La violencia de género también ataca a las niñas, a las adolescentes y a las jóvenes. No tiene lugar sólo en relaciones de pareja maduras. En los casos más desgraciados, ocurre desde las primeras relaciones. Por eso, el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental y el Ayuntamiento de Málaga han elaborado una guía que tiene el objetivo de prevenir la violencia de género entre los adolescentes y atenderla de forma correcta. El documento está dirigido a profesionales que trabajan desde el ámbito social y comunitario con población juvenil, sobre todo adolescentes, y que, sin ser especialistas en violencia de género, puedan detectar, identificar y atender posibles casos adoptando las decisiones correctas y que siempre beneficien a las víctimas.
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El documento, que ya está colgado en la página web del Colegio, para empezar, contextualiza el fenómeno de la violencia de género y la define como «violencia estructural e ideológica que actúa como mecanismo de dominación y control». «Es importante entenderla como una violencia que no es circunstancial ni netural, sino que está arraigada en un modelo de sociedad patriarcal», añade, para a continuación diagnosticar cómo se transmite: «La violencia de género se perpetúa a través de una socialización diferenciada y una educación sexista, que justifican la división sexual del trabajo, el desigual reparto de responsabilidades y del cuidado», además de que constata: «Tanto hombres como mujeres asumen y transmiten, muchas veces de manera inconsciente, esta concepción sexistas de las relaciones de género». Para combatir la violencia, primero hay que entenderla.
El documento también abunda en definiciones de «sociedad patriarcal», «socialización diferenciada», así como de las diferentes manifestaciones de la violencia machista (psicológica, económica o sexual). Y desgrana la normativa nacional e internacional que ampara a las víctimas, deteniéndose en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, suscrito en el año 2017 por consenso de todos los grupos parlamentarios, las comunidades autónomas y las entidades locales.
El informe también ayuda a distinguir a qué se refiere el concepto de «violencia de género» de otros como «violencia intrafamiliar» o «violencia doméstica»: «El primer término se refiere exclusivamente a la violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de ser mujeres», aclara el texto.
A los profesionales, la guía también les explica cuál es el ciclo de la violencia de género y sus fases -acumulación de tensiones, explosión, falso arrepentimiento, reconciliación y vuelta a empezar-, cómo se desarrolla y cuáles son las características y los rasgos a través de los que se manifiesta.
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Pero el centro de la guía tiene que ver con el combate de la violencia de género en la población adolescente y, en este sentido, puede ser especialmente útil la llamada 'Escalera cíclica de la violencia de género en la etapa de la adolescencia' que muestra cómo la violencia se inicia con el control de la ubicación, de las amistades, de la estética o del móvil, continúa con el aislamiento de los amigos y la familia, se manifesta también en desvalorizaciones, humillaciones e insultos, hasta llegar a las agresiones sexuales con fuerza y a la violencia física severa. «Algunas estrategias de violencia de género son mejor identificadas, como la intimidación, la agresión física, las manifestaciones del sexismo, los abusos sexuales y la desvalorización», expone la guía, para añadir: «Existen otras estrategias menos identificadas como violencia de género, como el control, la dominación, los celos, el aislamiento y el chantaje emocional». Y alerta: «Muchas de las estrategias de abuso menos identificadas pueden ser percibidas por las jóvenes como manifestaciones de amor, atención o romanticismo».
El documento, por tanto, ayuda a identificar y detectar lo que constituye violencia de género. Y también contiene un inventario de indicadores de violencia en las chicas (qué manifiestan que puede ser síntoma de que están siendo víctimas de abusos), además de un cuestionario que se puede remitir a los jóvenes para conocer cómo interpretan las relaciones de pareja, tanto el modo en el que las viven cómo la manera en que creen que deben ser.
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Y, a la vista de la creciente importancia de las redes sociales en el día a día de los jóvenes, la guía dedica un capítulo especial a analizar la influencia que éstas tienen.
El documento se detiene además en la definición de la «cultura de la violación»: «No son incidentes aislados. Es algo sistemático en nuestra sociedad». Así como en aclarar que «el porno es ficción», para ayudar a los adolescentes a que no tomen como referencia el porno para sus relaciones. Y en la «importancia del consentimiento», que ilustra con un pequeño cuento para mejorar la comprensión de lo que significa.
El informe concluye con un itinerario con pautas para profesionales del ámbito social y comunitario, que van desde la primera acogida y evaluación, hasta la intervención o la derivación. Y también se recogen los recursos existentes en Málaga, como centros de atención o líneas telefónicas.
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