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Hay vida después de la política. Incluso, en ocasiones, hay puertas giratorias que llevan a los consejos de administración de grandes empresas con grandes facturaciones. Sus integrantes suelen reunirse periódicamente en salones que dan bien en la foto, ubicados en edificios muy altos. Pero será ... difícil que alguien consiga una oficina que esté a la altura del 'cockpit' de Irene Rivera. Porque el pasado 10 de noviembre, día de la pesadilla electoral para Ciudadanos (Cs), Málaga perdió a una diputada naranja, pero volvió a ganar a una piloto de helicóptero. El martes de esta semana, Irene Rivera acudió al aeropuerto de Málaga para ocupar de nuevo su plaza como jefa de Patrulla de la DGT. Ahí, en un hangar, detrás de una enorme puerta de metal, se custodian las aeronaves que salen a cazar a potenciales infractores o a regular el tráfico desde el cielo.
Irene Rivera da ahora por finalizada su primer incursión en la política, después de que accediera a su acta de diputada en abril de 2015. Ese año, formó parte de la candidatura de Cs al Parlamento de Andalucía y lideró la lista por Málaga. Iban a ser las primeras elecciones de la formación naranja fuera de Cataluña. Poco iba a durar Irene Rivera, sin embargo, en Sevilla.
Albert Rivera, el ya expresidente de Cs, la reclamó entonces para liderar la candidatura naranja al Congreso por Málaga. Fueron las elecciones de la primera investidura fracasada de Mariano Rajoy y la posterior repetición electoral. La condición de piloto de Irene Rivera, sin duda, ayudó a darle a Cs una visibilidad en la provincia de Málaga que no tenía entonces. La política trajo muchas cosas buenas para ella. En una conversación con este periódico, asegura haber vivido unos «cuatro años imborrables» junto a Albert Rivera y el resto de sus compañeros.
Pero también le supuso el peaje de bajar del helicóptero, al ser una labor incompatible con su actividad política. Irene Rivera es funcionaria en comisión de funciones en la DGT y tuvo que pedir una excedencia. Durante estos, en todo caso, no ha dejado de volar. «Me habilité en el R-22, que es el típico helicóptero autoescuela. Al ser pequeño, la hora de vuelo es más barata y era el que me podía parar», recuerda con una leve sonrisa.
Pilotar un helicóptero, describe, es como montar en bicicleta. Una vez que se adquiere la aptitud, no se olvida. No obstante, el salto de Irene Rivera al helicóptero no será de forma inmediata. La DGT le exige un refrescamiento que consiste en tomar cinco horas de vuelo con un instructor de la propia agencia de tráfico. «Cada modelo de helicóptero requiere una habilitación. Para la habilitación del AS-355, que es el modelo que vuela la DGT en Málaga, tengo que volver a examinarme. Pero es algo muy sencillo», explica. Para finales de diciembre, si todo sale bien, estará operativa.
La pasión de Irene Rivera por volar se remonta a su infancia. Según explica, de pequeña soñaba con volar un caza, aunque a algunos no le estimulaba la idea. «Yo siempre cuento una anécdota. Con 15 años tuve un novio que me dejó cuando le dije que quería ser piloto de caza. No sé si se ha arrepentido, pero es algo que nunca entendí muy bien». La licencia para piloto de helicóptero no se la sacó, sin embargo, hasta cumplir los 34 años. Cuando tenía tiempo no tenía dinero y al revés. Hasta que logró obtener su plaza en el Ministerio de Fomento y ambos elementos empezaron a cuadrar.
La licencia la obtuvo en el aeródromo de Cuatro Vientos y en 2006 solicita un traslado a la DGT. Permanece en Madrid hasta el año 2009, cuando formaliza su traslado a Málaga. «Cuando estuve trabajando de consultora, en 1999, pasé tres meses en Málaga. Recuerdo que durante esa estancia me enamoré de la ciudad y me dije que algún día volveré. En 2009, se quedó libre el puesto de jefa de Patrulla y opté a él», recuerda.
El retorno al helicóptero representa para Irene Rivera lo que ella siempre ha considerado que debe ser su paso por la política. Una aportación temporal, compartiendo su experiencia profesional, para luego volver a incorporarse a su puesto de trabajo. Por ello, resalta, «es fundamental tener a donde volver». «Además, llegas con un bagaje y tienes algo que aportar. En eso consistía el llamamiento que hizo Albert Rivera a la sociedad civil», añade.
Aunque admite que lloró el día de la dimisión del exlíder de Cs, no tiene pensado apartarse del partido. «Sigo de forma activa. Aunque quisiera, no dejan irme. La gente con la que he trabajado, me pide que siga. Por poner un ejemplo, en la Policía y la Guardia Civil ya me lo han dicho. Tengo que remar para conseguir la equiparación salarial», manifiesta. Además, Rivera quiere ayudar a reconstruir a Cs en Málaga, al entender que el partido cuenta con mucho futuro. A pesar de todo.
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