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En nerviosas líneas que hacen zigzag se estira una larga grieta a través de una fachada que luce en un pálido color amarillento. En la parte superior se hace cada vez más ancha. Parece como si una gran fuerza estuviera intentando partir en dos el enorme edificio que se encuentra en la parte alta de la Avenida de Andalucía. El edificio que cuenta con más de 40 años y que se había construido para los ferroviarios siempre ha tenido pequeñas grietas. Pero la situación habría empeorado mucho en los últimos años. En algún momento, los azulejos se empezaron a caer en muchos pisos. «Es algo que siempre hemos denunciado pero cuando empecé a preocuparme de verdad fue cuando me di cuenta que la puerta que da al ojopatio ya no cerraba», explica Enrique Aranda, que lleva 35 años viviendo en Carranque.
Solo este edificio, que luce el número 42, alberga a 300 vecinos. Un paseo por la zona basta para comprobar que el problema de las grietas se estira por todo el barrio. Como un queso suizo está atravesado por agujeros, las fachadas de muchos pisos y de algunas casasmata revelan que hay un problema. En algunos casos puede ser más algo de índole estética, en los bloques en los que vive Aranda es una cuestión estructural.
Los vecinos se preocupan por la seguridad. Días lluviosos como el de este martes elevan esa preocupación aún más. «Desde mi piso puedo ver cómo el agua se filtra en las paredes y queda absorbida por la estructura. Tengo temor a que un día ceda», detalla Aranda. Los vecinos habrían informado a las administraciones. También habrían venido técnicos y peritos para realizar mediciones.
Lo que está claro es que el edificio se va desplazando poco a poco para un lado. Las grietas en la fachada se replican en los pisos. Una vecina de la puerta 22, que no quiere dar su nombre, señala que en su cocina tiene una raja del tamaño de la palma de una mano. «Al principio, la iba tapando con masilla. Ahora ya es imposible», se lamenta. En los pisos, como si fueran cardenales en la piel, se ven manchas amoratadas por la humedad. El olor que se percibe es similar a la de un cuarto donde no hay una adecuada ventilación.
Amaya García, la presidenta de la comunidad, atiende a SUR para hablar sobre las grietas: «Estamos llevando el tema con el administrador de fincas y estamos tratando de buscar una solución. No sé decir si se han solicitado ayudas a la rehabilitación al Ayuntamiento. Lo que nos dice el administrador es que se está trabajando en ello pero que hay que esperar porque se tienen que seguir los tiempos que dictaminan los protocolos».
Cuando se le pregunta por qué tipo de protocolos, no sabe especificar. García se limita a precisar que «las grietas están por todo Carranque». En planos antiguos del barrio, así se lo habría mostrado el administrador de fincas, se puede ver como pasaba un pequeño arroyo.
«No hay que ser perito para saber que la razón por la que se mueve el edificio está en la estructura», comenta Javier Contreras, otro vecino. Dar con la causa exacta exigiría un gran esfuerzo y, por lo tanto, sería algo muy costoso. Por ello este vecino desconfía de las palabras del administrador de fincas.
Un paseo por Carranque evidencia que las grietas no son el problema exclusivo de un edificio. Al cruzar la calle, justo enfrente de Bandera Vivar, hay varios pisos que son propiedad de la Junta de Andalucía. En ellos viven familias con menos recursos económicos. Los desperfectos en las fachadas se perciben a simple vista. De algunas ventanas se ha caído el enlucido y lo que queda es una ristra de ladrillos al desnudo. Una manzana más adelante, algunas casasmata padecen el mismo problema.
Juan Carlos Compoy es el presidente de la Asociación de Vecinos 'Proyecto Carranque'. Cuando se le pregunta por las grietas en Carranque, señala que en el barrio hay centenares de familias afectadas. «En algunos edificios la situación es de auténtico miedo». Según perjura, no bastaría con obras superficiales. «Se han hecho muchas en los últimos años y no han servido de nada, solo para gastar dinero», apunta tanto al Ayuntamiento como a la Junta de Andalucía.
«El problema de raíz está en el suelo», precisa y apela a todas las administraciones. Planes de rehabilitación se habrían diseñado de sobra. «En 2021, tanto Patricia Navarro como Paco de la Torre vinieron hasta aquí para anunciar la rehabilitación del barrio con una inversión de más de cuatro millones», denuncia.
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