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Cuando Yolanda cierra el 'El diario de Greg', su rostro dibuja una amplia sonrisa. «Es mejor el libro que la peli», afirma la pequeña, de 9 años. Su monitor, Andrés Moreno, muestra también la satisfacción del trabajo bien hecho. Porque de eso se trata, de fomentar entre los niños el amor por la lectura como puente hacia el éxito educativo. Así lo avalan muchos estudios, nacionales e internacionales: saber leer bien y, sobre todo, comprender lo que se lee, es fundamental para que los escolares avancen en su formación.
Un centenar de escolares de 16 colegio de la provincia, situados en zonas desfavorecidas, participan en el proyecto Lecxit, de la Fundación José Manuel Lara, que se presentó este miércoles en el colegio Manuel Altolaguirre, de La Palmilla.
Durante una tarde a la semana, los niños acuden al colegio para una hora de lectura comprensiva, de la mano de voluntarios: jóvenes, hombres y mujeres adultos que dedican parte de su tiempo a ayudar a los pequeños. El objetivo, impulsar el éxito educativo a través de la comprensión lectora.
En las pocas semanas que lleva implantado este plan, los avances de los pequeños son significativos, como indican sus mentores. Los escolares son seleccionados por los propios centros y en el caso del Manuel Altolaguirre participan en esta actividad extraescolar cinco niños y niñas. Los voluntarios han recibido una formación previa.
Lecxit está trabajando con 425 niños de 53 centros educativos en Andalucía, Ceuta y Melilla. El proyecto fue una propuesta de la Fundación Bofill al Ministerio de Inclusión y Seguridad Social. La Fundación Bofill escogió a la Fundación José Manuel Lara para desarrollarlo en Andalucía, Ceuta y Melilla. Cuenta con fondos Next Generation de la Unión Europea.
Pablo Morillo, director general de la Fundación José Manuel Lara, se muestra muy esperanzado con el programa, que aventura demostrará que los escolares tendrán mejores resultados gracias al fomento de la lectura. «Los libros y la lectura son el motor del cambio social, van a ser más críticos, más libres y capaces de transformar la realidad social», afirma. Sobre el anuncio de la Consejería de Desarrollo Educativo de implantar media hora de lectura obligatoria en Primaria, opina que es una medida «necesaria, pero no suficiente», porque «hay que leeer más, pero sobre todo mejor, comprendiendo lo que se lee».
Uno de los monitores del proyecto es Daniel Blanco, estudiante de Derecho, de 20 años. Trabaja con Aaron, un niño de 9 años. Ha comenzado a leer libros de la serie de superestrellas del fútbol 'Mini Timmy'. Dice que en casa no tiene libros de lectura, pero que ahora se los pedirá a sus padres o los sacará de la biblioteca. Daniel asegura que en pocas semanas «se nota una mejoría en la destreza lectora» y que lo que más le satisface es «la alegría y felicidad que se le nota en cada sesión».
Andrés Moreno, médico jubilado, quería «aportar a la sociedad» en esta nueva etapa vital, y solicitó participar en este proyecto que encontró buscando por interenet. Yolanda, la niña a la que ayuda en la lectura, tiene entre sus manos 'El diario de Greg', que dice le gusta porque «es divertido y entretenido». Apunta que el libro «está mejor que la película, porque hay muchas más cosas» y aconseja a los demás niños su lectura. Yolanda, como Aaron, está en cuarto de Primaria, y dice que lo que más le gusta son Lengua y Matemáticas. Andrés se muestra muy orgulloso de su alumna: «va a llegar lejos», pronostica, y asegura que la lectura comprensiva es básica: «les va a abrir muchas puertas en la vida».
Ignacio, que es médico y farmacéutico en activo, deja por un rato su trabajo para acudir a la biblioteca del Manuel Altolaguirre para ayudar en la lectura a Imane, una niña de 9 años que lleva dos en España. A pesar de eso, dice que lee y se expresa correctamente. Ignacio es también voluntario en Cudeca, una asociación dedicada a acompañar y cuidar a personas en estado terminal. Aquí encuentra la alegría de los niños y la satisfacción de ayudarles a procurarles un futuro mejor. A Imane le gustan los cuentos y las aventuras «con final feliz». El que Ignacio y el resto de voluntarios desean para estos niños que son ya como parte de su familia.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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