Pasando revista a las tropas legionarias. Archivo Abc/josé zegrí

El espíritu de la gesta legionaria que late tras los 101 kilómetros de Ronda

La prueba deportiva surgió para estrechar los vínculos de La Legión con la sociedad rondeña y de la serranía y en su alma palpita la marcha rápida de hace un siglo para auxiliar a Melilla

Sábado, 17 de julio 2021

En 1995, La Legión cumplió tres cuartos de siglo desde su fundación por José Millán Astray en 1920. En el marco de dicha efeméride y ... al objeto de estrechar los lazos con la ciudad y la comarca, el Tercio Alejandro Farnesio IV de La Legión, con base en Ronda y en aquel momento con el coronel Enrique Gomáriz al frente, organizó el 9 de diciembre de ese año la primera edición de los 101 kilómetros, siendo el encargado de hacerlo el entonces capitán y hoy teniente coronel Óscar Pajares. El debut estuvo protagonizado por unos 400 participantes y desde entonces esta prueba deportiva de dureza extrema se ha ido consolidando como una referencia, que cada año acoge a miles de deportistas provenientes de multitud de puntos y ha generado una lista de espera para poder participar.

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Las adversas condiciones meteorológicas del invierno serrano llevaron a que se pasara la fecha de celebración desde diciembre al segundo fin de semana de mayo –cuando hay luna llena, lo que facilita la orientación de los participantes durante la noche–. Su desarrollo supone un importante esfuerzo logístico, material y humano para La Legión, ya que representa unas maniobras más para la formación de los caballeros y damas legionarias a la hora de poner en práctica los trabajos de organización, seguridad, atención sanitaria, comunicaciones o intendencia. Labores que les sirven de entrenamiento para futuras misiones.

La preparación física es fundamental para poder resistir en una prueba de ultrafondo donde se deben recorrer (andando, corriendo o en bicicleta) 101 kilómetros en un tiempo máximo de 24 horas. El sacrificio, el compañerismo, el esfuerzo o el espíritu de superación son valores que afloran en esta carrera y que entroncan con el credo legionario y dos de sus espíritus, el de marcha y el de sufrimiento y dureza.

Imagen de archivo de los participantes en la prueba de los 101 kilómetros. ñito salas

En la madrugada del 21 al 22 de julio de 1921, el sonido del teléfono de campaña sobresaltó la paz del campamento de las tropas de La Legión en Rokba el Gozal, en la zona occidental del Protectorado Español de Marruecos; unidades que formaban parte del contingente que preparaba el asalto a Tazarut. Hacía unas horas que se había producido la caída del monte Igueriben y las huestes del líder kabileño marroquí Abd el-Krim se dirigían hacia Melilla para tomar la ciudad española, que se encontraba en peligro y había lanzado un grito de auxilio militar.

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La llamada telefónica despertó al comandante Francisco Franco. Al otro lado del aparato, el teniente coronel Millán Astray, siguiendo órdenes de la autoridad superior, le conminó a que de forma inmediata movilizara a parte de las tropas y se dirigiera al Fondak de Ain Yedida. No le explicó el objeto de la misión. Franco, al frente de la I bandera de La Legión, y el comandante Carlos Rodríguez Fontanés, al mando de la II bandera, se pusieron en marcha a toda prisa. Comenzó entonces un recorrido, a marchas forzadas, de 33 horas de duración donde las tropas, sin conocer cuál era su objetivo, recorrieron un centenar de kilómetros con apenas dos pequeños descansos. Cuando llegaron a su destino, ya en tren, siguieron hasta Ceuta y de ahí, en barco, a Melilla para acudir en auxilio de la ciudad.

Aquella fue la primera gran marcha rápida que hizo La Legión y la gesta quedó marcada en los anales y la mística de esta unidad militar como ejemplo de lo que recoge el espíritu de marcha del credo legionario («Jamás un legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado. Será el cuerpo más veloz y resistente») y el espíritu de sufrimiento y dureza («No se quejará: de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed ni de sueño; hará todos los trabajos: cavará, arrastrará cañones, carros, estará destacado, hará convoyes y trabajará en lo que le manden»). De esta efeméride, enmarcada en los acontecimientos del denominado Desastre de Annual, se cumple en estos días un siglo.

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Los valores de aquella marcha legionaria hoy palpitan en el espíritu de una prueba deportiva como es la de los 101 kilómetros de Ronda, donde el deporte y la historia se unen de la mano de La Legión.

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