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Apenas tenía tres añitos y ya posaba erguida con los brazos en jarra muy sonriente. «Aunque suene típico, lo llevaba dentro. Le robaba los tacones a mi madre y me ponía a desfilar», confiesa. Lo que no imaginaba Lidia Santos por entonces es que en ... 2011, con 19 años, se coronaría Miss Málaga y en 2013 primera finalista de Miss Universo España. Actualmente, esta modelo nacida en Benalmádena es imagen de grandes marcas como Guess y top 'curvy' de éxito internacional a sus 30 años. Una fama que le llevó a participar en 2019 en la edición de Supervivientes: «Una experiencia muy 'heavy'».
–Para el malagueño de a pie que no sepa quién es Lidia Santos, ¿cómo te presentarías?
– ¡Qué complicado sin que suene arrogante! Ante todo diría que soy malagueña (eso por delante) y modelo. Llevo trabajando en moda -mi pasión- desde que tenía 15 años. Me gusta disfrutar de la vida e intento tener siempre una sonrisa en la cara, algo que me caracteriza. Trato de ver las cosas de la manera más positiva posible.
–¿Málaga siempre por bandera?
–¡Siempre! Vivo en Madrid pero soy de Málaga y presumo de ello. Toda mi familia es de aquí.
-¿Y cómo llega una chica de Benalmádena a convertirse en una top internacional? ¿Orgullosa?
–La verdad es que sí, que estoy muy orgullosa de mí misma. Empecé en esto siendo una niña con muchas ilusiones pero nunca te imaginas llegar alto a trabajar para grandes marcas como Guess, que ya vestía de pequeña. Para mí ha sido un reto. Cuando se me mete algo en la cabeza soy muy perseverante y voy a por ello.
–Con 19 años ya te alzaste Miss Málaga. ¿Cuánto sudor y lágrimas hay tras una corona?
–¡Buf! Hay mucho. Siempre digo que hay que empezar desde abajo. Es importante disfrutar del proceso y aprender. Yo no empecé a trabajar en moda el día 1. A mí me costó. Me hice todos los casting que había en Málaga y Madrid hasta que me cogieron. A partir de ahí me empezaron a llamar. Esto es la ley del dominó, ¿sabes? Cae una pieza, caen todas.
–¿Qué consejo le darías a alguien que esté empezando en esto?
-Que tenga los pies en la tierra y que vaya paso a paso. En este mundo es muy importante tener paciencia y no rendirse porque no es un camino de rosas. Como en muchos trabajos, hay mucho enchufe y también va todo mucho por contactos. Cuando uno quiere algo tiene que luchar por ello.
–De niña ya le robabas los tacones a tu madre y desfilabas por casa, ¿el destino está escrito?
-La verdad es que yo creo mucho en el destino. Sí que pienso que lo modificamos cada día, pero si algo está para ti no te lo quitan: antes o después llega.
–Pese a que los cánones (por suerte) empiezan a flexibilizarse, ¿la dictadura del 90-60-90 sigue siendo cruel?
– Mido 1.83. Soy muy alta. Cuando llegué a Madrid me ponían mil problemas. Sacaban el metro y me ponía a sudar, era mi peor enemigo. Al final la salud es lo primero y te tienes que aceptar primero tal y como eres. Yo soy una chica grande y por mucho que adelgace mi cadera es mi cadera. Por suerte, ahora tenemos más diversidad. Todas las marcas que trabajan hoy a nivel top tienen una modelo 'curvy'.
–El consumidor final demanda realismo... Lo de los cuerpos perfectos, ¿ ya no vende?
–Al final buscas sentirte identificado, que vayas a probarte un vestido y no te sientas ridícula. Antes todo era perfecto, pero ¿qué es la perfección? Depende de los ojos que miran, eso es la perfección. El 90-60-90 no es real, al menos para mí no lo es.
-Has hecho campañas para el Corte inglés, MediaMarkt y para Woman Secret junto a Elsa Pataky. ¿Cómo fue trabajar con ella?
–La verdad que es que es una chica normal. Una mujer maravillosa, siempre con una sonrisa en la cara.
- El miedo a caerte en mitad de un desfile, ¿se supera con los años o es un fantasma que está siempre ahí?
–¡Eso no se va a ir nunca en la vida! (risas). Yo llevo 15 años haciendo pasarela y cada vez que me subo suplico: ¡Por favor, que no se me vaya un pie, que no me resbale, que no me caiga! Esa es la peor pesadilla de una modelo.
–En 2019 viajaste a Honduras para participar en Supervivientes, ¿cómo acabaste allí?
-Siempre dije que no me considero carne de reality, pero un representante me vio por redes, contactó conmigo y me lo propuso. A las dos semanas me dijeron que estaba dentro. Sentí miedo, inseguridades y muchas ganas de decir «¡Yo no me voy!».
-¿Qué lección te dio aquella experiencia tan extrema?
- Sobre todo, aprendí a valorar lo que tengo hoy día.Es una experiencia de vida muy 'heavy'.
–Estamos en temporada alta de dietas, ¿la más absurda que has hecho?, ¿y la más efectiva?
–Es un poco vergonzoso, pero con 14 años o así me puse a hacer la dieta de los cereales de Special K. Desayunaba, comía y cenaba cereales. ¡ Horrible! (risas). La más efectiva realmente es no estresarte por lo que comes, comer de todo, pero buscando un equilibrio. Mucha proteína, mucha verdura, pero no pasa nada si un día te comes una pizza o un helado. Hay que disfrutar, no martirizarte pensando lo que has comido.
-¿Algún secreto de belleza que realmente te funcione?
-Tomo multivitamínico y desde hace poco he sumado a mi rutina el colágeno ¡y es maravilloso!
- Ahora en verano vuelves a Málaga, ¿qué es lo que más echas de menos cuando estás fuera?
- Fácil: la playa. Soy de mar total. Lo echo muchísimo de menos con esta calor infernal de Madrid.
-Por último, tú que has viajado por medio mundo, ¿el destino que digas: «tenéis que ir»?
-África. En Tanzania viví una experiencia de vida brutal. A nivel ya más paradisíaco mi 'top one' es Filipinas. ¡Me pareció espectacular, sueño con volver!
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