Fiebre por el pádel en Málaga

Sesenta kilómetros y cuarenta minutos en coche. Esa es la distancia y el tiempo que Javier –junto con otros tres amigos– tuvieron que realizar el miércoles de la semana pasada entre los viajes de ida y vuelta para jugar al pádel. O dicho de otra manera, un viaje en coche desde Carretera de Cádiz hasta la zona de Añoreta para poder disfrutar de un partido de una hora y media.

Resulta paradójico que estos cuatro chavales hayan tenido que recorrer esa distancia cuando a escasos 500 metros de sus casas está la Ciudad de la Raqueta de Inacua, una de las instalaciones con más pistas de toda la provincia; dieciséis. El motivo de la peregrinación está claro: «Era la única pista que había en toda Málaga», explica Javier.

Aunque el pádel es un deporte relativamente reciente, hace ya unos años que en España se ha convertido en segundo en número de prácticamente tras el fútbol. No hay datos oficiales, pero solo en Málaga capital se contabilizan centenares de pistas en clubes privados, a lo que habría que sumar las de las urbanizaciones. Antes de que estallara la pandemia ya era el deporte de moda, pero la explosión ocurrida tras el confinamiento no tiene precedentes.

Así lo afirma Miguel Martos, director del Club Deportivo León XIII –situado en la zona este de la capital– donde cuentan con trece pistas. «Hemos aumentado al menos un 60 por ciento las reservas y los jugadores», afirma Martos, que admite que se trata del mejor momento para este deporte desde que se construyó el club. «Es verdad que antes más o menos llenábamos la franja de la tarde, pero es que ahora también es complicado encontrar una pista libre durante la mañana», relata.

No se trata de un caso particular, sino algo que está ocurriendo desde Manilva a Nerja; y las razones parece que tienen mucho que ver con la pandemia. Cuando comenzó la desescalada hace justo un año se permitió jugar al pádel, pero no al fútbol. Entonces, muchos colgaron las botas para coger una pala, y de momento parece que se mantienen. «A eso hay que añadir que con tanta restricción en la hostelería, muchos se han lanzado a jugar más como un encuentro social que la práctica de un deporte, una doble característica que por otra parte siempre ha tenido el pádel.

A Javier y a sus tres amigos no les hace gracia tener que viajar tanto para jugar, pero la realidad es la que es. ¿Con cuánta antelación debe alguien reservar una pista para poder jugar en León XIII un miércoles a las ocho de la tarde? Martos sonríe y contesta sin dudar. «Pues seguramente más de un mes porque las pistas fijas lo llenan todo. Si no es una cancelación...».

Pedro Cabral lleva en el mundo del pádel desde principios de los 90, cuando tan solo existían en Málaga capital clubes como el Mayorazgo o Miraflores. Ahora, dirige los centros ValsSport, cuya sede de la zona de El Cónsul registra el mayor número de pistas en un solo centro; diecisiete. «Nosotros hemos aumentado entre un 40 y un 60 por ciento los jugadores. Para que la gente se haga una idea, cuando acabó el confinamiento nuestro porcentaje de ocupación de pistas era del 98 por ciento. Y abrimos de nueve de la mañana a doce de la noche», recuerda.

Al igual que su homólogo del León XIII, Cabral incide en que el aumento más relevante es del de las mañanas. «Si la gente no encuentra pista por la tarde, pues se organiza para venir en otro horario. Hasta ahora nunca habíamos visto un lleno en esa franja», reconoce.

Aunque hay de todo, por lo general el perfil de los nuevos jugadores es de gente con un nivel muy básico que viene del fútbol o directamente de no practicar nada concreto. Eso en cuanto a Málaga capital o la Axarquía, porque en Marbella o Estepona la realidad, aunque parecida, tiene matices. En el Club Villapadierna que dirige Santiago Moreno, el aumento de jugadores también ronda el 50 por ciento, aunque en su caso es por el interés de los extranjeros en un deporte hasta ahora muy poco conocido más allá de países como España o Argentina.

«A nosotros nos ha salvado que por fin abrieran un poco las fronteras europeas. Las pistas están llenas todo el día de jugadores de todas partes, lo que nos ha dado un respiro tras unos meses terribles. Para poder jugar aquí una tarde hay que tomárselo con calma y reservar con una semana de antelación.

A tenor de los datos cualquiera diría que es el mejor momento para el pádel también en la Costa, aunque Santi piensa que los años 1999 y 2000 fueron mejores. «Jugaba menos gente, pero las pistas tenían un coste lógico. ¿Cómo es posible que jugar al pádel una hora y media cueste de media cuatro euros más barato que hace veinte años? Así no se sostiene», crítica.

Sea o no necesaria una subida de las tarifas, lo cierto es que todos los responsables coinciden en que de momento faltan pistas en Málaga para poder cubrir la demanda actual, aunque para Martos, por ejemplo, el riesgo de construir más instalaciones es alto. «¿Y si es solo coyuntural? No tengo claro que esto vaya a durar siempre».