Javier Ramos, CEO de Kaiju: «Málaga necesita un gran parque de atracciones que sea referente»

–¿Cómo era tratar de emprender en Málaga en el mundo de los videojuegos hace diez años?

–Nadie creía en este sector ni en lo que podía llegar a ser. Se nos cerraron muchas puertas y en el primer Gamepolis perdimos más 15.000 euros, pese a que fue un éxito de público, y nos quedamos un poco con la cara 'partía'. Pero decidimos continuar porque creíamos en nuestro proyecto. Y mira ahora, somos una empresa mediana, con más de cien personas, estamos diversificando y tenemos mucho margen de crecimiento.

–Organizan todos los años Freakcon, un evento de manga, cómics, videojuegos... ¿Se considera un friki?

–Claro, estamos orgullosos de ser frikis. De los los videojuegos, aunque cada vez puedo jugar menos por el trabajo y la familia, pero me voy guardando títulos y los disfruto con mi Steam Deck como si fueran una novela o una película. También soy friki de las zapatillas de deporte, las últimas que tengo son unas Jordan edición Doraemon que me trajo de Holanda mi hermano Carlos.

–¿Cómo define Málaga?

–Yo diría paraíso de la Costa del Sol. Defiendo mucho Málaga, siempre lo he hecho y mi objetivo es vivir en la provincia siempre que pueda.

–¿Un lugar de la provincia para relajarse?

–Benalmádena pueblo, es una zona tranquila que me gusta mucho.

–¿Una playa para echar el día?

–Cabopino es un buen sitio, aunque no soy excesivamente playero, soy más de piscina. Aunque me gusta mucho el mar.

–¿Una excursión para hacer en Málaga?

–Hay que ir a Nerja, ver el pueblecito, el Balcón de Europa... Si es para comer, diría Benahavís.

–¿Tiene alguna expresión malagueña favorita?

–Me gusta mucho chorraera y chorrearse. Son palabras muy de aquí, que se las dices a alguien de fuera y se queda sorprendido.

–¿Un bar favorito para desayunar?

–Siempre el Wayu, aquí en la Fábrica del Videojuego, que te tomas unos bocadillos muy serios y Patri siempre te recibe con una sonrisa.

–¿Y para tapear o ir de cañas?

–La Casita 33 es un buen sitio para tapear bien y a buenos precios, está por la zona del Martín Carpena.

–Vamos con la cena.

–Hombre, ahí recomiendo Terraza Catedral, en la azotea del OXO Museo del Videojuego, se come de lujo: un buen cachopo, el risoto o las patatas Catedral.

–¿Qué ruta haría para una noche loca?

–Empezaría por un chiringuito en Playamar, algún clásico como el Playa Santa y después acabaría de copas en el centro de Málaga.

–¿Con qué plato o receta malagueña se queda?

–Tengo una relación de amor-odio con el gazpachuelo. Es mi plato favorito, pero tiene que ser el de mi padre. No he conseguido probar otro igual y lo he probado en todos los sitios a los que he ido y lo tenían en carta. He probado algunos muy buenos, pero ninguno como el de mi padre, que es insuperable y se tira cuatro horas haciéndolo.

–¿Qué rincón de Málaga recomendaría a un amigo que no conociese la ciudad?

–Sin duda un paseo por el centro de la capital y por el Muelle Uno, que es la zona en la que mejor se puede ver el cambio que ha dado la ciudad en los últimos años, abriéndose al mar.

–¿Qué considera que es lo mejor y lo peor de Málaga?

–Lo mejor, la proyección que tiene, las posibilidades. Lo peor, pues hay que mejorar en el tema de la vivienda, hacerla más asequible, aunque creo que ya se está trabajando en ello.

–¿Echa de menos algún proyecto que debería tener Málaga?

–Un gran parque de atracciones que sea referente y que revitalice la Costa del Sol. Fuera de Málaga capital, en alguna zona con buenas comunicaciones e infraestructuras.

–¿Un malagueño/a favorito?

–Uf, es difícil. Te diría a mis hermanos, pero fuera de mi familia me quedo con gente que está haciendo muy bien las cosas aquí como Bernardo Quintero (VirusTotal), Joaquín Cuenca (Freepik), Curro Rodríguez (Aqualy), Gonzalo Armentero (Soho Hotels) o Manuel Portero, otro empresario del sector de la educación. También admiro a Antonio Banderas y a Domingo Sánchez, su socio en el nuevo centro de formación Sohrlin.