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La manifestación por el derecho a la vivienda, a su paso por la Alameda Principal.

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La manifestación por el derecho a la vivienda, a su paso por la Alameda Principal. Ñito Salas

Menos gente, pero mismo clamor en la manifestación por la vivienda en Málaga

La marcha reivindica el derecho a techo y el fin de su mercantilización, de que sea un negocio

Sábado, 5 de abril 2025, 16:37

Alrededor de 5.000 personas, según la Policía Nacional, y hasta 30.000, de acuerdo con la organización, sobre todo en el momento en que considera que hubo más afluencia, cuando la marcha atravesaba la Alameda Principal, se manifestaron este sábado en Málaga por el derecho a la vivienda y contra su mercantilización. Se trataba de una convocatoria organizada a nivel estatal y que alcanzaba a 42 ciudades de España de todos los tamaños, desde Madrid o Barcelona hasta Cuenca, pasando por Valladolid, Burgos o Santiago de Compostela y, por supuesto, Málaga.

Si bien desde el principio pareció que en el caso de la capital costasoleña hubo menos gente que en anteriores ediciones de la protesta, las que tuvieron lugar el 29 de junio y el 9 de noviembre de 2024, lo que fue especialmente notorio una vez se llegó al Parque de Huelin, donde la marcha finalizaba y donde quizás se esperaba haber recogido a vecinos del Perchel y del propio Huelin para abarrotar este espacio verde más de lo que se llenó, el entusiasmo y la indignación de los manifestantes eran similares. «¿Qué pasa?, ¿qué pasa? ¡Que no tenemos casa!»; «su beneficio nos cuesta la vida»; «ni casas sin gente ni gente sin casa»; «Málaga para vivir, no para sobrevivir»; «rentista culpable, Gobierno responsable». Ésas eran algunas consignas que se coreaban. Se oyó sonar llaveros, hubo sentadas, bombas de humo de colores, batucadas y, por supuesto, pancartas ingeniosísimas que portaban jóvenes y mayores, familias y grupos de amigos. Ambiente festivo y reivindicativo, en definitiva.

Ñito Salas

«Hoy se demuestra en las calles que hay un descontento generalizado con la forma en la que se entiende la vivienda como negocio»

Los organizadores se comenzaron a congregar antes de las once de la mañana. Ahí empezaron a preparar las pancartas para después realizar las primeras declaraciones a la prensa. Los encargados fueron dos portavoces de Málaga para Vivir, la organización convocante de la marcha en la capital, Beatriz Linares y Kike España. Empezaban el día con ilusión, en línea con lo espléndido de la meteorología, que regaló un día de sol y temperatura suave. «El 29 de junio supuso la apertura de algo distinto, un punto de inflexión. El 9 de noviembre se asentó el malestar y además el movimiento se organizó también territorialmente a través del Comité de Barrios y muchísima gente de nuevo salió a la calle. Y hoy es un día histórico no sólo para Málaga, sino también para todo el Estado. Salimos en más de cuarenta ciudades al mismo tiempo, coordinados durante meses y con un punto principal: vamos a poner fin al negocio de la vivienda. Hoy se demuestra en las calles que hay un descontento generalizado con la forma en la que se entiende la vivienda como negocio», explicó Kike España, que añadió: «Lo más importante de todo es que la gente se organice. Hay que empezar a pensar ya en huelga de alquileres, en formas de desobediencia que hagan que esto se ponga encima de la mesa, porque es un problema de una gravedad de la que los gobiernos no son conscientes», continuó, al tiempo que Beatriz Linares ponía el foco de su denuncia en «el rentismo y la especulación» como causas del empobrecimiento social y recordaba que el lugar del que partía la marcha, la plaza de la Merced, es el «epicentro de las viviendas turísticas»; como recordó, ahí y en las calles circundantes, ocho de cada diez pisos son vacacionales.

Ñito Salas

España y Linares también pusieron de relieve otra cuestión: la manifestación no recorrería únicamente el centro de la ciudad –del que muchos malagueños han sido expulsados por el alto precio de la vivienda, recalcaron-, sino también los barrios; el Perchel y Huelin, en concreto, cuyos vecinos también experimentan la progresiva ampliación de la mancha de aceite del problema del difícil acceso a un techo. Además, terminando en el parque de Huelin, dijeron, querían también mostrar su reivindicación del espacio público y su uso y disfrute por la ciudadanía.

Políticos y sindicalistas presentes

Antes de que arrancara la marcha, que lo hizo al filo de las doce del mediodía, media hora después de la hora prevista, los políticos también hicieron acto de presencia y colocaron su mensaje. Lo hizo, por ejemplo, Josele Aguilar, que se estrenaba en las calles como secretario general del PSOE en Málaga. «El de la vivienda es uno de los problemas más graves, y no sólo social; también económico, porque hay profesionales que no se pueden mudar a Málaga por lo cara que está la vivienda», afirmó en declaraciones a SUR. «Hay manifestaciones en 42 ciudades, no sólo en Málaga, pero aquí es donde está más tensionado el precio tanto en compra como en alquiler», apuntó el líder socialista, para achacar la responsabilidad de la cuestión a las «políticas especulativas del Partido Popular».

«Hay manifestaciones en 42 ciudades, no sólo en Málaga, pero aquí es donde está más tensionado el precio tanto en compra como en alquiler»

Por parte de IU, su coordinador general, Antonio Maíllo, se unió a la protesta malagueña, para resaltar que la ciudad es «el epicentro de todas las contradicciones» entre los salarios y los precios de la vivienda, ante lo que ofrece su propuesta de intervención pública «como en la sanidad o en la educación», construyendo un parque público de inmuebles, estableciendo topes a los precios y una «parálisis a las viviendas turísticas»: «Hay que recuperar Málaga para la gente. Que esta movilización sea el aldabonazo definitivo para que las instituciones actúen», agregó.

