Aunque será en el pleno del día 25 cuando oficialmente deje el cargo de portavoz de Adelante Málaga en el Ayuntamiento de la capital y el acta de concejal que ha venido ocupando desde hace casi diez años, Eduardo Zorrilla recogía ayer su despacho en ... la segunda planta de la Casona del Parque y hoy se incorporará a su nuevo puesto de trabajo como empleado temporal de la Diputación Provincial. Desde que tomó la decisión de abandonar la primera línea política, este abogado de IU vive con sentimientos «encontrados» entre la ilusión del nuevo reto profesional y «el nudo interior» que le supone dejar a sus compañeros de grupo, de corporación, empleados municipales y los periodistas.
–¿Le costó tomar la decisión de marcharse?
–Sí me costó. Mi idea era estar hasta junio de 2023, cuando concluye este mandato municipal, para cumplir el compromiso que adquirí al presentarme a las elecciones, pero ha surgido una oportunidad profesional que me sedujo por la oportunidad que me brinda de iniciar la transición a la vida personal y profesional antes de 2023 en un tema que considero muy bonito y al que voy con ganas de aprender.
–Cuando planteó dejar la política, ¿qué le dijo su familia?
–(Risas). Mi mujer está encantada y los niños también, con ganas de estar conmigo más tiempo. El pequeño, que tiene 17 años me dijo: 'Hay que ver papá, me vas a dejar sin la posibilidad de votarte'. Le expliqué que aunque hubiera seguido no hubiera podido votarme porque no me iba a volver a presentar tanto porque lo impiden los estatutos de IU como por una convicción personal mía de no volver a presentarme.
–Supongo que las últimas han sido horas de muchas llamadas, mensajes,... De todos ellos, ¿cuál es el que más le ha sorprendido o llamado la atención?
–No sabría decir. Es un halago recibir tantas muestras de cariño: de compañeros, de gente de otros partidos, de personas desconocidas o de amigos de la infancia de los que hacía años que no sabía nada y que me han escrito, lo que me ha hecho mucha ilusión.
–Hay una tónica general en los mensajes cuando se ha conocido su marcha y es que hablan de usted como un político sensato, coherente y buena persona.
–Eso es agradable para cualquier persona, pero hay que tener los pies en la tierra , ser realista y que no se te suba el ego por las nubes porque es lo que toca cuando uno se va. Yo le decía a mi mujer que tantos halagos se reciben o cuando te mueres o cuando te vas de un sitio; en esta ocasión al menos uno los puede disfrutar.
–Si tuviera que hacer un balance personal de estos casi diez años en el Ayuntamiento, ¿cuál sería?
–Para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora no sólo en lo político, que también, sino en el plano profesional, en el conocimiento de la propia ciudad y de los ciudadanos. Siempre he sido un enamorado de Málaga. Desde mucho antes de ser concejal y desde muy joven tengo en mi biblioteca un apartado con libros de temas malagueños, y en estos casi diez años he conocido muchas cosas de la ciudad que desconocía y he conocido a grupos humanos y colectivos que se mueven en muy distintos ámbitos que también me han enriquecido. He pasado por varias etapas en mi vida personal y profesional y lo que más me gusta de cada una es aprender. Aquí he aprendido muchísimo y ahora voy a la Diputación con ganas de aprender.
Valoración sobre la política: «La veo muy crispada. Se han sustituido los argumentos por los descalificativos»
–¿Su mejor momento en estos años en la Casona del Parque?
–Es difícil elegirlo. La actividad de la oposición es muchas veces muy frustrante porque puedes realizar un trabajo muy intenso y no le ves los frutos; en el gobierno el trabajo es igual de intenso o más pero ves realizarse los proyectos. Cuando nuestro grupo iba a un desahucio, se conseguía parar y llegar un acuerdo para un alquiler social, fueron experiencias muy gratificantes. A nivel más personal la experiencia de ser rey mago fue alucinante.
–¿Y el peor momento?
–En ese no tengo ninguna duda: el fallecimiento de un niño en la Cabalgata de Reyes y la visita que hicimos al tanatorio. Fue uno de los momentos más dramáticos y tristes que he vivido.
–¿La espina clavada?
–No haber podido gobernar en esta ciudad y no haber podido llegar a cambiar el gobierno.
–Defíname a Francisco de la Torre.
–Es una persona pertinaz, testaruda, obstinada cuando tiene una idea. Le cuesta llegar a acuerdos porque él sigue intentando convencerte hasta el agotamiento. Es una persona incansable.
–¿Cómo definiría a Daniel Pérez?
–Una persona con una gran ilusión por cambiar esta ciudad. Es una persona dialogante, con la que me ha sido muy fácil llevarme bien y llegar a acuerdos y, sobre todo, es una persona de palabra.
–¿Y a Noelia Losada?
–Para mí es una bellísima persona. Una persona con la que me siento identificado en muchas cosas. Es una persona que viene de la abogacía y me veo reflejado en ella en cómo enfoca los temas, cómo intenta estudiarlos y fundamentarlos y cómo intenta ser rigurosa en sus propuestas.
Tiempo libre: «Lo voy a dedicar a estudiar para hacer bien mi trabajo y a lo mejor me apetece probar suerte en unas oposiciones»
–¿Qué echará de menos de la primera línea política?
–Quizás el cariño de la gente. Tratar a tanta gente tan diversa te da una visión muy amplia y global de la ciudad.
–¿Se ha cansado de estar en la primera línea política?
–En estos últimos meses permanecía con la misma ilusión con la que empecé el mandato. Pero sí es verdad que después de diez años no se tiene el mismo ímpetu que al principio. Por eso creo que es sana la renovación tanto por uno mismo como por la organización y la sociedad, que necesita gente con ideas nuevas.
–¿Cómo ve hoy la política?
–En general la veo muy crispada. Veo con preocupación un fenómeno que es la sustitución de los argumentos por los descalificativos. Creo, no sé si me equivoco, que los efectos del uso que se ha dado a las redes sociales están suponiendo una polarización de la sociedad donde estamos sustituyendo la reflexión sosegada y la lectura de textos largos por de eslóganes o clichés de ideas hechas y cortas. Eso está empobreciendo el debate y perjudicando la política.
–Entiendo que ese nivel de crispación de la política no casaba con su talante sosegado, ¿no sé si eso ha podido también influir en su decisión?
–Puede ser que haya podido pesar. Desde luego, tenías ganas de hacer otras cosas.
–¿Cuál será su cometido en la Diputación?
–Voy al área de Desarrollo Económico, con un contrato temporal de obras y servicios en la categoría de abogado. Por lo poco que sé entiendo que serán temas de contratación pública, de subvenciones, patrimonio,... Estoy a la espera de incorporarme para ver qué esperan de mí. Estoy encantado de realizar un servicio público desde una óptica más profesional. Voy como soldado raso, a que me digan lo que esperan de mí, a hacerlo lo mejor posible y, por supuesto, con la máxima honestidad y profesionalidad, al margen de mis ideas.
–¿Mantendrá su activismo político?
–Sí. Voy a seguir militando, lo hago desde los 15 años, pero sí paso a una segunda línea y a un nivel de dedicación muchísimo menor. Haciendo un símil militar, paso a la reserva activa.
–¿A qué va a poder dedicar tiempo que ahora no podía?
–Seguiré nadando. Parte del tiempo libre lo voy a dedicar a estudiar para cumplir bien mi función y dado que mi puesto de trabajo es temporal a lo mejor me apetece probar suerte con futuras oposiciones relacionadas con la abogacía y el régimen local.
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