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Enrique Viguera: «Málaga es un paraíso geológico y mineralógico, y no lo damos a conocer»Tiene una vocación investigadora inagotable, una pasión por la ciencia que debe en gran parte a tres mujeres: Mari Carmen Calvet, su profesora en Santa Rosa de Lima, la maestra que prendió la chispa cuando le mostró la primera molécula de ADN; Francisca Sánchez, su ... profesora en la Universidad de Málaga (UMA), con quien se inició en la investigación; y Margarita Salas, su referente y guía postdoctoral. Enrique Viguera Mínguez (Málaga, 1968) es profesor titular de Genética en la UMA, forma parte de investigaciones mundiales que rastrean el ADN de fenicios y neandertales; y es el impulsor, junto a otros dos docentes universitarios y tres profesores de instituto, de Encuentros con la Ciencia, el programa de divulgación que desde hace dos décadas acerca las distintas disciplinas científicas a la población a través de conferencias, exposiciones, cineforums y otros tantos formatos, que este año ha recibido el reconocimiento de la Universidad.
–150 conferencias con el cartel de 'lleno', 15 exposiciones, público de todas las edades, 1,3 millones de visualizaciones en su canal de Youtube. ¿Cuál es el secreto del éxito de Encuentros con la Ciencia?
–Reside en que hemos conseguido que sean los propios investigadores los que acerquen los contenidos al público.
–¿Qué formato llega mejor para divulgar?
–Todo proyecto debe evolucionar y en estos veinte años hemos incorporado la tecnología para adaptar lo que damos a todo tipo de público. Lo importante es despertar nuestra curiosidad innata. A los más pequeños, talleres de ciencia adaptados a su edad; a los adolescentes ya puedes darles contenidos de no ficción para que indaguen por ellos mismos. Y ya en la etapa juvenil recurrimos a Youtube.
–¿No demoniza usted las redes entonces?
–Para nada. Youtube es una herramienta extraordinaria para dar a conocer los contenidos más complejos, pero ojo, no debe ser una fuente de dopamina, con vídeos a toda velocidad. La clave está en que el divulgador, si es posible, tenga una edad parecida. Y, sobre todo, que esté formado y que el uso de la herramienta fomente el espíritu crítico, les ayude a pensar.
–Eso con los adolescentes. ¿Y qué hacemos con los negacionistas, que ahora los tenemos de todo tipo; antivacunas, terraplanistas, hasta convencidos de que nos fumigan con los 'chemtrails'?
–Mi experiencia me dice que es imposible convencer a un negacionista. No tiene sentido sentarlo en una mesa con un científico porque sus intereses son otros. El problema es que muchos lo hacen para darse a conocer, pero puede tener consecuencias penales si afectan a la salud... Mire lo que pasó con el Covid y los antivacunas o con ese mismo grupo y el sarampión.
–¿Por qué se producen ahora de forma tan emergente?
–En realidad siempre han estado ahí, lo que ocurre ahora es que cualquiera puede hacer un canal en redes sociales y tener visibilidad. Y las mamarrachadas llaman mucho la atención. Además, vivimos en nuestro territorio en una etapa de bienestar social, sin guerras, sin hambre, y hay quien puede permitirse tener tiempo para esas cosas.
–Digamos que la opulencia nos deja tiempo para pensar y difundir tonterías.
–(Risas). Buen resumen.
–Cambiemos de tercio. Usted se dedica a la genética. ¿Está todo en el ADN?
–A ver. El ADN es la base genética donde reside la información de lo que somos. Lo que se ha ido viendo en los últimos años es que el ambiente también influye en nuestros genes. La disciplina de la epigenética estudia las modificaciones que producen los factores externos y que hacen que se enciendan o apaguen determinados genes y, con ello, la aparición de determinadas enfermedades.
–Suena un poco a CSI.
–Bueno, hay mucho de verdad en esas series. Aunque están a menudo sobresimplificadas, suelen contar con asesores que les proporcionan bastante fundamento científico. Yo suelo utilizarlas de hecho en mis clases.
–Y en sus ratos libres, al campo a por minerales. ¿Se puede saber de dónde le viene esa pasión?
–(Risas). Los investigadores somos personas inquietas por naturaleza. Nos vamos a la cama y seguimos pensando en investigaciones y proyectos. Lo mío con los minerales es una vocación innata. Me fascina la perfección del cristal.
–¿Innata?
–Casi. Recuerdo que cuando tenía cuatro o cinco años vendía minerales a quienes venían a mi cumpleaños.
–Pues sí que le viene de chico. ¿Las piedras nos dicen algo entonces?
–Las piedras nos las tiramos a la cabeza. En cambio, los minerales sí nos dan información de la historia geológica de nuestro territorio y de las condiciones ambientales que han producido ese mineral.
–'Touché' con la correción léxica. Admitida. ¿Qué nos pueden contar entonces los minerales?
–Mucho. En Málaga tenemos un tesoro geológico que son las sierras de Ronda, Bermeja y de Aguas, con una presencia importante de rocas peridotitas que se han visto sometidas a una presión brutal a temperaturas muy altas y se han formado minerales de los que hay en muy pocas partes del mundo. Con esa información se aumentan, por ejemplo, las posibilidades de encontrar yacimientos metalúrgicos de cromo, níquel e incluso oro y platino.
–Y todo eso en nuestro territorio.
–¡Sí! Málaga es un paraíso desde el punto de vista geológico y mineralógico, de los más variados que tenemos en Europa. Y no lo damos a conocer.
–En vacaciones, me lo imagino más entre minerales que en la tumbona.
–(Risas). Bueno, un científico nunca desconecta del todo. Aprovecho para leer los libros que mi agenda diaria no me deja. De lo que huyo es de las vacaciones acomodadas donde te lo dan todo hecho.
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