Iluminada Regateiro, ante la sede del juzgado de paz de Alhaurín de la Torre, del cual es titular. Ñito Salas
Verano 2020: La Granizada

Iluminada Regateiro: «Me siento orgullosa cuando hay acuerdo en los actos de conciliación y evito que mis vecinos acaben yendo a juicio»

«Creo que al aceptar el cargo de jueza de paz en Alhaurín de la Torre le abrí el camino a otras mujeres», afirma la presidenta de la Asociación de Jueces de Paz de Málaga

Jueves, 20 de agosto 2020, 00:10

Luchadora infatigable, feminista, conciliadora y con carácter, Iluminada Regateiro lleva con orgullo el hecho de haber sido la primera mujer en llegar al juzgado de paz de Alhaurín de la Torre, que tramita unos 5.000 exhortos al año, porque con ello ha abierto el ... camino a otras mujeres tras casi un siglo y medio de hegemonía masculina. En la actualidad preside también la asociación provincial que aúna a los jueces lego de Málaga con el objetivo de mejorar su formación y lograr una mayor representación en los órganos judiciales que atienden. Enfermera de carrera ya jubilada, ha estado durante ocho años al frente de iniciativas solidarias como el banco del tiempo o el ropero solidario de Alhaurín, rastrillos benéficos, y la asociación de mujeres Amat, la más activa y reconocida del Guadalhorce en la última década.

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Cuando una persona es elegida para un cargo por mayoría absoluta se debe sentir bastante respaldada. ¿Alguna nota discordante a la hora de ejercer?

–Me siento querida y ha sido un honor y un placer poder servir a mi pueblo. Con mis compañeros nunca he tenido problemas, al contrario, siempre me han ayudado mucho y les estoy muy agradecida.

–¿Alguna vez se ha visto tentada por la política?

–Sí. Estuve tentada, pero cuando comprobé cómo funcionaba preferí no hacerlo. Me gusta la política y hablar de política, todos debemos saber qué pasa en nuestro país y estar al día, pero después de ver de qué iba todo empecé a echarme atrás y elegí otros derroteros.

Que fueron el juzgado de paz y las asociaciones de mujeres y de ayuda a los necesitados...

–El juzgado de paz vino a última hora. Durante ocho años estuve al frente de la asociación de mujeres Amat, a la que tuve que renunciar para jurar el nuevo cargo porque era la responsable de violencia de género y no podía ser juez y parte. Tras proponérmelo el alcalde, tuve un año para pensármelo. Yo entonces no sabía bien qué era esto. Nosotros somos jueces lego, no somos jueces de carrera, así que para salir de dudas me entrevisté con mi antecesor. Mi hija fue decisiva a la hora de animarme a aceptarlo y advertirme de que con ello abriría el camino a otras mujeres. Así sigo luchando por la igualdad y es justo que en Alhaurín hubiera una mujer en el cargo. Yo pensé entonces que, en honor de todas las mujeres, iba a decir que sí.

Si hubiese estado en Madrid el 8-M...

–Por supuesto que no hubiese participado en ese acto; no obstante, si hablamos de defender la igualdad de derecho de la mujer, ya he dejado claro que soy feminista. Yo soy defensora tanto del hombre como de la mujer, somos iguales en igualdad y oportunidades.

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–¿Qué tiene de gratificante ser juez de paz?

–Nosotros, los jueces de paz, no nos limitamos solamente a firmar, como mucha gente cree. No, señor. Tenemos muchísima responsabilidad. Como somos el primer escalón de la justicia, nos toca comunicar todas las notificaciones de jueces y fiscales. Yhacemos guardia las 24 horas del día los fines de semana para facilitar, por ejemplo, las licencias de enterramiento. Celebramos también actos de conciliación, que son muy importantes al sustituirse los juicios de faltas en los juzgados de paz. Vienen vecinos por asuntos menores, como problemas de lindes, y tenemos que conciliar a las personas que vienen a que les resolvamos esas cuestiones. Para mí es un orgullo que se resuelva bien, porque es señal de que se ha oído a los dos partes e intentas mediar para que lleguen a un acuerdo y evitas a tus vecinos tener que ir a juicio. Lo malo es cuando se van sin acuerdo. Eso me duele, porque a veces, por cuestiones que no son graves, acaban en los tribunales, cuando aquí se podría haber evitado.

–¿Tienen más carga de trabajo a causa de la pandemia?

–Bueno, han aumentado las peticiones de boda, también de divorcio y se esperan muchos más nacimientos. Creo que Alhaurín seguirá teniendo una de las poblaciones más jóvenes de la provincia.

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–¿Alguna anécdota memorable?

–La primera boda que oficié fue una explosión de emociones y nervios. El novio vino con un mono blanco de carnicero. Me dijo: 'Discúlpeme señoría, vengo porque soy carnicero autónomo. He salido un momento a casarme y ahora vuelvo al trabajo' (risas). Las bodas son muy gratificantes. En estos años hemos mejorado el espacio y la forma de celebrarlas. La más bonita que recuerdo es cuando casé a una pareja homosexual de chinos, ambos vestidos de rosa fucsia, cuidaban hasta el último detalle y fue precioso.

–¿Gozan de buena salud los movimientos solidarios en esta 'nueva normalidad'?

–Creo que se han fortalecido. La gente se ha echado a la calle a ayudar en la recogida de alimentos sobre todo. Yo llevo ahora la asociación Girasoles. En plena pandemia estuvimos haciendo una Operación Potito y una Operación Leche con Cereales. Nos centramos en los niños pequeños porque entendíamos que ya había suficientes ONG recogiendo los mismos alimentos para adultos, pero no para bebés.

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Siendo enfermera jubilada ¿cómo ve la situación desde la barrera?

–Creo que han tirado mucho en plena pandemia del personal sanitario, que ha estado dejándose la piel con medios precarios. Ahora que están más relajados, están de nuevo echando a gente y pidiendo que algunos trabajen como rastreadores sin sueldo. No me parece justo. Aun así, si hubiera sido más joven yo me hubiera reenganchado.

–¿Si pudiera volver atrás sería ahora juez de carrera?

–Si hubiera tenido la oportunidad no lo sé, pero de mi experiencia no habría cambiado nada de lo que he hecho. Dejaría todo igual, tanto los errores como los aciertos. Experiencias nuevas y, a vivir.

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–¿A qué va a dedicar estas vacaciones?

–Siempre he salido de vacaciones, pero este año nos quedamos en casa tras cancelar el viaje que tenía programado en familia. No soy muy de playa, pero sí me gusta pasear y oler el mar, que siempre es bonito.

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