Ruth Allende y Sandra Sierra observan las pistas del aeropuerto. Migue Fernández

Una labor ecológica y de investigación en torno a las aves en Málaga

El servicio de control del aeródromo colabora con la Universidad y diversas instituciones para conservar la fauna local

Ignacio Lillo

Málaga

Jueves, 25 de julio 2024

El Servicio de Control de Fauna de Aena va más allá de la cetrería, que es la parte más vistosa, y el programa de gestión de riesgos contempla muchas otras medidas, conjuntamente con la división de ingeniería y mantenimiento y de seguridad aeroportuaria.

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«El ... reto es reducir la biodiversidad en general en este entorno», explican Ruth Allende, jefa del departamento de Seguridad Aeronáutica y coordinadora de fauna; junto a Sandra Sierra, bióloga y coordinadora técnica. Para ello, se gestiona todo el hábitat, sobre todo la vegetación, que es lo que atrae a los animales. Para ello, se hacen siegas periódicas para mantener la cubierta vegetal a una altura que aporta seguridad.

También se vigila el cerramiento perimetral para evitar la entrada de especies terrestres (conejos, liebres, zorros, meloncillos, etc). Y se controla la presencia de insectos, para evitar que atraigan a las aves como alimento. Mes a mes, se hace una evaluación de la eficacia de estas medidas.

En función de cada periodo del año (reproducción, invernada y migración) es necesario un tipo de acción, ya que el Guadalhorce es una zona importante de paso migratorio de las aves. El escenario cambia continuamente, en función de las condiciones climatológicas y de cómo haya prosperado la especie en sus zonas de cría o de invernada. «Cada año es distinto, y hay que hacer un esfuerzo diferente dependiendo de las condiciones», comentan, y añaden: «Intentamos copiar lo que hace la naturaleza y crear zonas de exclusión, donde las rapaces marcan su territorio y el resto de aves saben que no se pueden meter, para la seguridad de las operaciones aéreas y de las propias aves».

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Cercanía del Guadalhorce

Aunque parezca paradójico, la proximidad del paraje natural de la desembocadura del Guadalhorce no les afecta tanto como se podría pensar, puesto que generalmente los flujos de los pájaros van en línea con el río, que es paralelo a las pistas. «Sería más peligroso que hubiera vuelos cruzados, de un lado al otro, pero no es el caso, por lo que la mayor parte de los movimientos no nos afectan».

Por otra parte, mensualmente se hacen censos de aves, dentro y fuera del recinto, que se analizan y se gestionan en colaboración con otras administraciones (Junta, ayuntamientos, UMA, Diputación, Instituto de Oceanografía, etc). La labor ecológica no termina ahí. Habitualmente se capturan pollos volantones (el día de la visita había un cernícalo común) dentro del aeropuerto, que se trasladan al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA) de la Junta, después de anillarlos y marcarlos para su reconocimiento en vuelo. Estos ejemplares se sueltan después a una distancia de unos 50 kilómetros de estas instalaciones. La mayoría no vuelven.

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