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Juan Jesús Gallardo, Alberto Benítez, Ana María García, Siro Pachón y Cristóbal Corral.
Jóvenes y alcaldes: así se vive la responsabilidad de dirigir un ayuntamiento
Lapolítica | En Tercera Persona

Jóvenes y alcaldes: así se vive la responsabilidad de dirigir un ayuntamiento

Están al frente de pequeños municipios de la provincia de Málaga. Huyen de las trincheras y les une las ganas de hacer «política efectiva»

Sábado, 19 de febrero 2022, 00:33

Cristóbal Corral llega al punto de encuentro en la puerta que da entrada a la Diputación, en la calle Pacífico. Pantalón vaquero y camisa por fuera, tiene solo 31 años pero ya se puede considerar como uno de los veteranos en esta ronda. Desde el 2015 es alcalde de Teba, un pequeño municipio con algo más de 3.800 habitantes, situado en la comarca de Guadalteba. Muchas casas unifamiliares y unos trece bares. No hay grandes riquezas pero sí hay mucha tranquilidad. En circunstancias normales, la distancia que separa la casa de Cristóbal del Ayuntamiento, camino que hace casi a diario, se recorre en unos diez minutos. «La vez que más he tardado ha sido una hora y 45 minutos», señala.

Ser alcalde en un pequeño municipio implica cercanía y también que los vecinos no duden en pararte por la calle. Un trabajo en el que sabes cuando entras pero no cuando acabas. Una manera de entender el servicio público que, a su vez, no entiende de festivos ni de escapadas de fin de semana. «También te digo una cosa. El día que no me paren por la calle empezaría a preocuparme. Eso significa que no me ven como alguien útil para solucionar los problemas», añade.

Los problemas son una lista amplia que empieza por el vecino que pide que le retiren una multa por haber estacionado mal el vehículo hasta la concesión de una licencia de obras. La paleta de colores es tan variada que cuando un asunto se soluciona hay ya diez más que han entrado por la cola. «Esto, sin vocación, es imposible».

Y tampoco estaría pagado. Con una nómina que no supera los 1.400 euros, si Cristóbal hiciera el cálculo de a cuánto le sale la hora, constataría que cobra un «salario de miseria». Entonces, ¿qué es lo que le lleva a levantarse todas las mañanas a las siete de la mañana y empezar una jornada que estará jalonada de quebraderos de cabeza? «Al final, supongo, es por amor… por amor a tu pueblo».

De izquierda a derecha: Juan Jesús Gallardo, Alberto Benítez, Ana María García, Siro Pachón y Cristóbal Corral. Salvador Salas

Cristóbal y el resto de representantes municipales que han acudido a la llamada de SUR tienen en común que son alcaldes y son jóvenes. No han rebasado la treintena o lo han hecho recientemente. Ana María García, la alcaldesa de Cuevas del Becerro, con 34 años, es la representante de mayor edad en este encuentro. Lo completan el alcalde de Alfarnate, Juan Jesús Gallardo, que tiene 29 años. El de Jubrique, Alberto Benítez, también 29 y Siro Pachón, de Fuente de Piedra, tiene 32. ¿Cómo afrontan ser los máximos responsables de sus municipios? ¿La juventud es un plus o también puede ser un camelo? ¿Han tenido que lidiar con muchos prejuicios? Esas son algunas de las preguntas que surgen a lo largo de una animada conversación que se estira durante más de una hora.

Alberto Benítez hace una mueca cuando recuerda lo que le costó desquitarse del estigma de ser una marioneta de alguien: «Cuando tomé posesión, tenía 26 años. Todo el mundo en el pueblo me preguntaba que quién es la persona en la sombra que manda de verdad». Ni una mención entonces a sus capacidades. Nada. Nadie hablaba de su preparación como enfermero o de sus ideas para combatir la despoblación. Tampoco del paso atrás que supuso para él tomar posesión como alcalde a nivel económico: «Cobro menos que de enfermero y trabajo mil veces más». Ninguno de los representantes se acerca a los 2.000 netos al mes. Es más, de los cargos pagados en el Ayuntamiento son los que menos perciben.

