a corto plazo, de «paliar las necesidades inminentes» de un campo seco, pero de unas precipitaciones insuficientes para solucionar «el problema estructural» que padece el cultivo del aguacate. Todo el sector del aguacate mira a La Viñuela, que está bajo mínimos. «Debería estar al 50% para que podamos estar tranquilos», precisa. Un porcentaje que, pese a las lluvias del momento, queda aún muy lejos.

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