En los 150 kilómetros que separan Málaga capital del Campo de Gibraltar se desarrolla una batalla con dos frentes bien diferenciados. La raíz es la misma, el narcotráfico, pero el modo en que se libra es distinto. Si el Estrecho es el centro de operaciones, ... controlado por clanes autóctonos que abren la puerta al hachís y la cocaína que entra en Europa, el litoral malagueño a es cuartel general y, al mismo tiempo, refugio de algunos de los capos de la droga.
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En consecuencia, la conflictividad también es diferente. Si en Algeciras hay grupos que asaltan un hospital para liberar a un narco, rodean a una jueza en el aparcamiento o agreden abiertamente a agentes de la ley, los efectos colaterales del narcotráfico en la Costa se traducen en ajustes de cuentas a cargo de sicarios, secuestros y tiroteos. En 15 días, Málaga ha vivido una escalada de violencia con seis episodios que, según las investigaciones, están vinculados de un modo u otro al crimen organizado.
Y el mensaje del Gobierno también es distinto. Mientras en Algeciras se habla ya de refuerzos para controlar la situación, en el caso de Marbella el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, tildó estos ajustes de cuentas de «hechos aislados», aunque lanzó la misma advertencia que sobre el Campo de Gibraltar: no habrá espacio de impunidad para el crimen organizado ni los violentos.
Ayer, en declaraciones a SUR, el representante del Ejecutivo en la provincia, Miguel Briones, recalca el carácter «puntual» de la espiral de los últimos 15 días, con tres asesinatos, dos secuestros y dos tiroteos. Y traza la misma frontera difuminada por el límite geográfico entre las provincias. «La situación del Campo de Gibraltar no es extrapolable a Málaga», precisa el subdelegado, que descartó un efecto contagio de la tensión que se vive estos días en el área de Algeciras.
Briones reconoce que la presión policial que se está ejerciendo sobre la comarca gaditana puede desplazar algún foco hacia Málaga, dada la evidente cercanía geográfica (lo que policialmente se conoce como la teoría del globo), pero alude al mismo tiempo a las particularidades que distinguen a ambas zonas. De hecho, muchas de las investigaciones de la Unidad contra la Droga y el Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional y los grupos especializados de la Guardia Civil se desarrollan a caballo entre las dos provincias, como la 'operación Galeón-Tableta' que se dio a conocer hace una semana y que supuso la detención de 23 supuestos miembros de una banda asentada entre Manilva y Cádiz dedicada a traficar con hachís y asaltar a otros grupos.
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Como ayer informó este periódico, los investigadores especializados en la lucha contra el crimen organizado coinciden en que estos robos de droga entre narcos, que policialmente se conocen como 'vuelcos', han originado un clima de tensión entre las organizaciones que, en ocasiones, deriva en sangrientos ajustes de cuentas. Aunque se muestra prudente al respecto, el subdelegado admite que se trata de una «hipótesis policial» que explicaría el aumento de la conflictividad entre las bandas.
Además, resalta dos características presentes en los últimos ajustes de cuentas. «Aunque puedan generar cierta sensación de vulnerabilidad, si se analizan las circunstancias, nunca son indiscriminados; se trata de hechos muy dirigidos y planificados», aclara Briones, en alusión al crimen que se produjo el sábado en la puerta de una iglesia de Marbella, donde asesinaron a tiros a un hombre que acababa de ver cómo su hijo hacía la comunión. La segunda, el carácter de Málaga como lugar de paso. Uno de los heridos por arma de fuego en Fuengirola la semana pasada no estaba relacionado con un ajuste de cuentas en Málaga; la víctima venía de Alicante y acabó «circunstancialmente» en la localidad costasoleña.
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Pese a todo, el subdelegado insiste en que no existe una «especial preocupación» en el Gobierno por estos seis episodios violentos –«más allá de la que supone la pérdida de una vida o una agresión», matiza–, aunque sí hay una «especial ocupación y dedicación» de las Fuerzas de Seguridad para esclarecer estos hechos. Recuerda que, desde el punto de vista estadístico, los datos del primer trimestre son «halagüeños», con un descenso del 9% de la delincuencia en Málaga y unos altos índices de casos esclarecidos, «lo que demuestra que la respuesta policial es la adecuada».
El subdelegado confiesa que no está previsto un plan excepcional en la provincia para combatir el crimen organizado, ya que considera que Málaga no está en unos «parámetros alarmantes», si bien precisó que se está intensificando la labor de investigación e información tanto a nivel central como en las comisarías y cuarteles locales. La estrategia de Interior no solo pasa por desmantelar las bandas que trafican con drogas, «sino actuar también donde más les duele, desmantelar sus infraestructuras y decomisar sus bienes mediante investigaciones de blanqueo», añadió.
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No obstante, avanzó que el refuerzo propio del periodo estival, según las cifras que manejan en estos momentos, duplicará al de 2017, pasando del centenar de agentes que recalaron en la provincia durante los meses de verano del año pasado a los más de doscientos previstos para 2018. Y llegarán a partir del mes que viene.
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