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Es jueves. La mañana avanza tranquila y las nubes hacen prever una jornada sin sobresaltos, así que los miembros de la brigada que está de guardia aprovechan para realizarse el test del coronavirus tal y como tenían programado. Pero en cuanto terminan, salta un aviso. ... Toca ponerse en marcha sin tiempo que perder. Salen del edificio principal rumbo al módulo donde están los equipos. Se enfundan el traje ignífugo, los guantes y el casco. Unos cogen la azada, otros la motosierra y, una vez listos, enfilan de forma ordenada el camino hacia la pista. Allí les aguarda el Bell-412 con la tripulación a bordo. En cuando el piloto les da el 'ok', comienza el protocolo de embarque.
En sólo diez minutos han completado el operativo y están listos para despegar. Pero no lo hacen, porque se trata de un ejercicio práctico en la base de la Brigada Especializada del Infoca (Brica) ubicada en Cártama, donde ya están más que preparados para afrontar la temporada de mayor riesgo de incendios forestales, que oficialmente comenzó el pasado día 1 y se extenderá hasta el 15 de octubre. Estas instalaciones situadas junto al río Grande son una de las tres bases regionales que hay en Andalucía (las otras están en Granada y Sevilla) y sus unidades son las primeras en salir en el supuesto de que sean necesarios refuerzos en otra provincia.
Coordinados desde el Centro Operativo Provincial (COP) ubicado en Málaga capital, el dispositivo lo completan los dos centros de defensa forestal (Cedefo), uno en Ronda y otro en Colmenar, que se reparten la vigilancia de toda la geografía malagueña y la gestión de las 19 torres y puestos de observación ubicados en los puntos más altos. «Lo mejor que tenemos es nuestra distribución geográfica por toda Andalucía, que nos permite cubrir todo el territorio y garantizar una respuesta rápida ante cualquier aviso, ya que siempre va a haber algún medio cerca. El tiempo de reacción es clave para ser eficaces», afirma el técnico de operaciones de la Brica, Francisco Cantero.
A día de hoy, son tres los helicópteros posicionados en Málaga (uno en cada centro) que sirven tanto para transportar a los efectivos como para descargar agua desde el helibalde o bambi, que es el recipiente que despliegan con una capacidad de entre 900 y 1.000 litros. En las próximas semanas lo hará un cuarto, que se ubicará en Cártama. Se trata de un bombardero (no se utiliza para el transporte) con una capacidad de 1.200 litros. Las cuatro aeronaves, junto con su tripulación y mecánicos, son aportadas por la empresa Pegasus Aero Group, en virtud del contrato suscrito con la Consejería de Desarrollo Sostenible.
Y conforme empiece a apretar el calor, en las próximas semanas también estarán operativos los dos aviones anfibios que el Estado posiciona cada verano en el aeropuerto de Málaga, aunque su radio de cobertura es nacional. Además, conviene precisar que las 42 aeronaves posicionadas en Andalucía están disponibles para intervenir en toda la región e incluso en otros puntos del país.
¿Cómo se presenta el verano? A priori, la primavera tan lluviosa tiene su parte positiva, pero también otra negativa. Lo bueno es que el terreno está más húmedo, pero las precipitaciones también han dejado en los montes malagueños un manto verde que al subir las temperaturas se convierte en combustible fino y peligroso. «Siempre hay riesgo, porque si no llueve todo está muy seco, y si llueve, hay mucho combustible», expone Cantero, quien puestos a elegir se decanta por una situación como la de este verano. «El pasto está más predispuesto a arder porque se seca antes, pero es bueno que tanto el matorral como los árboles estén cargados de agua, ya que tardan más en equiparar su humedad con la ambiental. Por ello, igual pueden registrarse más incendios ya que hay más combustible fino, pero si se dan las circunstancias adecuadas no tienen por qué ser graves», apunta apelando a la prudencia.
¿Y cuáles son esas circunstancias? «Fundamentalmente, el viento». La respuesta es el director del COP, Adriano Vázquez. «Lo que más influye en los incendios es el régimen de vientos. Si predominan los de levante será bueno en nuestra provincia porque son húmedos y frescos, sobre todo en la parte más próxima a la costa aunque en el interior llegan más aterralados. Pero hay mucho pasto y se va a secar, y si eso lo acompañáramos con vientos desfavorables, que para nosotros son los de poniente, podríamos tener problemas», explica el responsable de coordinar todo el dispositivo en Málaga.
