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ANA MEDINA
Domingo, 31 de julio 2022, 00:06
Cerca de 13.000 jóvenes de toda Europa participarán en los próximos días en la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ) a Santiago de Compostela, organizada por la archidiócesis de Santiago y la Conferencia Episcopal, que estaba prevista para el 2021 pero que fue pospuesta por ... causa de la pandemia. De Málaga se unen 514 personas, entre jóvenes, acompañantes de grupos juveniles, seminaristas, sacerdotes y miembros de congregaciones religiosas.
En los días previos están realizando un tramo del Camino de Santiago. Lo hacen en unión al resto de la provincia eclesiástica de Granada, recorriendo la distancia que separa la población de Poio de la tumba del apóstol, ruta que incluye una etapa marítima para recordar la entrada del cuerpo de Santiago a tierras españolas que narra la tradición.
El delegado diocesano de Infancia y Juventud de Málaga, el sacerdote Francisco Ruiz Guillot, explica que llevan todo el curso preparándose, interior y también exteriormente, mediante etapas del camino mozárabe realizadas en la propia diócesis malacitana.
El 25 de julio, como último paso, fueron enviados por el Obispo en una Misa celebrada en la parroquia de los Santos Mártires, en el centro de la capital. «La juventud tiene muchos retos, pero el primero de todos es el de la autenticidad», afirma Ruiz Guillot. «El joven de hoy se ve marcado por las estéticas y normas sociales que le impiden ser libre y auténtico. Estas experiencias de camino ayudan a buscarnos a nosotros mismos desde el Evangelio, desde el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros. Y es también una experiencia que les puede ayudar a madurar desde la fe, como personas, como miembros de una sociedad más auténtica».
Mientras el último Informe de Jóvenes de Iberoamérica 2021 revela que para el 48% de los jóvenes españoles la religión no es nada importante, el testimonio de los participantes en este peregrinar es revolucionario. Nazaret Keen es estudiante de Ciencias Ambientales en la UMA, y catequista en la parroquia de Santa María del Mar, en Torremolinos, donde vive su fe. A sus 21 años, ha decidido unirse a esta experiencia para «obtener una formación más enriquecedora, para abrirme a nuevos retos, con mis hermanos y con Dios. Quiero hacer del camino un reto y un compromiso, que me ayude a crecer como persona».
José Antonio Fernández, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga
Las lecturas de hoy reflejan la constancia, perseverancia, confianza y esperanza como características intrínsecas en la oración del discípulo. La oración de Abrahán presenta un Dios cercano a sus criaturas, que se deja incluso interpelar y convencer por ellas (ante la insistencia en interceder por las ciudades pecadoras); un Dios que siempre escucha nuestras oraciones, como muestran los salmos; y que perdona nuestros pecados, nos da la vida y está presente en ella.
Y esto es lo que Jesús nos vuelve a recordar en los tres momentos del evangelio de hoy (la oración del Padrenuestro, la parábola del amigo inoportuno y el breve discurso sobre la bondad de Dios): Dios es la esperanza firme en la vida del creyente.
Jesús, al igual que hizo Juan y los maestros espirituales de la antigüedad, enseñó a orar a sus discípulos. Y lo hace con una oración eficaz, pero a la vez, mostrando la sencillez con la que se dirige al Padre y vive su cercanía. Cuando dice: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá», no está repitiendo algo aprendido de memoria, está abriendo su corazón y su alma. Está mostrando que confía totalmente en el Padre, lo conoce y sabe que no le fallará. Lo que enseña Jesús no es nuevo, ya lo sabíamos, pero no lo terminamos de creer, no lo ponemos en el centro de nuestra vida. Sabemos que Dios nos ama, pero no acabamos de fiarnos del todo de su amor. Por eso, Jesús lo dice bien claro: rezad a Dios, vuestro Padre, confiad en Él. La bondad que hay en el mundo es real, pero es sólo una «mijilla» comparada con la bondad del Padre.
El caso de Christopher Bravo es especial. Este venezolano de 32 años lleva solo tres viviendo en Málaga y es ciego. Perdió la visión totalmente por un accidente en la niñez y su refugio fueron los libros. Recuerda especialmente El peregrino de Compostela, de Paulo Coelho. «Entonces no podía imaginar que podría estar tan cerca de realizarlo», confiesa. Christopher logró dejar atrás una situación muy difícil y empezar de nuevo en España junto a su mujer y su hija, gracias a la ayuda de personas concretas y de instituciones como CEAR y Cáritas. Ahora, trabaja en la ONCE y vive su fe en el Movimiento de Acción Cristiana. Su peregrinación comienza sabiendo que entraña dificultad, pero confiando en la ayuda de los demás jóvenes y cargado de ilusión. «Me he preparado con mi amigo Francis y lo hemos hecho caminando juntos, no con la mano en el hombro, que es lo habitual, sino sujetando ambos un extremo distinto de un cordón. Así, va guiando mis pasos y, además, él me va narrando por dónde vamos, algo que agradezco mucho. Sé que sí se puede», explica. «Siento que, lo que vaya a encontrar, sea lo que sea, va a cambiar mi vida. Nunca he hecho grandes cosas porque no he tenido oportunidad, y nunca una peregrinación de este tipo. Voy entusiasmado. Me lanzaré a pecho descubierto y a ver qué tal».
Entre los jóvenes de Málaga van también algunos, como Diego Jiménez y Perla Rocío Rosario, que se preparan para hacer realidad su vocación al sacerdocio y a la vida religiosa, respectivamente. Diego tiene 16 años y forma parte del Seminario Menor de Málaga. «Acudo a esta peregrinación porque es una gran oportunidad para reavivar la esperanza del alma, dado que ver a tantos miles de jóvenes reunidos por mediación de Cristo me otorga la tranquilidad de saber que no somos los únicos 'locos' que le seguimos, sino que es real su presencia en nosotros, que Él lo hace todo posible. Personalmente, es algo que ayuda y anima a decir sí de cara a esta vocación», afirma.
Perla Rocío es novicia franciscana en Antequera, natural de República Dominicana y tiene 21 años. «Mi participación es providencia de Dios. Nos lo propuso la madre superiora y no nos lo pensamos». Antes de peregrinar ha realizado ejercicios espirituales con el resto de sus hermanas, dejando a las mayores con ganas de unirse a ella.
En sus propias palabras: «Lo espero todo: un encuentro entre hermanos, con jóvenes de todas partes, unidos como Iglesia. Celebrar nuestra fe, estar juntos. Voy a lo que Dios quiera, y todo lo quiero vivir como la voluntad de Dios para mí en este momento».
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