Estar a salvo, eso era lo único importante. Y lo han conseguido. Anoche llegaron a Málaga 47 personas, todas mujeres y niños, huyendo del horror que asola desde el pasado 24 de febrero al país ucraniano, desde que comenzó la invasión rusa que ya ha ... provocado el desplazamiento de más de un millón y medio de refugiados. Sus rostros al bajarse del autobús eran el reflejo de la amalgama de emociones que estaban viviendo en ese momento. El alivio, a pesar de estar exhaustos, de saber que las bombas ya se encuentran a más de 4.000 kilómetros de distancia. La tristeza por los maridos, padres, hermanos y amigos que han dejado allí.
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El autobús partió el sábado por la tarde de la frontera polaca. El mismo fue alquilado por el coleccionista malagueño Vicente Jiménez, a quien une una relación muy especial con Ucrania al tener su hijo esta nacionalidad. La única parada que hizo el transporte fue en la noche del domingo en Aviñón, Francia, para que los pequeños pudieran descansar al menos durante unas horas de la noche en un hostal. Para ellos, este viaje se ha hecho eterno.
A las seis de la madrugada de este lunes volvieron a subir al autobús y no fue hasta pasadas las 23.15 horas cuando finalmente bajaron del mismo, una vez que ya habían llegado a tierras malagueñas. Una mujer mayor enviaba besos con la mano, todavía desde el interior del vehículo, mientras una niña de apenas cinco años saludaba enérgicamente.
«Estamos felices de estar aquí, de haber salido de Ucrania y de que nuestros hijos estén a salvo», explicaba Galina. Ella se asentó en la provincia malagueña hace 16 años –vivió 15 años en Málaga y el último en Marbella–, pero su hija, de nueve, vivía en el país que ha sido invadido por las tropas rusas. No podía permanecer de brazos cruzados y se fue a buscarla. Galina encontró una Ucrania muy distinta a la que recordaba. En su ciudad, explicó, la situación era de una calma tensa, pero por el camino se percibía el daño que está sufriendo la población ucraniana. Ella solo estuvo un día y nada es lo que era. Ni Galina ni el resto de las mujeres que llegaron en autobús han perdido la esperanza de poder regresar pronto para volver a la vida que llevaban antes de que empezase esta pesadilla. Aunque mientras se aferran a este deseo, también intentan asimilar el cambio y mantener la tranquilidad, sobre todo por los niños.
De las 47 personas llegadas anoche a Málaga, 21 permanecerán de momento en las instalaciones de primera acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). El resto de mujeres y niños han contactado con amigos y familiares que viven en Málaga para quedarse con ellos, en principio hasta que la situación cambie en su país de origen.
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En estos reencuentros apenas había palabras. La incomprensión y el dolor que sienten por lo que está ocurriendo en su país, y la alegría de verse a salvo, solo podía comunicarse con abrazos y lágrimas, que ya lo decían todo.
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