En principio, y dentro de la cautela, se espera un verano con predominio de levante, según la previsión aportada por el Centro Meteorológico de Málaga en la reunión del comité asesor del Plan Infoca celebrada el lunes coincidiendo con el inicio del periodo de alto riesgo. De momento, en lo que va de año se han registrado 3 incendios y 11 conatos (no llegan a la hectárea) frente a las 39 intervenciones registradas en el mismo periodo del año pasado. En todo 2019 fueron 33 incendios y 77 conatos, con un saldo de 444 hectáreas calcinadas. El más grave, originado por la quema de un enjambre de avispas en el paraje Peñas Blancas de Estepona, arrasó 330.
563 efectivos conforman el dispositivo del Infoca en Málaga.
20,9 millones de euros es el presupuesto que la Junta destina al Infoca este año en la provincia.
650 sistemas de localización GPS se incorporan este año para localizar a todos los efectivos y vehículos.
444 hectáreas ardieron el año pasado en los 33 incendios y 77 conatos registrados.
Junto a los helicópteros y los aviones, que son las joyas de la flota, los medios terrestres: 13 vehículos pesados (11 autobombas y dos camiones nodriza de 11.000 litros que abastecen al resto) y 61 todoterrenos. En cuanto a los recursos humanos, esta campaña estarán activos 563 efectivos (4.702 en Andalucía) entre miembros del servicio de extinción, pilotos, conductores, técnicos, sanitarios, personal de administración y agentes medioambientales. En su conjunto, el presupuesto para este año en Málaga asciende a 20,9 millones de euros, incluidos los trabajos de prevención realizados durante los últimos meses (desbroce, cortafuegos,…) y su participación en la lucha contra el Covid-19 el pasado abril, con un balance de 111 actuaciones de desinfección en espacios públicos de 17 municipios.
Y si los vientos y la labor de este 'ejército' son fundamentales en el monte, también la ciudadanía ya que la mano del hombre, ya sea por negligencia o de forma intencionada, está detrás de nueve de cada diez incendios. Precisamente para reducir el riesgo, durante todo el periodo de alto riesgo están prohibidas las barbacoas en todos los espacios forestales y sus áreas de influencia en un radio de 400 metros a la redonda, una medida que afecta incluso a las áreas recreativas y zonas de acampada que están habilitadas para tal fin. Igualmente, tampoco se permite la circulación de vehículos a motor campo a través.
La realización de fuegos en la época de peligro alto de incendios conlleva multas de entre 60 y 3.000 euros. En el supuesto de que se acabe provocando un incendio forestal pasa a ser calificada como grave (hasta 60.000) o muy grave (hasta 450.000), además de exponerse a ser denunciado ante los tribunales. Así que, precaución. Y, como remarcan desde el Infoca, «si ves llamas, llama al 112»
Con 18 años de experiencia a sus espaldas, Francisco Cantero sabe de primera mano cuáles son las dos grandes debilidades de la provincia en cuanto al riesgo de incendio forestal. Por un lado, el técnico de operaciones de la Brigada Especializada (Brica) de Cártama apunta al abandono paulatino del campo, ya que «está más dejado, con más matorral, y eso lo convierte en más virulento». Y, por otro, las hileras de urbanizaciones y diseminados que jalonan los montes, especialmente en la franja litoral. Es lo que se conoce como zonas de interfaz urbana-forestal. Y son las más peligrosas porque al daño ambiental se une el riesgo para la población. «La complejidad en áreas habitadas es mucho mayor, ya que rompe con la estrategia a la hora de combatir el fuego porque la prioridad son las personas», explica.
Quien también acumula casi dos décadas en labores de extinción es Fernando Ferrero, destinado este verano en Málaga como piloto del MA-70, el helicóptero Bell 412 posicionado en Cártama. «Pilotar en condiciones normales o en un incendio es como comparar a un conductor novel con uno de rallies. En este trabajo el pilotaje tiene que estar muy automatizado ya que toda tu atención debe estar en las llamas, el humo, el punto donde hacer las descargas de agua o el resto de medios aéreos que participan en el operativo», comenta este piloto que inició su carrera en el Ejército.
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