Respecto a los sindicatos, quien estuvo presente fue Fernando Cubillo, de Comisiones Obreras: «Málaga tiene un problema de vivienda que se manifiesta en que trabajadores que podrían venir aquí, al final se van a otras provincias. El precio de los pisos sube más que los salarios y ahora más del 50% de lo que se gana se va en el alquiler o la hipoteca», agregó. «Hay que construir más, pero para uso residencial, porque el hecho de que más de la mitad de las viviendas se compren sin hipoteca lo que significa es que hay mucha inversión especulativa», concluyó Cubillo.

«Mucha gente descarta venirse a Málaga por lo cara que está la vivienda»

Y muchas de estas declaraciones tomaban forma en los testimonios recogidos por SUR. Marina Martínez y Sandra Rodríguez son de Sevilla y de Madrid, respectivamente. Tienen 23 años y están en Málaga estudiando un máster en Bellas Artes. «Nos tocó la lotería cuando encontramos el piso que compartimos, pero conocemos mucha gente que descarta venirse a Málaga a estudiar por lo cara que está la vivienda». Pero el testimonio de Lina Castillo, de 23 años, deja patente el porqué de que la marcha fuera estatal: «Soy guía turística, tengo que hacer las prácticas y en ninguna ciudad costera encuentro un piso de menos de 900 euros. Y son de 50 metros cuadrados». Vivía en Benalmádena, pero ahí se le hizo imposible pagar la renta, así que ahora comparte piso en Ciudad Jardín. Junto a su novio, Iván Ruiz, que vive en Álora, ha diseñado unas pancartas tirando de ironía contrastando el artículo 47 de la Constitución –«todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada»- con ese artículo aplicado en 2025, según su visión -«Todos los especuladores de pisos turísticos tienen derecho a disfrutar de un chalé digno»-.

Quino Cano y Espe Gámez conforman una familia joven de tantas que acudieron a la manifestación con su bebé en un carrito. Ambos son profesores, pero ella ahora sin trabajo. Se han ido a vivir a Pizarra porque los alquileres en la capital les eran inaccesibles: «Tengo plaza fija, pero no me planteo pedirla en la capital por la vivienda. En Pizarra pagamos 550 euros, que ya tampoco es el precio de antes para un pueblo», dice él, a lo que ella añade: «Soy de Alhaurín de la Torre, pero no nos planteamos irnos allí porque está a veinte minutos de Málaga, se ha convertido en una ciudad dormitorio y los precios son también inaccesibles».

Ñito Salas

«O heredas, o nada. Falta voluntad política, porque está en sus manos. Esto no es ni de izquierdas ni de derechas. Los de derechas tampoco van a tener vivienda»

Otra pareja, la que componen Trini y Héctor, de 50 años, están en la manifestación por su hijo, de 18 años: «A este paso, no va a poder acceder nunca a una vivienda, ni él ni muchos jóvenes. O heredas, o nada. Falta voluntad política, porque está en sus manos. Esto no es ni de izquierdas ni de derechas. Los de derechas tampoco van a tener vivienda. Todas las mañanas en El Corte Inglés hay una docena de personas sin hogar. Nunca habíamos visto a tanta gente sin techo», comentan ambos, aportando cada uno una frase.

Y con éste enlaza otro testimonio, el de Laura Martín, que trabaja en el Hospital Clínico, en el equipo de tratamiento intensivo comunitario sobre salud mental. Es una pescadilla que se muerde la cola, dice: la exclusión residencial, que haya problemas para pagar una vivienda incluso teniendo trabajo, deriva en malestares psicológicos que pueden llegar a empeorar todavía más la situación económica, con lo que la enfermedad psicológica se agrava y lleva a estas personas o a una situación de sinhogarismo o a su institucionalización.

«Estoy ahorrando para comprar, pero cada vez que miro, me deprimo. Cada vez está más caro y tengo que buscar más lejos»

Ñito Salas

La huida de la ciudad, donde más tensionados están los precios, es, pues, lo que mucha gente decide -obligada-. Por ejemplo, Nicolás Naranjo, de 37 años, argentino y desde el año 2008 en Málaga: «Cómo ha cambiado la ciudad en los últimos diez años, desde que hicieron el puerto. Una cerveza ya no te cuesta un euro, sino tres o cuatro. Y el alquiler, hasta mil euros, cuando a mí el sueldo me lo han subido treinta euros y eso que mi sindicato, el del metal, se supone que es de los mejores. Estoy buscando casa para comprarme. Sé que me iré por ejemplo a Riogordo. Pero en realidad no hay oferta ni aquí ni en Colmenar. Aunque la mayoría de quienes no han comprado hace diez años ahora piensan irse fuera, a al menos cuarenta minutos de distancia. Málaga va a ser sólo para trabajar, pero no para vivir», explica. Su amiga Celia Valiente, de 42 años, aún no se ha podido emancipar. Vive todavía en casa de sus padres. «Estoy ahorrando para comprar, pero cada vez que miro, me deprimo. Cada vez está más caro y cada vez tengo que buscar más lejos. Todo está carísimo, incluso las viviendas que necesitan rehabilitación», explica Celia, ya en el parque de Huelin, cuando se ha leído el manifiesto y ha acabado la manifestación. Aunque hay quien se queda de tertulia sentado en el césped. La organización ha pedido que a las cuatro y media la gente se haya ido dejándolo todo limpio. Y cuando se están escribiendo estas líneas, a primera hora de la tarde, ya apenas quedan manifestantes.

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