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Jubrique ha perdido un 28% (es decir, casi un tercio) de su población en lo que va de siglo XXI. En Cartajima, en ese mismo periodo solamente han venido al mundo ocho bebés, mientras que ha habido seis veces más fallecimientos. Júzcar y Parauta tienen ... menos de diez habitantes por kilómetro cuadrado. En Atajate la tasa de envejecimiento supera el 500%: hay 46 jubilados frente a 9 niños. Son sólo algunos datos que evidencian lo crudo que se ha vuelto el invierno demográfico para el valle del Genal, la comarca más vulnerable de la provincia frente a la amenaza de la despoblación.
En términos generales, Andalucía en general y Málaga en particular no están entre los territorios con más riesgo de despoblación, según explica Remedios Larrubia, profesora de Geografía en la Universidad de Málaga (UMA). De hecho, en la región no ha habido que lamentar (aún) la desaparición de ningún municipio. «El modelo de partida de Andalucía es diferente al de las regiones más afectadas por este fenómeno, como Castilla y León, por dos razones principales: por un lado, los municipios tienen un tamaño medio mayor y por otro, el denostado subsidio agrario ha ayudado a fijar población». Eso no quiere decir que no haya pueblos en riesgo de desaparecer: éste es un peligro real a largo plazo en el llamado «rural profundo», que es en el grupo de comarcas en las que se engloba el valle del Genal.
«En Málaga el denominado 'reto demográfico' ligado al despoblamiento y envejecimiento del mundo rural ha sido el resultado de dos trayectorias divergentes: una es el fuerte proceso de concentración urbana en la zona litoral desde la segunda mitad del siglo XX y particularmente intensa en su último tercio, cuando el crecimiento se volcó sobre la Costa del Sol. En contraposición, el sistema de asentamiento del interior evolucionó negativamente, especialmente en los pequeños municipios de las comarcas de Ronda y la Axarquía», explica Larrubia. El resultado es que en este periodo el número de pueblos de menos de 1.000 habitantes ha pasado de 14 a 25 (28 si se cuentan los de nuevo cuño, como Serrato o Montecorto). Ese umbral de un millar de vecinos es el que los expertos marcan para considerar a un pueblo en «riesgo de despoblación irreversible». En otras palabras: en peligro de extinción.
De los 15 municipios que forman el valle del Genal, todos menos Gaucín están por debajo de los mil habitantes. Y de ellos, siete están en «declive demográfico grave» (Algatocín, Alpandeire, Benadalid, Benarrabá, Faraján, Genalguacil y Jubrique), seis están en «declive» (Atajate, Benalauría, Gaucín, Igualeja, Júzcar y Parauta) y sólo dos han ganado población entre 2001 y 2017: Pujerra y Cartajima. Larrubia cree que no es casualidad que este último sea el que lanzó una llamativa medida para combatir la despoblación: ofrecer trabajo y casa a las familias que se asentaran allí.
La Universidad de Málaga se ha implicado con un proyecto de investigación liderado por la Universidad de Bolonia, y financiado con fondos europeos, llamado Ruritage, que busca diseñar planes de desarrollo rural basados en el patrimonio material e inmaterial de los pueblos. «Vamos a replicar y testar su metodología en el valle del Genal», apunta Remedios Larrubia, que destaca que su candidatura se ha seleccionado de entre 90 solicitudes. «Vamos a hacer un plan de acción de dos años, para lo cual el primer paso es hacer un diagnóstico de los recursos y potencialidades que tiene cada municipio del valle del Genal», explica la profesora, que intuye que la gastronomía, la artesanía y el patrimonio natural van a tener un especial protagonismo en estos planes.
Sin embargo, expertos como Larrubia o como Jesús Delgado, también del departamento de Geografía de la UMA, son escépticos respecto a la efectividad a largo plazo de medidas como ésta, y más todavía de los 'cheques bebé' y demás subvenciones pensadas para fomentar la natalidad. «Lo que realmente funciona para fijar a la población es mejorar las comunicaciones, tanto las terrestres como las virtuales, (la falta de banda ancha es un grave obstáculo para montar negocios) y los servicios públicos«, apunta Delgado.
Según un recuento realizado por estos profesores de la UMA, de los 15 municipios del Genal, sólo seis cuentan con guardería, seis con escuela primaria, dos con centros de educación secundaria y siete con bibliotecas. Todos tienen algún tipo de centro de atención sanitaria (14 tienen consultorio que abre una serie de horas a la semana y sólo uno, Algatocín, cuenta con un centro de salud), pero no todos tienen farmacia. Tampoco sucursales bancarias.La cobertura de Internet y del teléfono móvil es mala en muchos pueblos. Esta carencia de servicios básicos para la vida cotidiana y la dificultad para transportarse a otras localidades (hay pueblos por los que el autobús pasa una vez al día) es lo que realmente empuja a los jóvenes a marcharse y dificulta la vida de los mayores.
«Tampoco se puede obviar la falta de oportunidades laborales», añade Delgado, que vincula este problema al anterior, puesto que la creación de empresas también requiere de determinadas infraestructuras, especialmente, insiste, una buena conexión a Internet. «Sabemos de buena tinta que hay gente muy emprendedora en estos pueblos y también que la banda ancha favorecería que hubiera gente que se viniera a vivir aquí y optara por el teletrabajo», apunta.
Este verano, Faraján acogió un encuentro sobre despoblación en el valle del Genal organizado por la Universidad de Málaga a petición de los alcaldes de la comarca. A ella acudieron, junto a los citados expertos de la UMA, representantes de todos los ayuntamientos, con el fin de «propiciar una toma de contacto con los responsables políticos y la población del Valle del Genal, analizar los recursos y potencialidades de la zona y establecer líneas de trabajo conjunto». Lo primero va a ser realizar un diagnóstico de las potencialidades de la zona con el fin de utilizarlas para dinamizar los pueblos y atraer población.
En este sentido, Remedios Larrubia celebra que la Diputación haya fijado la lucha contra la despoblación como uno de sus ejes de trabajo para esta legislatura. «Hasta ahora, por parte de todas las administraciones ha habido mucha palabrería y pocas acciones concretas. Esperemos que esta intención se materialice en mecanismos de apoyo ordenados y eficaces», expresa.
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