Nacida y criada en un barrio humilde de Málaga capital, a Isabel Espejo la vocación de policía nacional le viene de familia. Hace más de ... dos décadas que aprobó las pruebas a la escala ejecutiva y, desde entonces, ha prestado servicio en la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) y en Régimen Disciplinario. Ahora, se encarga de las violencias de género y las agresiones sexuales.
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La licenciada en Derecho, políglota y karateca asiste a diario a mujeres «con lesiones graves, golpes, intentos de estrangulamiento y moratones», y persigue a sus maltratadores. Su misión como inspectora jefa de la Unidad de Familia y Atención a la Mujer (UFAM) en la Comisaría Provincial de Málaga es proporcionarle a la víctima una asistencia integral desde el momento en el que pisan la comisaría.
Isabel se lo plantea como un reto: «Esto no funcionará si nosotros, que debemos protegerlas, nos dejamos vencer. Ojalá fuera posible hacer más, pero no podemos llevarnos a las víctimas a nuestras casas. Cuando se producen muertes, por ejemplo, hay que sobreponerse aunque cueste porque tienes otros diez casos similares con mujeres que te van a necesitar».
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