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Control de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional en Ciudad Jardín. Salvador Salas Vídeo: Pedro J. Quero

Excusas, historias y causas justificadas: una tarde dentro de la operación 'Jaula'

SUR acompaña a la Policía Nacional en tres controles de tráfico y movilidad en los que los agentes verifican el motivo de los desplazamientos

Viernes, 1 de mayo 2020, 00:16

Sus ojos no se pierden ningún detalle. Trabajan coordinados y sincronizados hasta el más mínimo fleco y son capaces de detectar la mentira antes de que cualquier conductor diga la primera palabra. La 'Operación Jaula', activada por el Ministerio del Interior para tomar el pulso a ciudades y grandes núcleos urbanos y evitar desplazamientos no justificados lleva operativa desde los primeros días del estado de alarma. Policía Nacional –apoyada por policías locales– y Guardia Civil despliegan en los momentos clave más de 10 controles en la ciudad de Málaga y otros tantos en la provincia. SUR pasó la tarde de ayer en compañía de los grupos encargados de llevar a cabo tres de estos controles, que estos días se han convertido en los guardianes de la movilidad.

Puerto de la Torre, 16.30 horas

Tranquilidad y normalidad cerca de la autovía

El conductor de la moto se ha dado cuenta de que le han pillado. Lleva a su pareja de acompañante, sentada en el asiento del paquete. Ambos llevan puesto el casco y los papeles del vehículo están en regla, pero tienen a pocos metros un control de la Policía Nacional y saben que no va a haber excusa que les libre de ser propuestos para sanción por incumplir las normas preventivas establecidas contra la pandemia de Covid-19. «Si recurre y consigue demostrar que era un desplazamiento inevitable y que no tenían otra forma de moverse, puede que anulen la multa, pero lo dudo, porque nos ha dicho que venían de dar de comer a los animales, una tarea que puede hacer una sola persona», explica uno de los agentes de la Unidad de Prevención y Reacción de la Policía Nacional de Málaga, grupo encargado de este punto de verificación.

Este motivo de desplazamiento –ir a un terreno o a un campo para cuidar la finca o alimentar ganado o perros de caza– es una de las más habituales en el Puerto de la Torre. «Si todo está en regla no les ponemos problemas, es causa justificada», explica otro de los agentes a cargo de la verificación.

Los policías explican que el entorno de Puerto de la Torre es «muy tranquilo» y que no han detectado, salvo excepciones, casos flagrantes de incumplimiento del confinamiento. «Por aquí pasa mucha gente que va o vuelve del trabajo y poco más», aunque alguna vez han dado con algún «despistado». «Un día una señora nos dijo que iba al Carrefour cuando cerca de su casa había muchos supermercados; otro conductor nos contó que iba a Córdoba para ver a su familia, que llevaba cuatro meses sin estar con ellos». En esos casos los agentes proponen una sanción que será gestionada más adelante por la Subdelegación del Gobierno, además de comprobar que el vehículo retrocede sus pasos de vuelta al domicilio del conductor.

Ciudad Jardín, 18.00 h.

Un porro se cuela entre las comprobaciones policiales

Tres Zetas –vehículos radiopatrulla de la Brigada de Seguridad Ciudadana– forman un zigzag en Avenida Jacinto Benavente. Se han colocado en un lugar estratégico, desde el que nadie puede desviarse una vez se da cuenta de la presencia policial. Una agente armada con una escopeta es la primera en custodiar el control. Le sigue un subinspector, que hace las veces de primer filtro. «Todo lo que no le cuadra a él, nos lo pasa, pero si comprueba que está todo en regla deja que el vehículo circule», apunta el inspector a cargo del operativo.

Salvador Salas

Las comprobaciones iniciales son rápidas pero precisas. El agente que se encarga de hacerlas sabe qué preguntas formular en todo momento, y tiene práctica en eso de calar a la gente. «Nos damos cuenta muy rápido de las mentiras, pero la mayoría de ciudadanos circula con la documentación necesaria», apunta entre coche y coche.

La mayoría de encuentros son breves, claros y concisos, aunque en algunas ocasiones los conductores se ven obligados a dar más explicaciones de la cuenta. Como las de un propietario de varios caballos, que muestra al subinspector los 'papeles' de cuatro ejemplares a los que va a dar de comer. O como las dos compañeras de trabajo de camino a una actividad laboral compartiendo los dos asientos delanteros del vehículo pese a que la normativa establece que el segundo ocupante vaya en el asiento trasero a la altura del copiloto. «Es que llevo atrás las sillitas de los niños y no he conseguido quitarlas», apunta la conductora.

El subinspector hace un gesto con las manos levantando dos dedos para avisar a sus compañeros del motivo por el que ha decidido que se deben realizar más comprobaciones. Finalmente se marchan con la petición expresa de que no circulen más así.

En un momento dado, la agente que custodia el acceso de los coches al vehículo avisa al inspector. «El Polo que pase directamente a la zona de inspección». El subinspector así se lo indica a los ocupantes del coche. Tras un rápido registro encuentran una pequeña cantidad de hachís, poco más que lo justo para un porro, en una nevera que va iba apoyada en el asiento del copiloto. «Me pareció ver un movimiento raro y es mejor comprobar», explica la policía.

Avenida de Andalucía, 20.30 horas

Sincronía policial para prevenir infracciones

Es hora punta. Antes del estado de alarma, la plaza Manuel Azaña (frente a la Comisaría Provincial de la Policía Nacional de Málaga, en Avenida Andalucía), es un hervidero de vehículos abandonando el centro de Málaga. Durante este control apenas pasan unos pocos centenares de coches. La Unidad de Intervención Policial es la responsable de verificar los trayectos de este punto, que despliega el operativo en menos de dos minutos, raudos, veloces y sincronizados. Doce agentes desvían el tráfico que va a la autovía, les hacen subir dirección Carlos Haya y regresar por calle Virgen de la Cabeza, donde se comprueban los argumentos de los conductores.

Ñito Salas

El oficial al mando de la operación cuenta que ya se han acostumbrado a efectuar este tipo de controles (algo que, por lo habitual, dista de sus funciones regulares de los tres grupos mencionados). «Aquí pasa mucha gente que va al trabajo», comenta. No obstante, al día proponen unas veinte sanciones.

En el caso del control de este jueves a las ocho y media de la tarde no se encuentra ninguna infracción. «Por lo general la gente está respondiendo muy bien, aunque algo siempre encontramos, incluso cosas inesperadas», añade. Se refiere conductores portando droga: «El otro día una mujer bajó la ventanilla y el coche tenía un fuerte olor a marihuana, me dijo que era de una amiga, pero... estos días no puede compartir el coche con ninguna amiga», apunta. Tras registrar el interior encontraron dos pequeñas bolsas de marihuana.

Con la hora de cenar llamando a los hogares malagueños, por la rotonda de Manuel Azaña pasan varias motocicletas de reparto de comida a domicilio. Los policías les piden que abran los transportines y muestren su interior. «La picaresca llega y el que quiere consumir lo va a hacer, y algunos compañeros han detectado transporte de droga en este tipo de vehículos», añade el oficial.

Cuando llega la hora señalada desmontan el dispositivo con la misma premura que lo hicieron –ocurre lo mismo en los tres controles–. Los agentes vuelven a sus vehículos y continúan velando por la seguridad en la ciudad.

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