Ciudadanos afronta su peor crisis de los últimos tiempos. La dimisión de varios dirigentes del círculo de confianza de Albert Rivera, como Toni Roldán o Javier Nart, obstaculizan el giro a la derecha y su veto al PSOE, además de cuestionar un liderazgo que ... hasta ahora parecía inquebrantable. Pero la formación naranja sangra por otra herida en Málaga. Los malos resultados obtenidos en las elecciones municipales celebradas el 26 de mayo, los problemas de organización y la ausencia de referentes provinciales mantienen en pie de guerra a algunos cargos públicos y decenas de afiliados, rebelados contra lo que consideran «una dejación de las funciones internas» del partido. La elección de los dos diputados que le corresponden en la provincia, uno por la unidad territorial de Málaga, que integra la capital y municipios como Torremolinos y Rincón de la Victoria, y otra por la de Marbella, que engloba localidades como Mijas, Fuengirola y Benalmádena, además de la propia Marbella, ha abierto una brecha entre la dirección del partido y las agrupaciones municipales.
Diferentes fuentes consultadas por este periódico confirman que Ciudadanos exigió a sus concejales que firmaran un aval en blanco que la cúpula provincial preveía rellenar luego con el nombre de sus dos elegidos, que inicialmente serán Juan Cassá por el partido judicial de Málaga y María García o Juan Antonio Vargas por el partido judicial de Marbella. Esta petición habría sido planteada por la responsable de Relaciones Institucionales, Teresa Pardo, con quien SUR intentó ayer contactar sin éxito. Esta hoja de ruta, sin embargo, habría sido dinamitada por varios ediles que se han negado a entregar sus avales en blanco y, en algunos casos, incluso los han remitido con otros nombres que no entraban en los planes de la dirección naranja, una decisión que evidencia las discrepancias existentes en el seno del partido.
«He llegado a dudar de que merezca la pena dar la cara por un partido así», explica uno de los cargos entrevistados por este periódico. La sorpresa ha sobrevenido especialmente entre los nuevos concejales, aunque las formas utilizadas en 2015 para elegir a los diputados liberales no resultaron mucho más transparentes. «De un día para otro nos convocaron a todos en La Térmica, sin explicarnos el motivo, para escoger a nuestros representantes en la Diputación, pero ya se había decidido que serían Gonzalo Sichar y Teresa Pardo», detalla otra de las fuentes consultadas. Los candidatos que quieran optar a uno de estos dos sillones deben presentar al menos un tercio de los avales de su partido judicial, requisito que ahora cumplen Cassá y García, aunque, y aquí llega el giro de guión que ha cogido a Ciudadanos con el pie cambiado, no serán los únicos.
Un acto convocado el próximo miércoles por afiliados descontentos y antiguos militantes en el entorno del Teatro Romano termina de complicar el escenario naranja en Málaga. Allí se leerá un manifiesto que recuerda la posición fundacional del partido: «No somos ni de izquierda ni de derecha, sino de centro». El documento, al que ha tenido acceso este periódico, lamenta que Ciudadanos «esté perdiéndose en una hemorragia sin fin» por la falta de «gestión de los recursos humanos», un problema que en su opinión está motivado por «la ausencia de reuniones y de un calendario de trabajo común», además de por «la despreocupación por conocer a los afiliados y buscar talento y capacitaciones entre ellos». Desde el 26 de mayo, cuando la formación liberal perdió buena parte del apoyo logrado un mes antes en los comicios generales, no se ha producido ninguna reunión para analizar los resultados municipales: «Ni siquiera nos han llamado para evaluar los datos de mayo, y ya han pasado cuatro semanas». La sensación mayoritaria entre las agrupaciones locales es clara: «Nos han abandonado a nuestra suerte».
La pérdida de votos y concejales en graneros potencialmente rentables para Ciudadanos a nivel electoral, como Málaga, Marbella, Torremolinos o Vélez, ha dado vía libre a las críticas de los disidentes: «Basta ya de que se nos llame sólo para asistir a actos públicos como palmeros y para hacer bulto». El manifiesto pide la dimisión de Pardo y del secretario de Organización, Vicente Sánchez, pero también del diputado nacional Guillermo Díaz. El portavoz del partido en Málaga, Carlos Hernández White, reduce este acto a la decepción «de quienes han visto frustradas sus aspiraciones en el partido», un análisis con el que coincide Sánchez: «No tiene mayor importancia». Díaz añade: «Es gente que está fuera de Ciudadanos, que no tiene idea de cómo funcionan las cosas ahora».
La ejecutiva provincial tampoco detecta que el debate nacional se haya trasladado a la provincia, «con independencia de que cada uno tenga su propia opinión sobre los últimos acontecimientos». Se refieren al discurso de Roldán, un inesperado arañazo en la solapa de Rivera, a quien nadie se atrevía a toser en su partido. Díaz, en cambio, no localiza el giro a la derecha denunciado por su hasta hace unas horas colega de bancada: «Tengo aprecio personal por Toni, pero su discurso no casa con el que tenía antes de las generales. No entiendo qué parámetros se usan para determinar el giro a la derecha o a la izquierda. Si alguien pacta con Bildu, ¿hacia dónde gira?».
Habrá que esperar para saber si el desembarco de dirigentes que ha comenzado en Madrid continúa o no en Málaga.
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