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Pensamientos intrusivos son pensamientos que nos asaltan de manera automática. Algunas veces son tan crueles y absurdos que llegan a asustar. ¿Pero qué son exactamente y por qué aparecen? El identificar de dónde vienen, lo que significan y si son un indicio de una perturbación ... psíquica, ayuda a entender y a gestionar esa voz interna que aparece y que funciona como un martillo que nos golpea la cabeza. Lucia Vegas, psicóloga malagueña, atiende a SUR para hablar sobre esta parte de la mente.
–¿Qué es el pensamiento intrusivo?
–Es un pensamiento involuntario, automático, que viene sin avisar y, normalmente, sin control. Pueden ser pensamientos de todo tipo.
–¿Cuántas personas tienen este tipo de pensamiento? ¿Son algo común?
–Teniendo en cuenta que no dejamos de pensar, diría que todo el mundo tiene pensamientos intrusivos. Situaciones de incertidumbre o de preocupación fomentan y dan lugar, especialmente, a que nos asalten este tipo de pensamientos.
–Piense en una reunión con un jefe y pensar que quiero echarle una taza de café en la cara. ¿Es un pensamiento intrusivo?
–Eso sería una fantasía compensatoria. Es una fantasía que se produce ante una situación de mucho malestar. Ese jefe nos hace la vida imposible y yo no tengo otro recurso en este momento. El único que tengo es el recurso mental de imaginarme como le echo encima la taza de café. No lo haré, pero el pensar que lo hago me calma.
–¿Puede dar ejemplos de pensamientos intrusivos?
–Un pensamiento intrusivo puede ser el pensar que no vales y darle vueltas a todas horas. Pensar que eres un impostor en el trabajo, pensar que tu pareja te es infiel. Una de las características fundamentales es que es un pensamiento repetitivo de algo que me ha ocurrido o de algo que creo que me puede ocurrir.
–¿Siempre está relacionado con algo negativo?
–Podemos diferenciar un pensamiento intrusivo que tiene que ver más con un estado de ánimo del momento. Es algo que se relaciona mucho con la ansiedad, pero también tiene que ver con la depresión. Ahí generamos muchos pensamientos de preocupación, en general. El cuerpo entra en bucle, no podemos dejar de pensar y eso genera mucho malestar. Luego está, como he dicho, la fantasía compensatoria. Es algo mucho más puntual. Es imaginarme algo que me calma sobre algo que está ocurriendo en ese preciso momento.
–¿Nuestra cabeza siempre está en ebullición?
–Estamos todo el tiempo pensando, aunque no siempre en negativo. Estamos constantemente evaluando la situación, observando, haciendo predicciones, soñando despierto… Hay estudios que afirman que tenemos 60.000 pensamientos al día.
–¿Muchos de los pensamientos que tenemos a lo largo del día se diluyen luego? ¿Igual que vienen se van?
–Hay varios niveles de intensidad. Desde la rumiación que podemos tener todos, pero que viene y se va. La intensidad es baja, con lo cual no tiene nada de patológico. En el otro contrario, cuando tenemos una personalidad obsesiva, ahí la intensidad es altísima y el pensamiento escapa de nuestro control. Ahí podemos estar 24/7 enfrascados en un pensamiento. Y cuando soltamos uno, volvemos al otro. Porque la estructura interna es esa. Llegados a ese punto, es algo muy patológico. Genera mucho sufrimiento y es insostenible.
–¿Los pensamientos intrusivos nos pueden provocar una sensación de vergüenza o culpa?
–Pasa mucho. Por ejemplo: me gusta mi suegro. Te puede asaltar cualquier tipo de pensamiento que tenga que ver con un componente sexual. Sobre tu cuerpo, sobre el cuerpo de otro. ¿Cómo me puede atraer otra persona si yo quiero a mi marido?
–¿Un pensamiento intrusivo también puede ser la expresión de miedos que tenemos?
–No tiene que ser así. El miedo aparece cuando hay una obsesión con algo.
–¿Cuál es la mejor manera de lidiar con esos pensamientos que nos dan miedo?
–Si tenemos la suerte de tener alguien con quien compartirlo, eso siempre viene bien. Así le damos al cerebro una oportunidad de procesarlo y de tener otra visión. El hecho de compartir me da la oportunidad de relativizar.
–¿Un pensamiento suicida es un pensamiento intrusivo?
–A veces empieza como una fantasía compensatoria. Estoy tan mal y veo tan poca salida que el pensar que no voy a estar aquí me alivia. Puede convertirse en algo intrusivo. Pero eso tiene mucho que ver con el nivel de sufrimiento que tengamos.
–¿Qué hay detrás de esa voz interna que nos susurra?
–Esa voz interna nos acompaña, prácticamente, desde muy niños. Siempre está relatando y se convierte en una intrusión. Esa voz está muy determinada por nuestras vivencias. Si la vida nos ha ido bien, si nunca nos han tratado mal, pensamos que la vida es maravillosa. Ahora, si he crecido en un entorno hostil, he experimentado violencia, yo pienso que me tengo que proteger, que no puedo confiar en nadie.
–¿Cómo se hace callar esa voz interior que siempre nos está susurrando?
–Nuestra voz interior no se va callar, va a estar siempre ahí. Lo que hay que hacer es aprender a gestionarla. Conseguir que todos tengamos un adulto interno en nosotros, con capacidad de calmarnos. Al final, de lo que se trata es de tener una batería de recursos amplia y contar con capacidad para calmarnos. Y eso es algo que se trabaja. Hay personas con más capacidad y con más intuición, que lo traen un poco de base.
–¿Por qué fantaseamos con tirarnos cuando nos asomamos a al abismo desde edificios altos?
–Eso se llama fobia de impulsión. Pasa también con los cuchillos. Y si cojo el cuchillo y se lo clavo a alguien. Pero es algo que no vamos a hacer. El hecho de que tengamos miedo a lo que va a pasar, ya es un indicativo de que no lo vamos a hacer.
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