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El terremoto que se ha hecho notar esta mañana en Málaga, Marbella y la Serranía de Ronda, entre otros puntos de la provincia, tuvo una intensidad de 4,6 grados y se localizó entre el municipio sevillano de Pruna y el gaditano de ... Olvera, y llegó a motivar incluso el desalojo de algunas empresas en la capital por protocolo de seguridad, aunque los trabajadores regresaron enseguida a sus puestos ya que no hubo consecuencias materiales. Forma parte de lo que los científicos denominan un «enjambre sísmico» o serie sísmica, esto es, decenas y centenares de microterremotos que se producen en un área concreta en poco espacio de tiempo, y que puede durar semanas e incluso meses. Se enmarca dentro de la denominada microsismicidad, según explica Inmaculada Serrano Bermejo, directora del Instituto Andaluz de Geofísica (IAG), con sede en Granada. «Desde primeros de septiembre, e incluso desde enero, hay bastante sismicidad», concreta la investigadora, y aclara que es positivo que esto ocurra, porque significa que la energía fruto del choque entre las placas africana y euroasiática se está liberando de esta forma, y no como un gran terremoto.
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En las próximas semanas cabe esperar que siga habiendo movimientos, aunque previsiblemente de menor intensidad, y puntualmente se podrían sentir de nuevo en Málaga. A priori no se ve ningún tipo de anomalía, sino lo que Serrano denomina un «comportamiento normal», y en caso contrario se daría aviso inmediato a Protección Civil.
Preguntada por los factores que han hecho que se dejara sentir en Málaga, la directora del IAG aclara que ello se produce básicamente por dos factores: la profundidad, de 8,4 kilómetros, lo que supone que ha sido «muy superficial, y por eso se siente tanto». Y el segundo es la distancia al epicentro, que ha sido de 78 kilómetros en línea recta, lo que se considera también «muy cercano» en térmicos sismológicos.
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Una vez en la ciudad, numerosos ciudadanos informaron a través de las redes sociales de que lo habían sentido mucho, mientras que para otros pasó desapercibido. Ello también tiene una explicación científica. Y es que ello depende de circunstancias tales como el suelo donde esté construido el edificio: «Si es cerca de un río, los sedimentos del suelo amplifican la onda, frente a la roca dura hace que se sienta menos». Ello ocurre también ocurre en los suelos arcillosos y húmedos, como son los de Campanillas.
Otro vector clave es la construcción y su antigüedad, según la normativa sismorresistente bajo la que fue construido se sentirá más o menos; al igual que si el testigo se sitúa en plantas bajas (menos efecto) o más altas (mayor).
Inmaculada Serrano aclara que la región donde ha tenido lugar este fenómeno se caracteriza por la ocurrencia de terremotos de baja magnitud, aunque hay registros históricos de eventos mayores en el siglo XIX. Así ocurrió en 1841 en Villanueva de San Juan, que por los daños se calificó entonces como de intensidad 4; y en la misma zona en 1852, que fue todavía mayor.
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