Los ingresos familiares necesarios para alquilar en Málaga son un 15% superiores que para comprar la misma casa

En Málaga la fotografía es un poco diferente. Por un lado, la renta familiar necesaria para arrendar una vivienda de dos dormitorios asciende a los 37.280 euros anuales. Es la séptima capital española en la que más esfuerzo requiere arrendar una vivienda, por detrás de Barcelona, donde son necesarios ingresos de 59.125 euros, Palma (51.002 euros), Madrid (50.835 euros), San Sebastián (47.573 euros), además de Valencia (44.674 euros) y Bilbao (37.508 euros).

Al tiempo, Málaga es, de acuerdo con los cálculos de Idealista, la quinta capital en la que mayor volumen de ingresos anuales se requiere para comprar una vivienda de dos dormitorios y que la hipoteca no se lleve más de un 30% de la renta disponible al año: 32.304 euros.

El contraste del coste de comprar y del precio de alquilar implica que en Málaga capital la cifra de ingresos requerida para alquilar es un 15% superior a la que se necesita para comprar.

Ello es sensiblemente diferente a lo que sucede en otras capitales de Andalucía: en Huelva se necesitan un 81% más de recursos anuales para comprar que para alquilar (22.859 euros para hacer frente al arrendamiento, en comparación con los 12.649 euros para afrontar la compra); mientras que en Jaén la diferencia es de un 71% (20.257 euros para alquilar, frente a los 11.873 euros para comprar).

El plus de esfuerzo que hay que realizar para hacer frente a la hipoteca en comparación con la mensualidad del alquiler también se sitúa por encima de la media española en Lleida, Murcia, Valencia o Castellón de la Plana.

Entre los grandes mercados inmobiliarios del país, Valencia es el que registra una mayor diferencia entre los ingresos netos necesarios para el alquiler y la compra (56%). Después se encuentra Barcelona (39%), además de Sevilla y Bilbao (por encima ambos del 30%), así como Madrid (24%).

Pero también hay capitales en España en las que comprar requiere más ingresos familiares que alquilar. Aunque son una minoría en la geografía nacional. En detalle: se trata de San Sebastián (47.573 alquilar, frente a los cerca de 54.000 anuales que se necesitan, de media, para comprar); cosa semejante sucede en Palma, donde los 51.000 euros requeridos para arrendar contrastan con los 56.652 que se necesitan para afrontar el crédito hipotecario; y por último se sitúa Granada: allí alquilar supone contar con una renta familiar de 26.778 euros, frente a los 27.519 euros que implica ser propietario.

Para realizar este estudio, Idealista ha tomado el precio de una vivienda tipo de dos dormitorios y ha calculado el precio mediano. Sobre esta cifra se han estimado diferentes descuentos estimados en función de las peculiaridades de cada mercado para calcular el precio de cierre sobre el que aplicar la carga fiscal de cada comunidad autónoma y los gastos asociados, así como el 20% de valor que no se financia -asumiento, por tanto, una hipoteca sobre el 80%-. A partir de ahí, la cuota hipotecaria se ha calculado con un plazo a treinta años y el tipo de interés declarado por el Banco de España.

De esta manera, Idealista también ha calculado cuánto ahorro previo hace falta tener para hacer frente a la compra de una vivienda en las diferentes capitales de provincia españolas. Y, en esta rúbrica, Málaga se coloca en quinto lugar en el paía. De acuerdo con los datos de este portal inmobiliario, una familia necesita contar con ahorros de más de 65.000 euros para comprar una casa en Málaga. Sólo se sitúan por delante Palma y San Sebastián (con 114.211 y 108.817 euros, respectivamente), así como Barcelona y Madrid (85.595 y 82.951 euros, por ese orden).

«Los datos publicados en este estudio de Idealista muestran que los ingresos necesarios para comprar una vivienda, siguiendo las recomendaciones financieras (no destinar más del 30%), son mucho más bajos que para alquilar el mismo inmueble, pero es imprescindible aportar una cantidad elevada de ahorros», declara Francisco Iñareta, portavoz del portal inmobiliario, quien añade: «La alta demanda genera tensiones en los precios, que siguen subiendo y exigiendo cada vez un mayor esfuerzo a los inquilinos y limitando cada vez más su capacidad de ahorro, lo que hace que sean cada vez más las familias que se ven 'condenadas' a vivir de alquiler».