Ana María García tuvo que enfrentarse a un doble estigma: el de ser joven y el de ser mujer. Rememora lo mucho que tuvo que remar para desquitarse de la coletilla de «niña». También, lo mucho que se tuvo que hacer valer para imponer su criterio cuando tocaba afrontar una nueva obra en el municipio. «Muchos creen aún que los asuntos que afectan a las infraestructuras del pueblo y que tienen que ver con obras son cosa de hombres», confirma. Pero de ese machismo al que, asegura, aún se tiene que enfrentar nace, también, una de las mayores satisfacciones que le da su actual cargo de alcaldesa: «Noto como muchas mujeres en el pueblo que han estado siempre a la sombra de los hombres ven en ti un referente. Eso es muy gratificante».

Ana María García de Cuevas es madre de una niña de dos años. Aquí apunta a la conciliación, que es una de las cosas que más le cojean. Una quimera, si quiere ser sincera. A las jornadas maratonianas entre semana se suman los actos y las celebraciones. Con el covid han estado más parados pero ahora están volviendo. La palabra «libre» es como un animal en peligro de extinción. «La familia sufre y mucho», sentencia. «Sin un trabajo en equipo esto no es posible», añade Cristóbal Corral. Su novia es maestra en la provincia de Cádiz. «Ella me pregunta siempre que qué hueco tengo libre y a partir de ahí hacemos encaje de bolillos para vernos».

Siro López apunta a otro sacrificio que está relacionado con la juventud. «Al final, dejas de hacer cosas como salir de fiesta o viajar. Eres alcalde 24 horas y siete días a la semana. Si yo estoy tomándome, por ejemplo, un café con mi familia un domingo siempre hay alguien que se te acerca para comentarte un problema. Perdona, no quiero molestar pero…», explica. El resto sonríe y asienta en sintonía de afirmación. Esta coletilla, así señalan, es un clásico y la escuchan varias veces por semana.

El presente mandato, eso también lo confirman, ha estado marcado por la pandemia. Una situación insólita que ha puesto a prueba a todos pero que también ha servido para que estos jóvenes alcaldes se hagan respetar. «Al principio del confinamiento fue algo tremendo. Cuando nadie sabía realmente del alcance de este virus, yo me pasaba el día en la calle repartiendo mascarillas», recuerda Siro López como el afán de ayudar a sus vecinos solapó con creces al miedo de un posible contagio.

Pese a todos los esfuerzos que realizan, en eso también coinciden todos, a ojo de algunos vecinos sigues siendo demasiado jóvenes para desempeñar el cargo de alcalde. «Sobre mí decían que todo el mundo me iba a torear como quisieran», subraya Alberto Benítez. Siro Pachón señala que «tienes que demostrar el doble», aunque cree que con un buen trabajo de por medio ha logrado «hacerse respetar».

«Política y no politiquería»

A todos les une una vocación por la política pero no una carrera política al uso. Lo normal es que pasen muchos años entre que afiliación a un partido y el salto a un cargo de responsabilidad. La realidad de los pequeños municipios marca la diferencia y abre atajos. Algunas veces pasa que no se encuentra nadie para tal desempeño y uno es «casi empujado» a presentarse. Es un hecho que se repite

Juan Jesús Gallardo, el alcalde de Alfarnate, es el alcalde más joven de la provincia. Cuando acabo la carrera de Derecho le ofrecieron ponerse al frente de la concejalía de Cultura. Eso fue durante el mandato 2015-2019. En las últimas elecciones ya iba liderando la lista del PSOE. «Somos la persona principal a la que acuden los vecinos cuando tienen un problema», por lo que dice entre risas que se considera a sí mismo como «un servicio público andante». Pero no es algo que le moleste. «El cariño que recibes de los vecinos compensa con creces», sostiene.

En esta ronda de jóvenes hay tres alcaldes del PSOE (Alfarnate, Jubrique y Fuente de Piedra) y dos de Izquierda Unida (Cuevas del Becerro y Teba). Todos huyen de las trincheras políticas y los enfrentamientos de sus líderes a nivel nacional los perciben como algo que les queda muy lejano. «Nosotros hacemos política efectiva, no politiquería», exclama Cristóbal Corral. España, en los últimos años, parece un país peleado por la política. Polarizado. Estos alcaldes demuestran que se puede trabajar por la comunidad «sin importar los colores políticos».

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